¡No las revientes! Cómo prevenir, cuidar y curar las ampollas

¡No las revientes! Cómo prevenir, cuidar y curar las ampollas.

Incomodidad, dolor y la tentación de querer pincharlas: es lo que suele pasar cuando aparece una en la piel. Pero paciencia: acá enseñamos qué hacer cuando aparecen y cómo evitar que se transformen en algo peor.




Es normal que al ponernos por primera vez unas sandalias nuevas, por muy bonitas y a la moda que sean, aparezca una molestia en alguno de los dedos. Una fricción que no le sentó bien a la piel de tus pies o una presión que no estaba prevista en el meñique o el pulgar, y con ellas la inminente aparición de una brillante y desagradable ampolla.

Según explica Andrés Lehman, dermatólogo de Clínica Dávila, “con el roce, la piel sufre una separación de sus capas. Eso forma un espacio que se puede llenar de líquido: a eso llamamos ampollas”. Un fenómeno incómodo que se favorece con “el roce repetitivo y prolongado con un calzado, sobre todo sin calcetines”.

Suelen ser el souvenir indeseado de extensas caminatas, de largas noches de baile o jornadas de alto rendimiento deportivo. Pero también aparecen cuando estrenamos unas chalas recién compradas o regaladas o un zapato que nos gusta pero no nos queda bien.

¿Qué hacer cuando aparece una ampolla?

Pero las ampollas no salen solo en los pies. El trabajo prolongado con herramientas —como palas, chuzos, hachas o escobas— y sin usar guantes las invocarán en las manos, especialmente entre el pulgar y el índice. Abrir frascos o botellas muy apretados también. Y cuando sentimos que una de ellas aparecerá, suele ser demasiado tarde: la maldita, con su color rojizo primero y blanquecino después, ya se instaló en la piel.

Una vez que está ahí, la batalla no está perdida. Hay un mundo de diferencia entre no cuidarse una ampolla, dejar que reviente y eventualmente se infecte, y mantenerla en buenas condiciones. Para esto último, “conviene mantener limpia la zona, con agua y jabón”, dice Lehman, y luego “cubrir con una gasa envaselinada —puede ser vaselina sólida o líquida— y otra seca encima, para no manchar el calzado o la ropa”. La idea es proteger y humectar la zona afectada.

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¡No la revientes!

En un artículo pasado sobre cuidado de pies en verano, el podólogo Rodrigo Sagredo, conocido en Instagram como @elguardiandetuspies, aseguraba que “nunca es bueno reventarlas”. Como su contenido es seroso y líquido, cuando se rompen pueden dejar la piel inferior expuesta, y si quedan mal cuidadas son capaces de provocar una lesión.

Ahora bien, si la ampolla es muy grande y está tensa, y eventualmente se reventará, se puede puncionar (pinchar), siempre y cuando se cuente con una aguja estéril para vaciar el líquido. “El techo de la ampolla protege la piel que está aún poco preparada”, advierte Lehman. “Por eso es mejor dejar que se desprenda en forma espontánea, sin intervenciones”, aclara. Eso sí, dice que “las infecciones, con buen cuidado, son muy poco frecuentes”.

¿Cuánto afecta el calzado en las ampollas?

Fuiste a un matrimonio y no cediste a andar sin zapatos. Pese a que varias y varios se los sacaron para disfrutar de los pasos prohibidos en la pista de baile, la suciedad, el peligro de resbalarse o de pisar vidrios de vasos quebrados te frenó. Al día siguiente, además del cansancio y la resaca, seguramente te encontrarás con una o más ampollas.

Lo primero que se debe hacer ante esta desagradable presencia es tratar de no volver a utilizar el calzado que causó la lesión. Antes que lo bonito de los zapatos o zapatillas, debes priorizar la salud de tus pies. “Un calzado amplio y cómodo ayudará a reducir el riesgo de estas lesiones, que son tan molestas y dolorosas”, nos aseguraba el dermatólogo José Luis Gatica. Aunque te guste o sea el último grito de la moda, debes darle un recreo a ese calzado, al menos hasta que la piel se recupere.

En el caso de las sandalias, no solo tiene que ver el tamaño o el calce. “Si el material es más áspero, hay más roce y por ende más posibilidades de que aparezca una ampolla”, explica Lehman. Por eso no se recomienda tampoco usar zapatos o zapatillas sin calcetines. Su uso entrega una suave protección que previene estas lesiones en los pies.

Factor genético

Algunas personas, solo por una predisposición genética de su piel, son más propensas a desarrollar ampollas. “Hay gente a la que le aparecen ampollas con gran facilidad, solo por hacer una breve caminata o un pequeño esfuerzo con las manos”, explica Lehman. Triste y lamentable, sobre todo si has crecido viendo a alguien de tu familia con este tipo de expresión cutánea.

Mi madre, por ejemplo, todos los veranos pasa por este calvario. Vive en el sur austral, por lo que sus pies están acostumbrados a pasar largas temporadas dentro de botines, bototos o zapatillas. Cuando se va de vacaciones a zonas más cálidas, salir por la tarde a un simple paseo a tomar helado puede significarle la aparición de más de alguna ampolla. Su arma de alivio es el agua termal. Es la forma que ha encontrado de hidratar y refrescar la zona afectada antes de que la ampolla se reviente.

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Calcetines

Juan Carlos Pastén, maratonista y creador de la plataforma especializada Solorunning, nos daba sus experimentados consejos sobre cómo elegir los mejores calcetines para el verano. Si es para salir a trotar o correr, lo ideal es contar con calcetines con tecnología coolmax —una fibra de poliéster de alta transpirabilidad—, muy necesaria para eliminar bacterias y malos olores.

“Si en la composición de la prenda se incluye lana merino, te aseguro que nunca tendrás problemas en tus pies”, analiza. Otras materialidades como el nailon, la poliamida y el elastano, también garantizan firmeza y transpirabilidad.

Otro punto que menciona es el calce. “Mientras más ajustado a tus pies, menos posibilidades hay de pliegues, los que podrían generar fricciones que conllevan ampollas o irritaciones”, expresa. Una vez que termines de entrenar, debes procurar secar los pies, ventilarlos, aplicarles una crema hidratante y usar unas sandalias cómodas. Este pequeño ritual no sólo te hará sentir mejor, sino que puede alargar la vida útil de los calcetines y las zapatillas, además de darle un mini momento de spa a nuestros pies.

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Elección de calzado

A pesar de que haya sandalias preciosas en el mercado, siempre se debe priorizar comodidad y materialidad antes que estilo. Para ser bella no hay que ver estrellas ni mucho menos ampollas: hay que sentirse bien.

Las alpargatas tipo crocs o las hawaianas, al ser de plástico, hacen que el pie transpire más, un efecto que debemos evitar para para asimismo evadir la proliferación de hongos entre los dedos de los pies. Por lo tanto, en estos casos hay que fijarse que el material tenga propiedades antibacterianas y que sea fácilmente lavable.

¿Qué tienes que buscar? Un calzado holgado —tampoco tanto para que el pie no baile dentro—, ojalá con cuero en la plantilla y que se sienta cómodo. A toda costa se debe evitar cualquier zapato o sandalia que “genere dificultades para caminar, porque finalmente eso va a producir un mal andar, lo que genera heridas y todo un círculo vicioso”, comentaba la dermatóloga Patricia Apt, dermatóloga de Clínica Las Condes.

Si estás pensando en comprarte una sandalia o zapato para esta temporada, lo mejor es probárselos durante la tarde, cuando el pie está más hinchado. Para zapatillas, se recomienda buscar que el material de confección sea respirable y ojalá con pequeños poros, para que el aire fluya y así el pie esté más ventilado.

“Un calzado cómodo, flexible y bien ventilado, además de el uso de calcetines, va a permitir evitar la aparición de ampollas en los pies”, apunta Lehman.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 28 de diciembre de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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