
Más allá del reciclaje: Cómo los vasos reutilizables están marcando el nuevo estándar en festivales
Mientras las campañas de reciclaje dominaban hace unos años las estrategias ambientales de grandes eventos, hoy se instala un nuevo paradigma que está marcando la pauta en escenarios de Europa, Estados Unidos y, lentamente, en Chile: el consumo consciente basado en la reutilización de vasos, y productos plásticos, antes que el reciclaje.

La industria de los eventos en vivo, como conciertos y festivales, es una de las más intensivas en uso de plásticos de un solo uso. Según un informe de 2024 de Upstream, un estadio promedio que realiza 300 eventos al año genera más de 5,4 millones de vasos plásticos desechables, lo que equivale a 63,75 toneladas de residuos. Y aunque el reciclaje ayudó a contener por años esta cifra, hoy su alcance resulta insuficiente frente a la magnitud del problema, así lo demuestra un nuevo artículo del medio estadounidense The Washington Post.
Empresas como la estadounidense r.World están revolucionando el sector con una lógica más eficiente, ofrecer vasos reutilizables de polipropileno que pueden lavarse hasta 300 veces. En recintos como el Merriweather Post Pavilion, en Maryland, la implementación de estos “vasos feos” –llamados así porque no son lo suficientemente atractivos como para ser robados como souvenir– redujo a la mitad los residuos del lugar.
“Para que se hagan una idea, en 2021 lavamos 100 mil unidades. En 2024, lavamos 7,5 millones. Este año, probablemente lavaremos más de 12 millones”, explicó Michael Martin, director de r.World a The Washington Post. La clave está en la cultura del retorno. Vasos marcados con el mensaje “¡Por favor, devuélveme! ¡Soy reutilizable!”, que se recolectan tras el evento, se limpian y vuelven a utilizar en un sistema circular.
Ahora bien, esta transformación no ha sido igual de exitosa en todos los países. En Estados Unidos, por ejemplo, el sistema de depósito fracasó en muchos casos. La audiencia pagaba una garantía por el vaso y luego se lo llevaban a su casa como recuerdo. En Europa, en cambio, donde existe mayor conciencia ambiental y una cultura menos orientada al consumo inmediato, la devolución funciona con alta eficiencia.
¿Y en Chile? Una cultura de consumo más estadounidense que europea
En el país, la conciencia sobre el consumo consciente en eventos masivos comienza a tomar fuerza, aunque aún está lejos de consolidarse como norma. En conversación con la productora Lotus, encargada de Lollapalooza Chile, que recientemente informó la vuelta a Parque O’Higgins para la próxima fecha del festival tras cuatro ediciones en Cerrillos, aseguran que desde 2011 han impulsado medidas de sostenibilidad pioneras en la industria, incluyendo un plan de reciclaje integral, uso de energías renovables y, por supuesto, el uso de vasos reutilizables.
“Hemos probado distintas dinámicas, devolución en barra o vasos de colección. En nuestro caso en particular, ha sido más popular el vaso de colección, el público opta por llevárselos y coleccionarlos año a año”, explica Lotus. Esta práctica, aunque valorada por los fans, limita el ciclo de reutilización y replica el problema que enfrentó r.World en EE.UU.: el vaso deja de ser parte del sistema circular y se transforma en un desecho decorativo.
Lotus también reconoce que han debido enfrentar desafíos, tanto logísticas como de parte de marcas asociadas, pero que el panorama está cambiando: “Ha sido un trabajo desafiante, pero a la vez hermoso y esperanzador. Cada día se suman más personas, marcas y empresas con acciones concretas que permiten avanzar a un futuro más sostenible. Años atrás hubo un poco más de resistencia, pero hoy en día hay un ánimo común de aportar y ser agentes de cambio”.
Desde la productora Fauna, encargada de eventos como Fauna Primavera, también han avanzado hacia estrategias sustentables. “En Fauna Primavera se utilizan vasos coleccionables de material reciclado, el cual se reutiliza durante toda la jornada, ambos días. La devolución y/o desechabilidad es por debajo del 5%, calculado por la medición de residuos de las últimas 2 versiones. Eso equivale a menos de 2.000 vasos”, explican.
En este sentido, el comportamiento de la audiencia en el país presenta desafíos parecidos a la de Estados Unidos. “El público chileno colecciona los vasos de las distintas ediciones. Hay comunicación para incentivar que el público reutilice vasos de ediciones anteriores pero igual desean conservar el del festival en curso”, indican desde Fauna.

La presión también proviene de marcas patrocinadoras. “Efectivamente las marcas son distintas año a año y son las que buscan renovar y volver a producir vasos. O quienes presionan por evitar los vasos para que el público utilice los envases originales como botellas o latas. Uno de los desafíos es reutilizar elementos que tienen códigos visuales desactualizados como logos antiguos. El mismo público es el que pide ir renovando la imagen del festival lo que atenta contra la reutilización de piezas de diseño o gráficas”.
Pese a lo anterior, Fauna está incorporando acciones clave para reducir su impacto. “Los ejemplos de sustentabilidad que se implementarán en esta edición tienen que ver con la optimización logística: fomentar compartir el vehículo o el transporte colectivo, tener iniciativas de compostaje en el recinto para evitar los traslados de basura orgánica y evitar los traslados generales innecesarios, como transportar sólo lo necesario en lugar de llevar toda la bodega al recinto, por ejemplo”.
La urgencia de un cambio estructural
Chile consume cerca de 990 mil toneladas de plástico al año, de las cuales solo se recicla un 8,5 %, según cifras del Pacto Chileno de los Plásticos, impulsado por Fundación Chile. Esta cifra deja en evidencia la necesidad de que el reciclaje no basta. Frente a un modelo económico extractivo y lineal, la reutilización surge como un modelo circular que prolonga la vida útil de los objetos y reduce significativamente la generación de residuos.
El caso de los Juegos Olímpicos de París 2024, donde se usaron 20 millones de vasos reutilizables, marca una señal de hacia dónde debiesen avanzar las políticas públicas y privadas en esta materia, según explicó el medio estadounidense. Activistas de Upstream incluso proponen institucionalizar esta práctica como el “cuarto contenedor” junto a la basura, el reciclaje y el compost.
El desafío no es solo logístico o económico. También es cultural. Tal como se ha demostrado en Estados Unidos, el éxito de estos modelos depende de educar e involucrar al público para que entienda que el valor está en devolver, no en poseer. Donna Westmoreland, directora de operaciones de IMP, la organización que está detrás del Merriweather Post Pavilion, concluyó: “No puedes decir que vas a ser un evento ecológico y luego tener plásticos de un solo uso por todas partes”.
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