Mi perro y yo en la interminable soledad de la pandemia (2ª parte): Nostalgia Gastronómica

Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro (Franz Kafka).


Hola Sebastián, sorry que me conecte un poco pasada la hora, pero he tenido una semana de locos. Mucha pega y pocas noticias de la Bea y los niños. Nada de tiempo para hablar con amigos y demasiado para mí… y para Tyson. Poto y calzón. Ya hasta almorzamos juntos, pues no me gusta comer solo. Y como no soporto que me mire intensamente mientras me llevo el tenedor a la boca, le sirvo sus pellets al mismo tiempo que me siento a la mesa. Y no sé por qué, pero después de nuestra primera sesión, he sufrido una nostalgia gastronómica.

¿Cómo es eso?

Antes de esta pandemia, cuando me estresaba o bajoneaba, invitaba a mi equipo a comer. Si hay algo que me relajaba era reventar la tarjeta de la pega tomando vino y comiendo mariscos con ellos. ¿Has ido a la marisquería que hay en el paseo Mañío? Puta, te la recomiendo y hasta que se pudo, le saqué el máximo partido a esa terraza. Echo de menos esos erizos, comer ostras y hablar con los garzones de cualquier webada. Echar la talla con mis cabros. Vivir esas experiencias fuera de la oficina. En fin, para pasar las penas, el otro día pedí un delivery ahí mismo. Y sí, todo muy rico, pero no es igual. De hecho, Tyson me miraba con sus ojos de huevo frito cuando me zampaba unos calamares y le prometí que cuando esa terraza estuviera de nuevo abierta, lo llevaría para allá. Así de cagado estoy Sebastián. Ya hablo con el perro y le hago promesas que no sé si voy a cumplir.

Tú perro…

Sí… supongo que es mi perro… pero todavía me cuesta asumirlo, sigo pensando que es el perro de mis hijos, que esto es transitorio, que voy a volver con la Bea y que las cosas van a ser como antes o mejor, pero pasan las semanas y no veo que ni la pandemia ni mi matrimonio mejoren. Y mientras yo lo paso como la callampa y me doy vueltas por el departamento, veo como duerme este weon. Ronca y nada lo altera. Y sí, siento una profunda envidia. No sé cuando fue la última vez que dormí así. ¿Antes de la pandemia? ¿Cuándo no tenía hijos? No… yo creo que cuando pendejo ya dormía mal. Y para qué hablar cuando viajaba jugando tenis. Por eso… cuando veo que Tyson puede dormir 20 horas, estirar las patas en un paseo de veinte minutos, comer y cagar y quedar listo... me quedo pensando en que este weon de verdad no necesita nada más.

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¿Y tú que necesitas?

Buena pregunta. Estoy lleno de necesidades. Siempre quise más y más. Piensa que de chico yo nunca podía tener las zapatillas, los juegos o la ropa que quería. Vivíamos al justo. Cuatro cabros chicos y una señora con el sueldo de un militar romántico. Lo respeto, pero puta la webada. ¡Yo quería una raqueta y muchas webadas más! En el mundo del tenis ves cosas increíbles, conoces gente de todos lados y te das cuenta que hay un mundo allá afuera. Y aunque lo negaba, esto me afectaba, pues en general, todos tenían más que yo y mi viejo no cachaba ni una webada. Ese weon si lo hubieran destinado a un faro en la Patagonia habría dicho que sí. Era mi vieja la que daba la pelea por nosotros, pero tampoco podía hacer tanto. Algunas tías me ayudaban con unas pocas lucas y después eran los mismos entrenadores o papás de compañeros, como Samuel, los que me daban una mano. Y me sacaba la chucha en los entrenamientos y en las canchas pese a que todo me jugaba en contra. Desde mi tamaño, mi peso, las lucas, la familia, la nacionalidad. Y aún así logré armar un camino, ganar becas en universidades gringas, jugar y ganar torneos por unos miles de dólares…

Silencio…

Pero nunca alcanzaba… daba lo mismo los esfuerzos y los logros. Para hacer una carrera en el mundo del tenis necesitas una base sólida. Familiar y económica… y yo no la tenía. Yo creo que mi viejo siempre confió en que se me iba a pasar la tontera de las pelotas y que iba a entrar al ejército. Webada que nunca iba a suceder.

¿Por qué?

Yo no sirvo para ser soldado. De pendejo era muy desordenado, inquieto y tenía mucha bronca. Era rebelde y cuando al final de mi carrera intenté ser entrenador, mi carácter me jugó en contra. Me aburría con la gente que no se tomaba en serio el tenis. Para mi no era un hobby. Para mí era de vida o muerte y terminaba tratando mal a los weones que no ponían el mil por ciento. Y ahí Samuel, el papá de Benjamín, me convenció de usar esa energía en el mundo de los negocios. Le dije que no tenía idea cómo y ese weon se convirtió en mi manager. Me llevó a entrevistas, a comidas, a eventos y finalmente entendí que en el mundo del marketing y de las marcas deportivas, un loco como yo era bienvenido. Y no solo eso; aquí mis ilimitadas necesidades eran normales. No estaba mal querer más. Estaba bien, pero supongo que sin la Bea me hubiera ido a la cresta.

¿Qué cambió con la Bea?

La Bea me mostró su mundo y me hizo darme cuenta que ser tan yo era peligroso. Ya que conoces a Benjamín, hazte la idea que los dos veraneaban en los mismos lagos, tenían refugios en los mismos centros de esquí y coincidían en sus viajes. Familias amigas. Y ninguna de esas webadas les importaban, pues para ellos, todo eso, todo por lo que yo hubiera matado, era normal. Esa era su base, su desde, y por eso conversaban de temas más elevados. ¿Cachai?

No…

Bueno… yo tampoco… pero la Bea y Benjamín valoraban otras cosas. Así, mientras yo me mataba en el gimnasio, puteaba en la cancha y leía libros para ser exitoso y millonario, estos weones hacían yoga, meditaban y leían libros para ser mejor persona, ¿Cachai para dónde voy?

Creo…

Bueno, yo era un buen complemento, un buen partner para Benjamín, pero nunca creí que una mina como la Bea se iba a interesar en un weon como yo. Y supongo que ese desinterés hizo que me pescara. Te juro que no lo vi venir. Y de repente me vi metido en una de esas familias que siempre soñé de pendejo. La vida me sonreía, me empezó a ir increíble en la pega, con la Bea la pasábamos muy bien juntos, tuvimos tres hermosos hijos. Parecía perfecto, pero supongo que al final me traiciona mi naturaleza.

¿Cuál naturaleza?

Mira, veo a esto perro… chico, flojo y choro… y me siento reflejado. En la casa es una guagua, pero le poni la correa y se jura un león. Tiene la medio perso, pero no salva a nadie y varias veces lo he tenido que sacar de mochas donde no tiene ninguna posibilidad. Y el weón igual va y debo confesarte que esa webada me pone orgulloso y que a la Bea estas historias la emputecen. Pero si soy objetivo, este perro no tiene cómo ganarle a un pastor alemán o a un quiltro con más calle. Por suerte este gil vive en su mundo y se cree la raja y supongo que me siento como él.

¿A qué te refieres?

Pese a que me va muy bien en la pega y que incluso en pandemia he logrado llevar buenas noticias al Big Boss, igual me siento una estafa. Sé que llegué aquí por Samuel, que puedo arrendar este departamento gracias a mi suegro y mantener mi ex casa porque la Bea y su familia tienen sus vidas cubiertas. De hecho, yo creo que si le dejo de pasar la plata no notaría la diferencia. Ella igual trabaja y tiene sus inversiones. Y como Tyson, hago todo el día webadas para meterme y estar entre perros grandes. Pero sí… soy una cagada chica con harta personalidad. Y esta webada te la cuento sólo a ti. Pero siempre lo he sabido y supongo que convivir con los ronquidos de este weon me hacen pensar mucho en la noche. Y repaso mi vida en el tenis, en la universidad, en la pega… y sobreviví… y recién con la Bea empecé a vivir y no sé hacer esa webada solo.

¿Cómo es eso?

El Big Boss y Clemente, mi hijo, tienen razón. Sin la Bea, solo me relaciono peleando. Y cuando no peleo, quiero webear. Y voy de una parada a la otra, pero no sé estarme quieto. De verdad me perturba como duerme este perro. La paz que tiene. Hasta después que le sacan la chucha en la plaza es capaz de calmarse antes que yo. Llegamos al depa, se da vueltas en su cucha, se tira un pedo y duerme. Puta… de verdad me gustaría poder hacer esa webada, dejar los problemas atrás, cambiar, ser más como la Bea… como Benjamín… pero sin perder…

¿Tu esencia de bulldog?

Exacto. Yo no soy un Golden Retriever. Tal vez me gustaría tener su tamaño y seguridad, pero sin perder la pachorra y lo canchero. ¿Cómo que son medio weones los labradores o no? Puede que sí, pero creo que ése sería mi equilibrio perfecto… aunque ahora que lo pienso… puta que saldría fea esa cruza. Pero filo… ¿tú crees que lo podré lograr? ¿crees que algún día, un weon como yo, pueda vivir en paz?

Lea la primera parte de esta columna en este enlace.

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