Con mosh incluido: el retorno de Pánico, rock duro a la vena

Pánico. Foto: Pedro Rodríguez.

La banda nacional, precursora del rock independiente en nuestro país, llegó al escenario Banco de Chile para despachar un show impecable, que congregó a cientos de chicas y chicos pánico ansiosos y enérgicos por el retorno de un grupo indispensable del género. El setlist incluyó temas como No me digas que no si quieres decirme que sí, Una revolución en mi barrio y la icónica Transpíralo.


La tarde del domingo ha sido la más calurosa del festival. Los puntos de hidratación repartidos por el parque Bicentenario de Cerrillos mantuvieron filas constantemente, mientras que las esperas previas a los shows se tornaban algo más sudorosas que los otros días. Pero eso poco le importó a quienes esperaban la presentación de Pánico, una de las bandas más importantes del rock independiente en nuestro país y que hoy sellaría oficialmente su retorno a los escenarios.

Los fanáticos de la banda fundada entre Francia y suelo nacional tuvieron su primera probada del regreso el pasado 9 de marzo, en la Terraza Trotamundos de Quilpué, donde los músicos llegaron para realizar uno de los dos sideshows pactados para esta versión del Lollapalooza, y que continuarán el 23 de este mes en el Teatro Coliseo. Mientras que, en el cartel principal, su nombre figuraba como uno de los shows imperdibles del último día.

Pasaron pocos minutos para que los alrededores del escenario se repletaran de jóvenes y adultos vestidos mayormente de negro. Una mezcla de los fanáticos históricos del grupo -que tuvo su auge en el underground de los años 90- y una muchachada que, probablemente, presenciaba su primer concierto de la banda, que hace casi una década que dejó los escenarios para emprender proyectos paralelos.

Pánico. Foto: Pedro Rodríguez.

Poco tiempo después de las 16:30, Edi Pistolas, Juanito Zapatilla, Carolina Tres Estrellas, Tatán Cavernícola y Memoria Radial se abrieron paso en el escenario, tras revisar los últimos detalles técnicos que los mismos Edi y Juanito habían ajustado minutos antes del show en la tarima, recibiendo algunos gritos emocionados por parte de los seguidores más entusiastas.

No me digas que no si quieres decirme que sí, fue la pista encargada de abrir los fuegos, entre los saltos y euforia de los asistentes. Energía que no tardó en decantar en el clásico mosh, y que se mantuvo a tope a lo largo de una hora.

Los guardias apostados en el medio del público fueron más que piadosos: a lo largo del show, alimentaron la energía de los presentes lanzándoles agua, para mantenerlos frescos y dispuestos a continuar.

Una revolución en mi barrio, Rosita, Demasiada confusión y Chica bonita también fueron parte del set, y parte de lo más disfrutado por el rockero respetable. Hace unas semanas, y en medio de los ensayos para su presentación en el Lollapalooza, Edi Pistolas señaló a Culto que la música pánica era “como andar en bicicleta”, una energía que no se agotaba (ni mucho menos olvidaba) con el pasar de los años.

Arriba del escenario, vestidos todos de negro y con una actitud llena de la potencia que obliga un repertorio como el suyo, Pánico demostró que, efectivamente, el estilo pánico es algo que no se olvida. La dosis de rock a la vena que necesitaba la última tarde del festival en Cerrillos, por supuesto, con el cierre a todo lo alto con la clásica Transpíralo.

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