Los desafíos de Alvarado, el ministro “cazavotos”

El nuevo jefe de la Segpres tiene una reconocida “muñeca” negociadora con la que ha logrado éxitos al desactivar varias acusaciones constitucionales. Desde ahora deberá enfrentar la articulación del acuerdo con la oposición y los proyectos “inconstitucionales”.


Lo conoció en 1999. Claudio Alvarado era jefe de bancada UDI y Sebastián Piñera era candidato presidencial de la coalición de derecha, ocasión en la que le tocó participar de varias reuniones que organizó su colectividad con el hoy Mandatario. Sin embargo, no fue hasta 2010 cuando Alvarado -quien asumió el jueves como nuevo ministro de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres), cartera encargada de la agenda legislativa- se transformó en un actor clave para quien por ese entonces llegaba por primera vez a La Moneda.

En enero de ese año, su último como diputado después de cuatro períodos, el militante gremialista selló un acuerdo que le permitió al primer gobierno de Piñera tener el control de la mesa de la Cámara de Diputados. Esa vez, Alvarado selló un pacto administrativo entre RN, la UDI, los radicales y el PRI que permitió tener el liderazgo de la Cámara y de algunas comisiones, facilitando la labor legislativa en el Congreso.

En ese episodio fue cuando “la muñeca” negociadora de Alvarado -dicen en Palacio- quedó de manifiesto, la que ya había tenido su primera prueba en 2008 tras sellar un acuerdo con la entonces Concertación también por la mesa de la Cámara. Así, en febrero de 2010 Piñera lo llamó directamente luego de ganar las elecciones presidenciales y le pidió ser subsecretario de la Segpres, transformándose en la dupla de Cristián Larroulet, quien ahora es el jefe del Segundo Piso.

Para la segunda administración de Piñera, en el diseño original Alvarado iba a ser nombrado subsecretario de Desarrollo Regional (Subdere) y trabajaría codo a codo con Andrés Chadwick. Ya estaba conversado y zanjado, según cuentan en La Moneda. Sin embargo, el ahora ministro del Interior, Gonzalo Blumel, habló con el Presidente y le transmitió que si él asumía como ministro de la Segpres, le gustaría que Alvarado fuera su dupla como subsecretario. Esto, debido a la experiencia que el exdiputado tenía en el Congreso. Ambos, además, eran cercanos y se habían conocido en el primer gobierno de Piñera, cuando Alvarado era jefe de Blumel, ya que este último estaba a cargo de la división de Estudios de la Segpres.

Así, ambos comenzaron a trabajar codo a codo, hasta que se desencadenó el estallido social en octubre pasado.

En esa oportunidad, Piñera hizo su tercer cambio de gabinete y, hasta último minuto, Blumel y Alvarado se iban a mantener juntos en la Segpres. Sin embargo, el Mandatario decidió finalmente designar a Blumel en Interior, dejando a Felipe Ward a cargo de la Segpres y manteniendo a Alvarado como subsecretario de esa cartera.

La decisión sorprendió a varios en Palacio que -a esas alturas- decían que Alvarado debió pasar a liderar la Segpres por su “experiencia acumulada”. Al poco tiempo terminó trasladándose a la Subdere, el puesto original para el que había sido pensado. Y desde ese rol continuó, de todas maneras, trabajando en coordinación con el titular de Interior, pero su nombre siempre estuvo sobre la mesa para asumir más adelante como ministro de la Segpres e integrar el comité político.

En marzo, cuando Piñera tenía contemplado su cuarto ajuste ministerial, Alvarado -con 60 años- era la carta segura para el cargo, pero esa modificación se postergó en dos ocasiones y se concretó el jueves.

A su primera incursión como ministro llega con una serie de credenciales que son destacadas en el gobierno y que han sido valoradas en la centroderecha: tiene en su cuerpo haber realizado en los dos gobiernos de Piñera gestiones para intentar desactivar nueve acusaciones constitucionales: contra una intendenta; contra los entonces ministros Emilio Santelices, Andrés Chadwick, Marcela Cubillos, Harald Beyer y Rodrigo Hinzpeter (en dos ocasiones); al intendente Felipe Guevara; y la del Presidente Piñera. Salvo en las de Chadwick y Beyer, en el resto tuvo éxito, gracias a lo que en el oficialismo denominan como el “método Alvarado”. Esto, por su capacidad para “cazar” apoyos en la oposición que permitan neutralizar ofensivas y, también, avanzar en la agenda legislativa del Ejecutivo; un “cazavotos”, como lo denominan en la centroderecha, donde también bromean por su parecido con el personaje protagonista de la serie británica “Mr. Bean”.

Desafíos

El nuevo ministro de la Segpres -ingeniero comercial y oriundo de Chiloé- tiene amplias redes en el Congreso y buenas relaciones con la oposición. Y ahora tendrá el desafío de lograr una mejor articulación en el acuerdo que está impulsando el gobierno para enfrentar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia del coronavirus.

En Palacio dicen que su llegada a la cartera tuvo buena recepción en la oposición. Varios personeros, como los timoneles de la DC (Fuad Chahin) y del PS (Álvaro Elizalde), además de parlamentarios como Yasna Provoste, le escribieron mensajes el jueves para felicitarlo.

En todo caso, pese a que mantiene buenas relaciones, Alvarado sabe que su paso por el Congreso no será fácil. Por lo mismo, apenas asumió en el cargo se contactó con los presidentes del Senado, Adriana Muñoz (PPD), y de la Cámara, Diego Paulsen (RN), además de varios legisladores de oposición, para agendar reuniones para abordar el acuerdo y las materias legislativas que vienen.

Alvarado, además, tendrá que ser responsable de materializar los proyectos que surjan del plan que se elabore con la oposición y deberá contener las mociones parlamentarias que -a juicio del gobierno- son “inconstitucionales” o “inadmisibles”, otro de sus desafíos a cargo de este ministerio, que se da en un escenario en el que quieren evitar acudir a vetos o recurrir al Tribunal Constitucional.

En ese sentido, también deberá enfrentar la discusión sobre la extensión del posnatal y el debate por las mejoras que se le deben hacer a la ley que limita la reelección de autoridades. Esto, respecto a la situación en la que quedan los alcaldes, para lo que el titular de la Segpres entregó este viernes en T13 Radio sus primeras definiciones. Al respecto, dijo que para “corregir” ese punto “se requiere un acuerdo importante” y “transversal”. Y agregó: “Si la viabilidad política indica que prácticamente eso es imposible, no tiene sentido hacer un esfuerzo en algo que va a estar destinado desde el inicio al fracaso”.

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