
Christian De Groote, diseño total

En el octavo piso del edificio de Merced 22, el arquitecto Christian de Groote trabajaba en su pulcra oficina en todo tipo de proyectos. Desde planes maestros, arquitectura para la industria, conjuntos de vivienda, edificios institucionales, hasta hospitales y sucursales bancarias. Desde hoteles, colegios y conjuntos de educación superior, intervenciones patrimoniales, locales y centros comerciales, cementerios y mausoleos, pabellones, instalaciones temporales, hasta bodegas y oficinas. Desde espacios culturales, remodelaciones, capillas, loteos, casas unifamiliares, hasta mobiliario, diseño gráfico e, incluso, logos como el de la Clínica Alemana.
Una larga enumeración que tiene un objetivo: dejar muy claro que De Groote no fue el arquitecto de las casas para las familias más pudientes de Chile. Es decir, sí, lo fue, pero esa es sólo una de las muchísimas capas que permiten entender la importancia e influencia de este brillante arquitecto, una figura de peso mayor en el Chile del siglo XX.
A 12 años de su muerte, ocurrida en septiembre de 2013, se acaba de publicar el libro Archivo Christian de Groote: Cinco décadas de Arquitectura (Ediciones ARQ y Ediciones UC), editado por Emilio De la Cerda, Paulette Sirner y Olivia Puga. Un trabajo colosal, que permite conocer 496 proyectos de De Groote, así como la mirada de 50 arquitectos con práctica reciente y destacada en Chile que se refieren a un proyecto en particular de este gigante.
A eso, sumemos el prólogo a cargo de Fernando Pérez Oyarzun, Premio Nacional de Arquitectura, y autor del libro más completo que existía hasta la fecha acerca de Christian De Groote; así como excelentes textos de los editores que entregan contexto para apreciar el legado de este diseñador total.
Para entender mejor ese concepto, cito el libro recién publicado. “Esta forma de entender un ejercicio arquitectónico que aborda desde los planes maestros hasta el diseño del tirador de una puerta, pasando por el mobiliario y los artículos de uso cotidiano, se aproxima a la idea moderna del diseño total, variación de la ambición de Richard Wagner respecto del arte que fue encarnada a comienzos del siglo XX por movimientos como la Secesión Vienesa o la Bauhaus, desde donde incide en la enseñanza de la arquitectura de Norteamérica y de distintos contextos a lo largo del mundo, incluido Chile”.
No es casualidad que De Groote haya admirado profundamente a Frank Lloyd Wright, un ejemplo del arquitecto que no conoce límites, y que tuviera fotos suyas y de Le Corbusier en su estudio. Volvamos al esfuerzo detrás de esta publicación. El mérito es, primero, del propio protagonista.
Consciente de la importancia de su obra, el arquitecto se preocupó de conservar desde el principio de su carrera gran parte de los planos de arquitectura y especialidades, croquis, esquemas, axonométricas, fotografías, documentos, más un número considerable de maquetas. Segundo, de su socia y viuda, Camila del Fierro. En diciembre de 2021, cerrados prácticamente todos los proyectos pendientes y frente a la necesidad de desalojar la oficina de Merced 22, Camilla le entregó al Archivo de Originales del Centro de Documentación Sergio Larraín García-Moreno, perteneciente a la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la PUC, el inmenso archivo de Christian de Groote.
Hoy, luego de recibir material complementario, el archivo consiste en 282 cajas de documentos, 14 planeras, 9 maquetas, 602 paquetes de rollos, biblioteca y mobiliario. Es desde ese legado físico, un verdadero tesoro patrimonial, de donde surge el trabajo de Sirner, Puga y De La Cerda. Ese que, transformado en un libro de más de 300 páginas, nos permite navegar con facilidad por los cinco períodos más identificables en la obra de De Groote. Desde 1969, cuando recibe los proyectos del fallecido arquitecto Jaime Sanfuentes (como el diario El Mercurio) hasta 2013.
Ahí están las casas unifamiliares que tan famoso lo hicieron, así como los concursos de arquitectura (Palacio de La Moneda, 1974; edificio para la Biblioteca de Teherán, 1977; Plaza Baquedano, 1982; la Tete Defense en París, 1983; el Congreso Nacional en Valparaíso, 1988) y los centros comerciales (Plaza Vespucio 1988-1993, Remodelación y ampliación de Parque Arauco 1990-1993, Plaza Maipú 1992, Plaza Oeste 1994, Plaza El Trébol en Concepción 1996, Plaza La Serena 1997).
Y, por supuesto, las unidades de vivienda. “En términos cuantitativos, hemos realizado muchas más unidades de vivienda para estratos bajos y medios, que el número de casas unifamiliares para estratos más altos”, dejaba muy en claro De Groote. Y es cierto. Los 48 conjuntos de vivienda colectiva que aparecen en el libro implican 3061 unidades. Solamente el notable Conjunto República Popular China, iniciado en 1971 en Viña del Mar, tiene 224 departamentos y 228 casas de un piso.
En total, el texto contabiliza 223 casas unifamiliares para clientes con alto poder adquisitivo. Eso pasa con este tremendo aporte editorial: uno conoce de verdad, en todas sus dimensiones, a De Groote. Sumemos su defensa pública del río Mapocho a partir de 2002, advirtiendo de las consecuencias para Santiago de la Costanera Norte, y eso no hace más que aumentar la admiración y el respeto. Y, ojo, ni siquiera se analizan en el libro los proyectos que desarrolló junto a Emilio Duhart, como el fabuloso edificio de la Cepal, pues ahí el arquitecto principal era Duhart. Termino esta columna agradeciendo a Camila del Fierro y a Emilio de la Cerda, por haberme permitido conocer la casa El Cóndor, donde vivían Christian y Camila: simplemente apabullante. Una joya arquitectónica. Un diseño total.
Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.
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