Columna de Gabriela Clivio: Peligros en el horizonte

FILE PHOTO: U.S. President Joe Biden holds debt limit talks with Congressional leaders at the White House in Washington


En menos de un mes, el 1 de junio, la principal economía del mundo podría caer en default por primera vez en la historia. Dado lo anterior, el gobierno estadounidense urge al Congreso a suspender el techo de endeudamiento de manera urgente. La posible repercusión internacional del incumplimiento de los pagos de Estados Unidos se da, por lo demás, en un contexto muy difícil para la economía mundial. Sin lugar a dudas, las consecuencias de no elevar el techo de deuda incluirán mayores costos de endeudamiento para todos, en un momento en que la Reserva Federal, al igual que varios bancos centrales del mundo, han realizado varias alzas de las tasas de interés buscando controlar el aumento de los precios. Hoy, la tasa de interés en Estados Unidos ya se ubica entre 5% y el 5,25 %, siendo la más alta desde el año 2007. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya reiteró este jueves la necesidad urgente de que el Congreso eleve el techo de deuda, ya que, de no hacerlo, habrá “graves repercusiones” para la economía americana y a nivel global.

El martes pasado, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes para tratar la necesidad de suspender el techo de deuda y de esta manera evitar que Estados Unidos entre en una suspensión de pagos. En la actualidad, el límite de la deuda se ubica en US$ 31,4 billones y ya fue alcanzado el 19 de enero, razón por la cual el gobierno ha recurrido a sus reservas para pagar las deudas, pero se estima que estas se agotarán el 1 de junio. Si esto fuera así, Estados Unidos entrará en una suspensión de pagos.

En la principal economía del mundo, la discusión se está centrando hoy, para el líder de la mayoría republicana, en vincular la suspensión del techo de deuda con importantes recortes de gasto en algunos de los programas estrella del gobierno, tales como la cancelación de la deuda estudiantil. Por lo demás, también se busca y espera endurecer los requisitos que deben cumplir los ciudadanos más pobres para acceder a ayuda sanitaria y alimentaria.

Algo así debiera suceder en la discusión tributaria en Chile, donde se debieran condicionar ciertas alzas de impuestos al control del gasto público y la mejor eficiencia en la utilización de los recursos en momentos en los cuales los nuevos funcionarios públicos superan los 100.000. Lamentablemente, la discusión tributaria se ha centrado en la brecha que existe con la OCDE y que se “tiene” que cerrar sin tener en cuenta las verdaderas diferencias entre las economías de este bloque y Chile en materia de informalidad de la economía ni las grandes diferencias dentro del mismo grupo de países. La condonación del CAE, que recurrentemente vuelve a ponerse en la discusión, no es tampoco la mejor de las ideas, entre otras cosas, porque no es una medida focalizada, más allá del costo que trae aparejado. Tampoco es una buena idea la extensión de la PGU, ni crear nuevos tributos que en otras regiones y economías no han tenido resultados en materia de recaudación.

El otro tema importante por el que debemos volver a mostrar preocupación es justamente el tema de la sostenibilidad de la deuda, dado el bajo crecimiento que sigue mostrando la economía, que probablemente este año registrará una modesta contracción. Por ahora la buena noticia en Chile, al igual que en Estados Unidos, es que la inflación empieza a ceder dado que los bancos centrales han hecho bien su trabajo y así el peor de los impuestos y el más regresivo empieza a disminuir su impacto.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.