20 Grand Slam, la mayor rivalidad en la historia del tenis y su relación con Chile: los hitos que salen a flote tras el retiro de Roger Federer

Federer y el título del Australian Open en 2017. (AP Photo/Aaron Favila, File)

El fin de la carrera profesional del suizo trae a la memoria grandes episodios que vivió y cosechó durante las últimas dos décadas. Su vínculo con Nadal, la admiración que demostró por Marcelo Ríos y el domino abrumador en la primera parte del siglo XXI son algunos de ellos.



El fin de la carrera de Roger Federer es también el fin de una época de la historia del tenis. Su figura, omnipresente para muchos, fue demasiado relevante durante el siglo XXI como para no entender que gran parte de lo que se ve actualmente con la pelota amarilla tiene que ver con él. Inspiración absoluta para las nuevas generaciones, embajador del deporte durante el nuevo milenio y ganador compulsivo de los mayores torneos del circuito, el suizo es el emblema del tenis moderno.

Aquello hace imposible destacar todos los momentos claves de su historia sobre una cancha de tenis. Sus logros, tristezas y marcas podrían dar (y lo han hecho) con cientos de páginas de un libro de tapa dura, pero los más importantes están aquí: su etapa de chico rebelde, sus títulos de Grand Slam, sus enfrentamientos con Nadal y (para cercanía del país) su vínculo con Chile.

El primer tópico hace referencia al Federer antes de ser Federer. Años antes de que cayera el primer grande en Wimbledon 2003, cuando aún era un adolescente con el pelo teñido rubio y que vivía en una pieza de Basilea que contaba con posters de Shaquille Oneall y Michael Jordan, en sus etapas de los Orlando Magic y Chicago Bulls respectivamente.

Fueron años de rebeldía para el suizo, quien aún lejano de esa imagen perfecta y cuidada, se dedicaba a romper raquetas, escuchar ACDC y Metallica en los gimnasios y a no trabajar mucho. “Yo sabía de lo que era capaz y cometer errores me volvía loco. Había dos voces en mi interior, el ángel y el demonio, supongo, y uno no podía creer lo estúpido que era el otro. ‘¿Cómo has podido fallar eso?’, decía uno. Y entonces yo estallaba. Mi padre se avergonzaba tanto que me gritaba para que me callara. Y después, de vuelta a casa en coche, era capaz de conducir durante una hora y media sin media palabra”, comentó el mismo Federer en el libro “Master”, publicado en 2021.

En ese mismo libro muchos de los personajes que convivieron con el suizo en esa etapa dieron sus versiones. Paul Dorochenko, preparador físico y fisioterapeuta de Federer en esa etapa, admitió tener que ir a buscarlo para hacer ejercicio, porque se le olvidaba ir. Por otra parte, Darren Cahill, entrenador de Agassi, Hewitt y Simona Halep, lo conoció en los 90 y confesó: “En aquella época tenía unos andares un poco como John Travolta en Fiebre del Sábado por la Noche cuando se movía por la pista. En plan ‘eh, tío, soy el amo de esta pista y aquí es donde quiero estar”.

Pero todo cambió en 2001, cuando perdió estando en el Top20 del planeta ante el argentino Franco Squillari en la primera ronda de Hamburgo. Roger rompió raquetas y mostró su malestar frente a las cámaras, algo que finalmente lo marcó. “Aquel fue un momento decisivo en mi carrera. Al cabo de un tiempo, empezó a ser incómodo verme de aquella manera en televisión. Da muy mala imagen . Me dije a mí mismo: ‘Esto es de idiotas. Compórtate un poco’”, admitió en el mismo libro citado con anterioridad. Un cambio que trajo consigo una de las etapas que mayor dominio ha visto la historia del tenis, la etapa en que nadie podía ganarle.

Federer cuando ganó el Orange Bowl en 1998. (Photo By Ron C. Angle/Getty Images)

Los años dorados y su enfrentamiento con Nadal

Desde ese primer Wimbledon en 2003 hasta la final del mismo torneo en 2008 nadie era capaz de hacerle peso al helvético. Incluso esa superioridad se podría prolongar hasta 2010 si se saca de la ecuación a Rafael Nadal, con quien vivió la mayor rivalidad (aunque de amigos tienen mucho) en la historia del tenis. Pero antes de la explosión del mallorquín, el suizo modificó la carrera de un sin fin de jugadores que soñaban con dominar el tenis a comienzos de los 2000, como Andy Roddick, Lleyton Hewitt, Marat Safin y Juan Carlos Ferrero.

Pero en lo que concierne a los años dorados de Federer, se puede asegurar que estos comenzaron cuando conquistó su primer grande y se prolongaron por cinco temporadas de forma inapelable. En 2003 fue Wimbledon y el Torneo de Maestros. En 2004 fueron el número uno, tres Grand Slam, el Masters de final de año y otros tres Masters 1000. Para 2005 Wimbledon y el US Open, junto a otros cuatro Masters 1000. En 2006 y 2007 conquistó tres Grand Slam cada año y en ambos perdió la final de Roland Garros ante Rafael Nadal, mantuviendo de todas formas el número uno del mundo de forma continua.

En 2008 en cambio llegó el primer momento en que Nadal se metió con fuerza en la rivalidad. Las derrotas en Roland Garros en ese momento no eran tan importantes, porque por una parte Federer nunca fue un especialista en polvo de ladrillo y por otra el español tampoco podía hacerle daño si no era sobre la superficie naranja. Por eso la final de Wimbledon 2008, en donde Federer cayó en cinco sets, en el que para muchos es el mejor partido en la historia del tenis, fue un cambio de paradigma. La derrota en el Open de Australia de 2009, en donde “Su Majestad” terminó con llorando post partido, la prueba final. Pese a que después de eso logró ganar su primer Roland Garros, además de un Wimbledon y un Australian Open en un periodo de un año, Federer ya nunca más corrió solo. A su lado siempre estuvo Nadal y después Djokovic.

Pese a que aquello pudo provocar un roce potente en la relación de ambos, el respeto y la admiración siempre estuvieron presentes entre ambos. Con el pasar de los años incluso se les puede tildar de amigos. Comparten llamadas constantes, se ayudan en sus fundaciones e incluso Federer ha dicho que llevaría a sus hijos a las academias del español si estos desean transformarse en profesionales. “Nunca hay que subestimar a un campeón como él. Nunca subestimen a un gran campeón. Estoy orgulloso de compartir contigo esta Era. Tu increíble ética de trabajo, dedicación y espíritu combativo son una inspiración para mí y para innumerables personas en el mundo”, le escribió Roger cuando Nadal ganó el Open de Australia de 2022.

Federer y Nadal en la final de Wimbledon 2006. (AP Photo/Anja Niedringhaus, File)

Marcelo Ríos y Fernando González, su vínculo con Chile

Pese a que Roger Federer visitó solo una vez el país, Chile siempre estuvo en su radar. Influenciado por el juego rupturista del “Chino”, el suizo siguió de forma cercana su carrera, tildándolo incluso como uno de sus jugadores favoritos.

Aquello lo confesó en una entrevista de La Tercera en 2019, horas antes de enfrentar a Alexander Zverev en una exhibición que se realizó en el Movistar Arena. “Para mí, Marcelo era una especie de jugador perfecto, con un increíble timing y mucho feeling. Jugaba diferente a todos. Mis jugadores favoritos eran Pete Sampras, Stefan Edberg, Boris Becker y luego Marcelo Ríos, que es de una generación posterior. Entonces, cuando tuve la oportunidad de jugar con él fue un gran momento en lo personal”, señaló.

Pero no solo se quedó ahí, porque cuando tuvo que inventar a su jugador perfecto, dos chilenos aparecieron: “Debería tener la derecha de Fernando González, quizás, por qué no; el toque de Marcelo Ríos; el servicio de John Isner o Pete Sampras y el revés de Agassi o Novak; el espíritu luchador de alguien como Rafa; la volea de Stefan Edberg o Rod Laver y la tranquilidad de Björn Borg. No me voy a poner a mí mismo”, confesó en aquella oportunidad.

Una entrevista que realizó en el último tramo de su carrera profesional. Cuando ya había levantado 20 Grand Slam, sido número uno del mundo por 310 semanas y ganado 103 títulos ATP. Números que demuestran una leyenda que incluso va más allá de sus propias estadísticas.

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