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Cómo son las cuestionadas escuelas religiosas para niñas que los talibanes expanden en Afganistán

Desde su llegada al poder en 2021, han tomado múltiples medidas para prohibir la educación a niñas y mujeres y expandir la presencia de escuelas religiosas. Mientras grupos que velan por los derechos humanos denuncian al régimen, algunas han buscado acceder a conocimientos por otras vías.

Cómo son las cuestionadas escuelas religiosas para niñas que los talibanes expanden en Afganistán. Foto: archivo / referencial.

Afganistán sigue siendo el único país del mundo que prohíbe a las niñas y mujeres acceder a la educación más allá del nivel primario. En 2025, 1,5 millones de niñas y mujeres jóvenes continúan sin asistir a la escuela, según alertó en mayo de este año un informe publicado por la UNESCO.

Las medidas para prohibir la educación contra estos segmentos de la población se han intensificado progresivamente desde que los talibanes llegaron al poder en agosto de 2021.

Las autoridades imponen a las mujeres cómo vestirse, los lugares a los que pueden ir y la obligación de estar acompañadas por sus tutores masculinos para viajar, entre otras estrictas medidas que son forzadas a acatar para no enfrentarse represalias.

En julio de este año, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió órdenes de arresto contra el líder supremo de los talibanes, Haibatullah Akhundzada, y el presidente del Tribunal Supremo del grupo islamista de línea dura, Abdul Hakim Haqqani.

“Con base en las pruebas presentadas por la Fiscalía, los jueces determinaron que existen motivos razonables para creer que han cometido, al ordenar, inducir o solicitar, el crimen de lesa humanidad de persecución (...) por motivos de género, contra niñas, mujeres y otras personas que no se ajustan a la política de los talibanes en materia de género, identidad o expresión de género y por motivos políticos contra personas percibidas como ‘aliadas de las niñas y las mujeres’”.

Desde el organismo aseguraron en su informe de julio que las investigaciones sobre la situación en Afganistán continúan, “centrándose en los presuntos delitos cometidos por miembros individuales del Talibán y del Estado Islámico de Jorasán”.

Cómo son las cuestionadas escuelas religiosas para niñas que los talibanes expanden en Afganistán. Foto: archivo / referencial.

En respuesta, los líderes talibanes acusaron al tribunal de mostrar “enemistad y odio hacia la religión pura del Islam”.

Distintas organizaciones internacionales que defienden los derechos humanos han manifestado su preocupación por las medidas que ha tomado el país para reprimir a la población, especialmente a mujeres y niñas.

Tras tomar el poder en 2021, los líderes talibanes declararon en un principio que la suspensión de la educación femenina sería temporal. Asimismo, algunos manifestaron que estarían dispuestos a que se volvieran a abrir las escuelas regulares, después de que se resolvieran los problemas de seguridad en el territorio.

No obstante, actualmente, las escuelas y universidades no religiosas siguen cerradas para la mitad de la población, según rescata CNN.

El ministro interino de Educación Superior, Nida Mohammad Nadim, declaró en un discurso en la televisión estatal a finales de 2022: “Les dijimos a las niñas que usaran el hiyab adecuado, pero no lo hicieron. Llevaban vestidos como si fueran a una ceremonia de boda”

“Las niñas estudiaban agricultura e ingeniería, pero esto no encaja con la cultura afgana. Las niñas deberían aprender, pero no en áreas que van en contra del islam y el honor afgano”, declaró refiriéndose a por qué se habían cerrado las escuelas.

En medio de este escenario, el gobierno talibán ha aumentado el número de madrasas para niñas y niños en Afganistán. Se trata de escuelas que entregan contenidos estrictamente regulados a los estudiantes.

De acuerdo a los datos de su Ministerio de Educación, se han establecido 22.972 con financiamiento estatal durante los últimos tres años.

Cómo son las cuestionadas escuelas religiosas para niñas que los talibanes expanden en Afganistán. Foto: archivo / referencial.

Cómo son las escuelas religiosas que los talibanes expanden en Afganistán

Un informe del Afghanistan Human Rights Center publicado a finales de 2024 denunció los cambios que los talibanes impusieron a los planes de estudio escolar en 2022.

Según la mencionada organización de monitoreo de derechos humanos en Afganistán, estos “no solo incumplen los objetivos de desarrollo humano de los instrumentos internacionales de derechos humanos, sino que también enseñan a los estudiantes contenidos que promueven la violencia y se oponen a la cultura de la tolerancia, la paz, la reconciliación y los valores de los derechos humanos”.

El documento acusa que los talibanes han “adaptado los objetivos educativos a su ideología extremista y violenta” y han modificado los libros de historia, geografía y religión.

A esto se le suma “la prohibición de enseñar conceptos como la democracia, los derechos de las mujeres y los derechos humanos, y la oposición a la educación y las libertades de las mujeres”, así como la imposición de “la narrativa histórica de los talibanes y la eliminación de los nombres de académicos no musulmanes”.

Un equipo de CNN pudo ver cómo es una de estas madrasas por dentro. En concreto, vieron la de Naji-e-Bashra, una escuela religiosa solo para niñas que se encuentra en las afueras de Kabul y que cuenta con la aprobación de los talibanes.

De acuerdo al citado medio, las matrículas en dicho lugar han aumentado considerablemente desde que los talibanes comenzaron a prohibir a las niñas una educación convencional.

Para la mayoría de las niñas afganas mayores de 12 años que desean recibir educación, estos establecimientos se posicionan como su única opción.

Al interior de la escuela, el equipo de CNN pudo ver cómo decenas de niñas recitaban versos del Corán, mientras este y otros libros religiosos figuraban en las salas.

En la oficina del director, vieron una bandera de talibán de gran tamaño, posicionada en un rincón.

Según informaciones rescatadas por el citado medio, Naji-e-Bashra es una institución privada. Esto se traduce en que los padres de las estudiantes, quienes suelen tener una situación económica más favorable que la de otras familias afganas, financian la escuela.

Aquello permite un margen levemente mayor para enseñar idiomas, ciencias y estudios islámicos.

En cambio, en las madrasas públicas que financia el gobierno, los planes de estudio son casi exclusivamente religiosos.

Cómo son las cuestionadas escuelas religiosas para niñas que los talibanes expanden en Afganistán. Foto: archivo / referencial.

El director de la madrasa Naji-e-Bashra, Shafiullah Dilawar, dijo a CNN que es partidario de los talibanes desde hace años y que “las estudiantes están muy contentas con nuestro entorno, con nuestro currículo y con nosotros”.

“El currículo de la madrasa está diseñado de forma que beneficia enormemente el papel de las madres en la sociedad, para que puedan criar buenos hijos”.

Dilawar negó que las escuelas en Afganistán se estuvieran utilizando para promover las ideas de los talibanes y afirmó que muchas de las familias están conformes con los planes de estudio que reciben sus hijas, ya que según él, gran parte de la población es altamente religiosa.

Cuando los talibanes fueron consultados sobre esta temática, rechazaron en varias oportunidades hacer declaraciones al citado medio.

Pese a las declaraciones públicas de los talibanes y los comentarios de Dilawar, muchas niñas y mujeres se han manifestado en contra de las restricciones y obligaciones que impone el gobierno.

Una joven de 23 años aseguró a CNN desde una línea telefónica segura: “Nunca tuve ningún interés en asistir a una madrasa. No nos enseñan lo que necesitamos aprender”.

Antes de que los talibanes llegaran al poder, ella figuraba como una estudiante sobresaliente de economía en una universidad privada. Además de cursar dicha carrera, trabajaba a tiempo parcial y estudiaba inglés por las noches.

“Si hace cuatro años me hubieran preguntado qué quería hacer con mi vida, tenía muchas metas, sueños y esperanzas. En aquel entonces, quería ser una gran empresaria. Quería importar de otros países. Quería tener una gran escuela para niñas. Quería ir a la Universidad de Oxford. Quizás tendría mi propia cafetería”, contó.

Pero esos planes se vieron frustrados en agosto de 2021. Con los talibanes en el poder, ya no podía asistir a clases ni ejercer su trabajo.

Las autoridades también cerraron la escuela a la que asistían sus hermanas menores, de entonces 11 y 12 años.

La joven de 23 años, a quien se ocultó su nombre real por motivos de seguridad, contó que sus hermanas “no comieron nada durante un mes” y “estaban angustiadas”.

“Me di cuenta de que se volverían locas así, así que decidí ayudarlas con sus estudios. Aunque lo pierda todo, haré esto”.

Cómo son las cuestionadas escuelas religiosas para niñas que los talibanes expanden en Afganistán. Foto: archivo / referencial.

Qué medidas han tomado mujeres y niñas para acceder a educación bajo el régimen de los talibanes en Afganistán

Ante las estrictas normas que el gobierno talibán ha impuesto para prohibir la educación a las niñas, la joven de 23 años reunió todos sus libros y empezó a organizar clases no solo para sus hermanas, sino que también para decenas de otras niñas de alrededor de 12 años.

Es así como cada madrugada, antes de que los guardias de seguridad salgan a recorrer las cercanías de la casa en la que les enseña, se reúne con unas 45 estudiantes, a las que les traspasa sus conocimientos en distintas materias.

Como no cuenta con financiación ni posee los materiales suficientes para abastecer los requerimientos de todas, las niñas comparten los libros, cuadernos y lápices.

Entre las materias que les enseña, se encuentran matemáticas, ciencias, inglés e informática, según detalló a CNN.

Pero aunque la joven de 23 años está convencida de que su labor es esencial para la educación de las niñas afganas bajo el estricto régimen talibán, reconoció que siempre se preocupa cuando llega el momento de que las niñas vuelvan a sus casas.

“Es muy peligroso. No tengo un solo día de la semana en que pueda relajarme. Cada día, cuando vienen a verme, me preocupo muchísimo. Me enfurece. Es un gran riesgo”.

La joven es consciente de que, si los guardias descubren sus actividades, podría enfrentar represalias y el cierre del espacio que utiliza para enseñar.

De hecho, hace unos meses, ya pasó por ese escenario. En ese momento, los talibanes llegaron a otra casa en la que impartía clases y la detuvieron. Pasó una noche en la cárcel y enfrentó represalias por no acatar las órdenes del gobierno talibán.

A pesar de los riesgos que conllevan las labores que realiza, cambió de locación y siguió haciendo clases.

Hasta hace unos meses, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) financiaba escuelas clandestinas en Afganistán, las cuales son conocidas bajo la categoría “educación comunitaria”.

El organismo también aportaba fondos a programas de estudio en el extranjero y becas en línea.

Sin embargo, la cancelación de contratos de ayuda por valor de 1.700 millones de dólares bajo la administración del presidente Donald Trump llevó a que muchos de estos programas educativos se quedaran sin sustento.

La joven de 23 años dijo a CNN que, a través de las iniciativas de financiamiento de la USAID, pudo estudiar una licenciatura en administración de empresas. Sin embargo, el programa que cursó fue cancelado en junio.

Comentó que, para ella, significó “la cancelación de mis esperanzas y sueños”.

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