Los Colonos: crónica por dentro de una aventura cinematográfica

Foto: © Quijote Films

Con aplausos y elogiosas críticas, esta semana el Festival de Cannes acogió el debut del primer largometraje del realizador nacional Felipe Gálvez. La cinta, una aproximación al genocidio del pueblo selk’nam a través de una historia con ecos de western y thriller político, alzó el premio FIPRESCI. Aquí, su director relata en primera persona su experiencia en el evento y el largo camino para materializar el filme.


“Hace ocho años, me embarqué en una de las aventuras más hermosas y desafiantes de mi vida. Tomé la decisión de realizar una película sobre el genocidio selk’nam en Tierra del Fuego. Esta idea parecía ambiciosa y poco probable de concretar, pero como en toda gran travesía, en el camino sucedieron innumerables encuentros con personas que se unieron a este épico desafío. Gente proveniente de diferentes rincones del mundo quiso sumarse a este viaje.

El 22 de mayo de 2023, a las 14:00 horas, finalmente llegó el estreno de la película. Frente a más de mil personas, Los colonos cobró vida en Cannes, el festival más importante del mundo. La proyección se llevó a cabo en la sala Debussy, la favorita de Jean Luc Godard. Durante los últimos años, había soñado incontables veces con estar en ese lugar. Recuerdo haber despertado muchas noches a mi compañera Antonia Girardi, co-guionista de la película, para preguntarle si creía que algún día llegaríamos a filmarla. Con su serenidad habitual, ella siempre me aseguraba que lo lograríamos y me convencía de volver a dormir.

Foto: Vale Fiorini

La ovación que recibió la película al finalizar, me despertó definitivamente. Después de años de trabajo y un amor incondicional por el cine, me había convertido en un director. Esa transformación tenía un significado que es difícil de explicar. El camino para lograrlo fue arduo, pero al mirar el cine lleno de personas emocionadas, tanto desconocidos como aquellos que me habían acompañado durante todos estos años, sentí una gran emoción. Mi cabeza se llenó de recuerdos.

El guion de esta película se terminó de escribir hace cuatro años. Estaba guardado en un computador, esperando el financiamiento para ser filmado algún día. Los colonos fue una coproducción entre ocho países, y Chile fue el último en apoyarnos. Sin embargo, durante la espera, tres veces me dijeron que no era capaz de realizar esta película. Me catalogaron como un simple editor y no como un director de cine. Recuerdo una de las frases más agresivas que recibí en una de las devoluciones del fondo audiovisual chileno: “Los colonos es una flecha que no apunta a ningún lugar, en definitiva, es un ladrillo en la cabeza”. Así es cómo nos tratan a los cineastas que luchamos por contar historias. En mi caso, elegí una página que Chile decidió borrar de su historia oficial y quise develar al mundo, reflexionando sobre el desprecio que mi país siente por su propio pasado.

La película ha adquirido su propia vida. Se encontrará con espectadores de todo el mundo, será estrenada en cines en Chile, Francia, España, Inglaterra, Estados Unidos, Taiwán y en muchos festivales que ya comienzan a invitarnos. Además, estará disponible en Mubi, en gran parte del mundo.

La aventura por fin llega a su fin, o en realidad recién comienza, pero la injusticia y el menosprecio hacia la historia y la violencia sufrida por los selk’nam continúa. Su imagen sigue siendo explotada como un souvenir de nuestro país, que los considera un pueblo extinto, sin vida. En estos días, en el senado duerme un proyecto de ley que busca reconocer oficialmente la existencia del pueblo selk’nam.

Foto: © Quijote Films

Creo que sería de suma importancia que esta ficción pueda resonar en el presente, y que este hecho vergonzoso y violento de nuestra historia pueda ser difundido por todo el mundo. Me parece crucial que los discursos que abogan por centrarnos en el presente y mirar hacia el futuro, tratando de ocultar nuestra historia, queden en evidencia. Confío en que el presidente Boric, al ser de la región donde ocurrieron estos terribles crímenes, no solo pueda ver esta película, sino también pedir perdón al pueblo selk’nam en nombre del Estado chileno, por la violencia que han sufrido durante más de un siglo, y que se les reconozca por fin como un pueblo vivo.

El cine es una máquina peligrosa, capaz de distorsionar la historia, pero también es una máquina hermosa que nos permite reconectarnos con nuestras emociones y nuestro pasado, y reescribir la historia. Solo queda, para dar cierre a esta aventura, que la película se estrene en los cines de Chile y que podamos reflexionar juntos”.

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