Andrés Schneiter: “Veo complicado que Garin vuelva a jugar este año”

Andrés Schneiter, realizando reparaciones en su casa de Colegiales, en Buenos Aires.

Tras muchos intentos y cambios, la mejor raqueta de Chile encontró en julio de 2018 la mano que potenciara al fin su rendimiento. Del ranking 159 lo llevó al 18. Cuando mejor les iba, llegó la pandemia. Entrevista con el técnico argentino que dirige a Christian Garin.



Hace dos meses y medio, un emocionado Andrés Schneiter (44) festejaba el primer título ATP 500 en la carrera de su pupilo Christian Garin. Era su segunda corona del año, después de la de Córdoba, a comienzos de febrero, y Gago se ubicaba dentro de los seis mejores tenistas de la temporada, a falta de disputar todos los Masters 1.000, especialmente los de arcilla. El entrenador argentino acababa de dejado de conducir a su otro dirigido, su compatriota Juan Ignacio Lóndero, para dedicarse exclusivamente al chileno.

Había mucha ilusión con lo que pudiera venir para el resto de 2020 e, incluso, la posibilidad de ser top ten no aparecía como algo descabellado, tomando en cuenta la poca defensa de unidades que el número uno del país tenía por delante. Sin embargo, el coronavirus frenó todo y hoy el técnico combate el confinamiento en su casa de la zona de Colegiales, en Buenos Aires, concentrado en cosas totalmente alejadas del tenis. Y hasta se abrió una cuenta de Instragram (@gringoschneiter) para compartir sus vivencias.

¿Cómo han sido estos días en la casa?

A mí me gusta estar en casa, no lo paso mal, pero ya llevamos 45 días y cada vez se hace más pesado. Aquí, en Argentina, el gobierno apuntó mucho a la parte de la salud y se ve que va a seguir con esa postura. No se ve que quiera flexibilizar mucho y se ve complicado, porque la parte económica también le está afectando mucho a la gente. No sé qué va a pasar. El presidente optó por la salud y en la salud estamos bien. No se ha contagiado mucha gente y solo se han muerto 200 personas. Es un montón de gente, pero comparado con otros países no está tan mal. Está tomando demasiada cautela por el lado de la salud, y la parte económica la deja muy de lado y ahí entramos todos.

¿Colabora en las tareas del hogar? ¿Le toca hacer aseo?

No. Aseo hace mi mujer, pero yo hago de todo en mi casa. Reparé y puse luces: lijo, pinto, arreglé parte de la casa. He hecho de todo; saqué piso, levanté piso, quitamos puertas, restauramos. De todo, realmente. No me queda casi nada que hacer, solo un tema con la escalera y estoy listo. Ahora voy a laburar de maestro.

¿Cómo lo hace con sus hijos?

Yo tengo dos chicos grandes, de 21 y 16. Uno de ellos está con mucha tarea, porque el colegio está con mucha tarea online, y jugando todo el día a la Play. Y el otro tiene que empezar a estudiar porque tiene que dar unos exámenes finales de Arquitectura. Y, por otro lado, yo con mi mujer hacemos lo que podemos. Por suerte, tenemos dos perros y salimos todos los días a caminar bastante. Aquí se puede pasearlos. Esa es nuestra única salida.

¿Cómo enfrenta desde lo deportivo lo que está sucediendo?

Es inesperado que estemos viviendo este año así. La verdad que pensábamos que este año iba a ser buenísimo. Arrancó muy bien, las expectativas eran buenas. A mí lo que más me duele es que es otro año más sin tener la experiencia de jugar los Masters 1.000. Siempre decimos que nuestro desafío es jugar bien los torneos grandes, pero se nos ha dado que no los hemos jugado en los dos años que llevamos. Ese es el problema, que también es grande; Christian todavía no ha jugado un Montecarlo, un Roma o un Madrid, y Roland Garros lo ha jugado una sola vez. Entonces, está bueno tener ese fogueo de los torneos. A mí eso es lo que más me duele; molesta mucho no jugarlos.

¿Cree que este año se vuelva a jugar?

La verdad es que se ve muy complicado; no se ve nada fácil, porque veo que el tenis va a ser un deporte que se va a empezar a jugar rápido, creo yo, a nivel social. Pero, a nivel de competición, va a ser muy complicado, porque tienen que estar abiertas todas las fronteras para poder jugar y esa es la parte que veo difícil. Veo complicado que Christian vuelva a jugar este año. Que el circuito se reanude.

Su pupilo debe estar un poquito aburrido.

Christian tuvo semanas complicadas, estuvo enfermo de una amigdalitis o algo medio fuerte en la garganta. Le hicieron el test de coronavirus, pero no tenía nada. Después tuvo una semana más aburrido y ahora la va llevando mejor, porque se abrieron algunos lugares y pudo ir a jugar un par de veces al tenis o hacer gimnasio fuerte. Ha jugado algunas veces con Nico Massú, que está allí, en Santiago. También se había comprado una bici para ir al cerro. A nosotros esto nos pegó mal. Yo creo que cuando se abra todo, Christian va a tener un año muy bueno. Y si no es ahora, será el año que viene. Qué le vamos a hacer. Creo que, dentro de las mismas condiciones, nosotros estamos mejor, porque terminamos con mucha confianza.

¿Cómo es su rutina con él?

En realidad, lo que arreglamos este año por ahora es que siga manteniéndose lo que más pueda, se le pasan trabajos físicos. Yo hablo seguido con él y estaba yendo a jugar dos o tres veces por semana, como podía, en Chile. Estamos esperando hasta que falte menos tiempo para una supuesta fecha de comienzo, donde empezaremos a hacer una pretemporada. Yo no puedo hacer nada porque ni siquiera puedo salir de Argentina. Por ahora, tenemos que seguir así, porque no sabemos cuándo vamos a jugar.

¿Está congelada la relación contractual?

Seguimos como estamos siempre, con nuestros arreglos normales. Lo que pasa es que mientras no jugamos, no generamos nada. El lado económico nos afecta a todos. Por ahora esperando. Por suerte tuvimos un buen comienzo de año donde nos vino bien.

Djokovic propuso un sistema de aportes, según ranking, y Garin es el top 20 de menores ingresos. ¿Qué le pareció?

Eso quedó en nada. Se desestimó rápido. Fue una cosa que quiso Djokovic en algún momento, pero de los jugadores nadie estuvo de acuerdo, porque la diferencia del aporte entre los mejores con los que estaban más atrás era muy poca. Era muy grande la plata que tenían que donar los que estaban más atrás y muy poca los que estaban adelante.

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