Libertad y dignidad


SEÑOR DIRECTOR:

Resulta a todas luces evidente que la democracia liberal como la hemos conocido en Chile, que erige a la libertad y a la autonomía individual como valores supremos de organización social, dará paso a un nuevo modelo de sociedad. ¿Cuál modelo? Los desvaríos que se ven en la Convención Constituyente, cooptada por grupos radicalizados de izquierda, que son mayoría, presagian una aventura que acabará por arrasar con los fundamentos de una sociedad libre. ¿Campaña del terror? No, lea los 200 artículos aprobados y las votaciones en las comisiones.

En la vereda de enfrente, por su parte, hay una sequía de nuevas ideas y un tono pretencioso de que no hay nada que cambiar. Si una crítica cabe hacer al liberalismo es su exagerado acento en construir una sociedad individualista y su desconfianza en el Estado excepto como un suplemento para garantizar el goce de las libertades individuales. Esto choca con la idea de que el ser humano es ante todo un ser social, que se realiza con otros no solo en el plano de amistad o de puro interés para materializar una justicia conmutativa, sino que busca el bien común y de verdad se conmueve frente a la dignidad de las personas.

¿Está Chile representado por esa mirada liberal, indolente al bien común? No del todo, en el sentido de que no hemos tenido un Estado anoréxico, sino un Estado que ha asumido un deber de injerencia para suplir vacíos no solo circunstanciales sino permanentes como han sido los programas sociales para combatir la pobreza. Y hemos sido exitosos. Pero eso no basta. La idea de bien común no se agota al sentir que se pagan impuestos para que el Estado se preocupe de los pobres. Hay aquí una responsabilidad individual de solidaridad que está ausente. Pero hay además una responsabilidad colectiva en donde el objetivo de la acción política se encarna en la dignidad esencial de las personas.

Por eso, aunque en el plebiscito de salida la ciudadanía rechace la propuesta de Constitución, es iluso pensar que no habrá otros intentos por imponer un Estado que eufemísticamente se reviste de bienestar, que, en la práctica, iguala, pero al mismo tiempo empobrece. Está emergiendo un nuevo Chile que obliga a repensar nuestro modelo de sociedad y la tarea es que la libertad haga causa común con la dignidad, único camino para convocar a las nuevas generaciones

Carlos Williamson

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