
Nicolas Winding Refn: “Siempre que a Alejandro Jodorowsky le pregunto cómo está, dice que feliz y que se siente vivo”
Mientras alista su primera película en una década, el reconocido director danés llega a Mubi con la versión restaurada de Pusher, su primer largometraje, y de sus dos secuelas. Una oportunidad para hablar sobre sus orígenes, los retos del cine actual y su amistad con el artista chileno. “En mi casa soy sumiso y cuando trabajo tengo todo el control”, indica a Culto.

Nicolas Winding Refn tenía 25 años cuando estrenó Pusher (1996), su primer largometraje. Con más ganas que conocimientos o recursos económicos, e inspirado en clásicos como Contacto en Francia (1971) y Calles peligrosas (1973), filmó y coescribió la historia de un narcotraficante de Copenhague que fracasa en un negocio de heroína y corre a contrarreloj para recuperar el dinero de la fallida transacción.
Esa cintas fue el inicio de una carrera que posteriormente se afianzaría con películas como Bronson (2008), con Tom Hardy, y Drive (2011), con Ryan Gosling, obras elogiadas (y odiadas) por su retrato del trauma y la violencia. Y que recientemente se expandió al streaming con series en las que consiguió mantener su sello autoral.

Aunque a mediados de los 90 era un veinteañero sin mayores credenciales, logró que el protagonista de su ópera prima fuera Kim Bodnia, un actor que, según explica, “en ese momento era la verdadera estrella internacional que Dinamarca iba a producir, pero su vida dio un giro extraño y Mads Mikkelsen se convirtió en la estrella danesa en cuanto a actuación”.
Pusher contó con las primeras actuaciones en cine del intérprete de Otra ronda (2020) y de Zlatko Burić, demostrando su buen ojo para juntar a talentos probados y a otros debutantes. “Era un reparto muy sólido. Dicen que si tienes un buen reparto, la mitad de la película ya está hecha”, indica a Culto a través de videollamada, mientras de fondo deja ver posters de trabajos de su rúbrica como The Neon Demon (2016).
El realizador comparte esas reflexiones a raíz del estreno de la versión restaurada en 4K de Pusher, que debutó en el Festival de Venecia 2024 y llegará al catálogo de Mubi este 18 de julio. Ese día también se sumarán a la plataforma las copias remozadas de Pusher II (2004) y Pusher 3 (2005), secuelas que, reconoce, hizo en un momento de apuros económicos.
En medio del rodaje de Her private hell, su primera película en una década, el director habla sobre sus orígenes, los retos del cine actual y sus anteriores proyectos para servicios de streaming. También se refiere a su amistad con Alejandro Jodorowsky, a quien conoció en su casa en París antes de hacer Drive y tiempo después lo bautizó como “hijo espiritual”.

-Ud. participó en la restauración de Planet of the vampires (1965). ¿Vivir esa experiencia le ayudó a concluir que quería restaurar la trilogía Pusher?
No específicamente. Planet of the vampires es un filme que me encanta, creo que es increíble, y fue un gran momento cuando se proyectó en Cannes Classics (en el año 2016). Cuando el 4K llegó al mercado y los formatos físicos tuvieron su renacimiento en 4K, sentí que era hora de volver atrás y restaurar mi trabajo anterior, empezando por la trilogía Pusher en 4K. Personalmente soy un gran fanático del 4K y todavía me encantan los formatos físicos. Así que quería empezar desde el principio. Por suerte había rodado los filmes de Pusher en 16 mm, en Super 16, por lo que teníamos negativos de película a los que recurrir para que la restauración fuera correcta.
-¿Cómo recuerda la época de su vida en que hizo la primera Pusher? ¿Cómo cree que esa película lo definió como cineasta?
¿Cómo me definió? No sé muy bien cómo responder a eso, pero diré que Pusher me dio la oportunidad de ser cineasta. Y con eso, me dio una carrera. Tuve mucha suerte. Digo, creo que es difícil hablar de lo que te define porque realmente... Yo no puedo verme de esa manera. Dejaré que expertos como tú decidan. Sólo puedo ser fiel a mí mismo, porque esa es la única obligación que realmente tengo como artista: que, por el tiempo que yo te pido, te entregue algo que salga del corazón. Te guste o no, esa es tu decisión, pero no puedes decir que no fue real.

-¿Hoy se siente tan libre como en aquel entonces?
Tomé una decisión muy temprana, incluso antes de empezar a hacer películas: nunca trabajaría para nadie, viviría la vida a mi manera. Obviamente me di cuenta de que no podía hacerlo porque me casé y tuve hijos. Pero, al menos en mi trabajo, podía determinar la realidad. Así que esa es mi dualidad: en mi casa soy sumiso y cuando trabajo tengo todo el control.
-En el documental Cowboy de Copenhague: Bajo las luces de neón con Nicolas Winding Refn dice que siempre que finaliza algo, lo exorciza. ¿Qué siente al recordar sus orígenes?
Bueno, se siente extrañamente romántico. Cuando hice la parte dos y tres (de Pusher) estaba muy endeudado, tuve a mi primera hija, las cosas eran bastante difíciles. Las hice con esa desesperación por sobrevivir y usando mi propio sentido de haberme convertido en padre. Pero cuando tuve que volver a la parte uno, fue como volver al origen, donde todo empezó. Y creo que la conclusión después de haberla restaurado, visto y preservado fue: Dios mío, qué suerte tuve de tener la edad que tenía, con la arrogancia de la juventud, mi impulso absoluto de voluntad de hierro y mi confianza. Yo no sabía cómo hacer una película, pero tenía la voluntad de hacerla. Esa especie de inocencia sólo se tiene una vez. Después simplemente se convierte en una carrera, pero antes de eso eres completamente libre.

-¿Qué aprendió de su experiencia haciendo series de televisión para Netflix y Prime Video?
No es que haya aprendido algo, porque no cambié mi actitud mientras las hacía. Too old to die young terminó siendo nueve u ocho películas de 90 minutos y un episodio de 30 minutos, así que para mí fue sólo una película de 14 horas con algunas pausas entremedio. Cowboy de Copenhague era quizás más convencional en su formato de serie, pero tenía un vínculo más estrecho con Pusher. En cierto modo cuando hice la parte dos y tres (de Pusher) era el comienzo de la era dorada de la televisión, porque Los Soprano lo había cambiado todo en cuanto a la televisión. Así que la parte dos y tres se inspiraron mucho en la idea de Los Soprano como serie, pero en aquel entonces decidí hacerlas como largometrajes. Hoy en día lo más probable es que sería una serie de televisión. Así que cuando Netflix y yo hablamos de trabajar en otra entrega del universo Pusher, dije: realmente sólo puedo hacerla como una serie, y ya no me interesa la realidad como antes, porque hoy en día todo es real y las redes sociales han creado una nueva definición de la realidad. Así que la fantasía se impuso, y así nació Cowboy de Copenhague, que podríamos llamar Pusher 4.
-Son tiempos muy turbulentos para el mundo y para el arte. ¿Qué siente al volver a hacer cine ahora?
Bueno, es una buena pregunta porque yo me la hago a diario. Se habla mucho del cine, de su preservación, de cómo está el mercado, de cuáles proyectos se hacen y cuáles no. Y a veces siento que olvidamos hablar de lo más esencial: ¿cuál es la diferencia entre una película y algo para televisión, ya sea una serie o un filme para televisión? (La respuesta) es que es para el cine. Es la experiencia colectiva a la que asistimos. Es la dedicación de tiempo que romantizamos, de concentrarnos en una experiencia específica, de hacer un esfuerzo.

“Todavía recuerdo todas las veces que lleve a mis hijas al cine. Recuerdo cuando llevé a mi hija pequeña a ver dos películas seguidas, (pero) no recuerdo qué vi en televisión con ella. Así que creo que hay algo que debemos recordar por sobre todo: si podemos seguir haciendo películas, pero no hay cines, ¿qué estamos haciendo? Obviamente los formatos físicos son increíbles y me encantan. Tal como dije, me encanta el 4K, pero me encanta porque (esas películas) fueron hechas para el cine y se proyectaron en una sala; aunque sólo fuera durante un día, está bien, porque la aspiración real era tan grande que tenía que mostrarse en un centro público. Creo que esa es parte de la tradición, es parte del romanticismo del cine”.
-¿Qué puede adelanta sobre su nueva película, Her private hell?
Bueno, me cuesta decir algo porque aún no la he terminado. Ya verás.
-Tiene un muy buen reparto.
Sí, es un reparto muy bueno. Estoy muy contento y tengo mucha suerte de trabajar con tan buenos intérpretes.
-Ud. ha dicho en numerosas ocasiones que su mayor influencia cinematográfica es Alejandro Jodorowsky. Ambos se volvieron muy cercanos. ¿Hoy siguen en contacto?
Sí. Durante los últimos 15 años siempre hemos seguido en contacto. Lo conocí en un momento muy importante de mi vida, y supongo que también de la suya. Pasé muchas horas con él en París. Hemos viajado juntos. Recuerdo mucho esos momentos y espero que sigamos haciéndolo. Digo, nadie vive para siempre, pero cada vez que le pregunto cómo está, siempre dice que está feliz, que está vivo ese día.
-¿Y cómo sigue inspirándolo?
Creo que Alejandro fue muy bueno en un momento en el que yo tenía que descubrir qué quería hacer y ser de verdad. Y me dedicó unas palabras muy buenas que siempre recuerdo.
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