Las infecciones por SARS-CoV-2 superan por mucho lo reportado según los casos confirmados

Foto: AFP

En un artículo publicado por este medio el día 29 de mayo de 2020 consideré un error evaluar el progreso de la pandemia en base a la cantidad de casos confirmados. En aquella ocasión argumenté, cuando se hacían alrededor de 15 mil exámenes PCR al día, que debíamos aumentar dramáticamente la cantidad de exámenes, esto debido a que un observador agudo podrá haber notado que, al aumentar la cantidad de éstos, aumentaba la cantidad de casos confirmados. Así la cantidad de casos confirmado es claramente un indicador sesgado.

Mi trabajo científico en este asunto vino a contribuir a tomar conocimiento de que la cantidad casos confirmados es por regla general mucho menor que la cantidad de infecciones reales por SARS-CoV-2. Esta investigación fue publicada en una importante revista de salud pública de nivel internacional. En ella estimé que en Chile se detectaba uno de cada cinco infecciones.

Al respecto, el ex Ministro de Salud Dr. Jaime Mañalich señaló el jueves de la semana pasada en un programa radial, que los más de 3 millones de casos confirmados podrían esconder una población de 6 millones personas contagiadas. El Dr. Mañalich especuló con una tasa de detección del 50%. Es decir, según el, podríamos haber detectado uno de cada dos casos. No obstante, mi investigación vino a revelar argumentos científicos que proyectados de manera conservadora señalan que a la fecha en nuestro país habría al menos 12 millones de infecciones acumuladas, muchas de ellas reinfecciones.

En mi segunda columna en este medio titulada “El problema con la tasa de positividad” del 14 de octubre de 2020, critiqué la adopción de la tasa de positividad como indicador válido para la evolución de la pandemia. El argumento era el mismo. La tasa de positividad depende de la cantidad de exámenes hechos y estos dependen de cuantos exámenes se toman y dónde se toman. Vale la pena recordar que al SARS-CoV-2 no le importa la cantidad de exámenes que se realicen.

Por otra parte, el día jueves de la semana pasada, el Ministro de Salud reportó 272 fallecidos. Esta cifra es preocupante y ha desorientado a la opinión pública. No se entiende que, con una extensiva vacunación, una variante Ómicron catalogada como menos letal, el número de fallecidos esté alcanzando estos alarmantes niveles.

Hasta el momento no existe una respuesta satisfactoria por parte de las autoridades a este enigma. No obstante, y basado en mi investigación, me permito proponer una respuesta a esta incógnita. Para ello es necesario reconocer que la cantidad de infectados sobrepasa notoriamente a la cantidad de casos confirmados. (i) Existe una cantidad importante de población asintomática que contrae el virus, pero no es detectada y (ii) la cantidad de exámenes se revela como insuficiente en relación a la velocidad de circulación del virus. En términos relativos, el testeo es insuficiente.

La pregunta es si esta estimación de 12 millones de infecciones es aventurera o conservadora. Mi opinión es que es conservadora porque las investigaciones científicas nos han señalado que las variantes se han hecho más contagiosas, pero menos letales. Además, la masiva vacunación ha salvado vidas y ha reducido la mortalidad en la población a causa del virus. Por lo tanto, los 12 millones de infecciones podrían bien ser considerado una cota inferior al real número de contagios.

En resumen, vale la pena indicar que el reporte de casos confirmados carece de valor práctico y orientador, e introduce la natural inquietud sobre el alarmante numero de fallecidos. Por el contrario, si uno considera de manera conservadora que detectamos uno de cada cinco casos, podremos comprender que el virus se ha masificado en la población con cifras estimadas de contagio de alrededor de 100 a 125 mil casos nuevos por día. En este contexto, la cantidad de fallecidos es más entendible.

Desde el punto de vista de la salud pública, el hecho de comunicar que existen 24 mil nuevos casos es muy distinto a comunicar que habrían alrededor de 100 mil o 125 mil casos. El restringir el problema a los casos confirmados y no centrarse en una estimación aproximada y anclada en los datos objetivos, como el de mortalidad usado en mi artículo, no ayuda a que la población tenga una asertiva percepción del riesgo que implica abandonar las medidas de autocuidado.

Quiero cerrar este mensaje señalando que la propagación masiva del virus tiene aspectos positivos. El más importante es el reconocer que la extensiva vacunación realizada en Chile, incluyendo las dosis de refuerzo, sin dudas reducen la tasa de fatalidad de la infección. Además, la gran cantidad de población que ha tenido contacto con el virus gozará de una mejor inmunidad ante futuras reinfecciones.

De esta manera, entramos a una etapa en donde conviviremos con el virus, pero lo haremos vacunados y más fuertes. Así, vale la pena mirar con optimismo el futuro y recordar que las medidas de autocuidado deben orientarse ahora principalmente a completar los esquemas de vacunación pendientes y a proteger nuestra población mayor y con enfermedades crónicas, sobre todo aquella que por sus condiciones de salud no ha podido ser vacunada.

* Doctor en Economía de la Universidad de Göttingen en Alemania, exdocente del programa de máster en Salud Pública de la Universidad de Heidelberg, y actual académico en la Universidad de Talca.

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