
La cantera de la Sub 20: la nueva generación de la Roja deja atrás a los tres grandes y desarma una tendencia histórica
La escuadra de Nicolás Córdova tiene apenas a seis jugadores de la U, Colo Colo y la UC. Se trata de la cifra más baja en este tipo de certámenes en los que ha participado la Roja.

La nómina de Chile para el Mundial Sub 20 de 2025 marca un hito peculiar en la historia reciente del fútbol juvenil: hay apenas seis jugadores provenientes de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica. Se trata de la Selección con menor representación de los denominados “grandes” del fútbol chileno en torneos de esta categoría desde 1987. El análisis histórico revela patrones disimiles.
En la convocatoria de la Roja de 1987, dirigida por Luis Ibarra, los equipos más populares aportaban un total de siete jugadores: Colo Colo con tres (Javier Margas, Juan Carreño y Reinaldo Hoffmann), Universidad de Chile con uno (Luis Musrri) y Universidad Católica con tres (Raimundo Tupper, Luka Tudor y Fabián Estay).
Ocho años después, para el Mundial de Qatar 1995, la tendencia de concentración en los clubes tradicionales se acentuó. Colo Colo envió cinco jugadores (Francisco Fernández, Dion Valle, Frank Lobos, Ariel Salas y Héctor Tapia), mientras que Universidad Católica lideró la nómina con siete jugadores (Nelson Garrido, Jorge Vargas, Carlos Barraza, Alejandro Osorio, Sebastián Rozental, Juan Carlos Madrid y Dante Poli). Universidad de Chile, en contraste, no aportó futbolistas a ese plantel. En total, los grandes sumaron 12 futbolistas, el récord más alto de la historia en estas siete nóminas analizadas.
En Argentina 2001, la Selección mostró un reparto más equilibrado, con ocho jugadores provenientes de los clubes históricos: tres del Cacique (Sergio Fernández, Gino Reyes y Eduardo Lobos), tres de la U (Johnny Herrera, Nelson Pinto y Sebastián Pardo) y dos de la UC (Hugo Droguett y Gonzalo Villagra). Esta generación reflejó la dispersión del talento juvenil hacia otros equipos, pero manteniendo una presencia destacada de los grandes.
En el caso del Mundial de Países Bajos 2005, los clubes tradicionales aportaron nueve futbolistas. Colo Colo envió cuatro (Sebastián Montesinos, Fernando Meneses, Felipe Muñoz y Matías Fernández), Universidad de Chile dos (Marcelo Díaz y Nicolás Canales) y Católica tres (Iván Vásquez, Carlos Arias y José Pedro Fuenzalida). Aunque menor que la cifra de 1995, seguía siendo una representación significativa en la nómina.

El Mundial de Canadá 2007 reflejó un cambio notable: la contribución de Colo Colo se redujo a un solo jugador (Juan Pablo Arenas), mientras que Universidad de Chile aportó dos (Nicolás Larrondo y Nicolás Medina) y Universidad Católica cuatro (Cristopher Toselli, Mauricio Isla, Gary Medel y Hans Martínez). El total de siete futbolistas de los grandes coincidió con la cifra de 1987 y Turquía 2013, mostrando que la dispersión de talento ya comenzaba a consolidarse. Aunque en el caso de la cita en Norteamérica, donde el combinado de José Sulantay logró el bronce, a los albos se les puede sumar Arturo Vidal, quien ya había partido al Bayer Leverkusen desde Macul.
En 2013 se mantuvo la misma cifra total de siete jugadores de los clubes más históricos: dos de Colo Colo (Claudio Baeza y Álvaro Salazar), cuatro de Universidad de Chile (Valber Huerta, Igor Lichnovsky, Sebastián Martínez y Nicolás Maturana) y uno de Universidad Católica (Nicolás Castillo). La nómina de Mario Salas mostró un mayor peso de la U. Además, Christian Bravo y Ángelo Henríquez fueron formados en el cuadro laico, pero en ese momento ya militaban en el extranjero. Situación similar a la Bryan Rabello, entonces en Sevilla, pero nacido futbolísticamente en el Monumental.
Finalmente, la nómina de Chile 2025 acentuó la tendencia: apenas seis jugadores provienen de los clubes grandes, la cifra más baja de los últimos 38 años. Colo Colo aporta tres (Nicolás Suárez, Francisco Marchant y Gabriel Maureira), Universidad de Chile dos (Flavio Moya e Ignacio Sáez) y Universidad Católica solo uno (Juan Francisco Rossel). La Selección, dirigida por Nicolás Córdova, refleja un cambio generacional donde el talento juvenil emerge con fuerza en otros equipos, reduciendo la dependencia histórica de los grandes clubes. Sin embargo, hay casos como el de Agustín Arce, quien figura en los registros de Deportes Limache, a préstamo desde la U.
El contraste con 1995, o sea, en 30 años cerrados, es evidente: aquel plantel con 12 jugadores de los grandes representaba un “control” del talento en los equipos históricos. Hoy, con la nómina de 2025, se refleja un escenario mucho más distribuido.
En el equipo del certamen que actualmente se desarrolla en el país hay dos de Huachipato (Sebastián Mella y Javier Cárcamo) y O’Higgins (Rodrigo Godoy y Felipe Faúndez) uno de Palestino (Ian Garguez), Unión Española (Milovan Celis), Cobreloa (Patricio Romero), Limache (Arce), Unión San Felipe (Vicente Álvarez), Lecce (Matías Pérez, formado en Curicó Unido), Independiente (Lautaro Millán), Santiago Wanderers (Joaquín Silva), Audax Italiano (Mario Sandoval), Everton (Emiliano Ramos) y Huesca (Willy Chantiliez).
Planificación a largo plazo
El grupo escogido para el Mundial, más allá de los clubes de dónde provengan los jugadores, ha sido trabajado por casi 24 meses por Córdova y su cuerpo técnico. “Ha sido un proceso largo, con mucha planificación. Empezamos en octubre de 2023. Agradecemos a la federación, que nos ha permitido jugar muchos partidos internacionales”, valoró el DT en la antesala del debut.
El proyecto de Córdova apunta a potenciar el talento de los atacantes y facilitar su salto al primer nivel. “Nosotros como proyecto queremos que él juegue en Europa, que le dé la chance al técnico de la selección mayor de que sea convocable”, recalcó, al tiempo que llamó a la mesura respecto a las expectativas sobre jóvenes promesas.
La identidad futbolística que busca imponer la Roja Sub 20, según ha enfatizado en reiteradas oportunidades, se centra en preparar a los jugadores para la Selección mayor. “Más que ganar como sea, queremos que los jugadores compitan. Todos soñamos con ser campeones, pero el verdadero aporte de las selecciones juveniles es preparar a los futbolistas para que lleguen a la Selección mayor”, señaló.
Alta exigencia
Las rutinas incluyen entrenamientos grupales y específicos, con especial atención al gimnasio y la fuerza, bajo la premisa de proyectar a jugadores hacia la Selección adulta. “Creo que hay tres o cuatro jugadores que pueden llegar hoy a Europa tranquilamente. Son jugadores con características distintas a los demás”, afirmó Córdova.
El DT promueve una alta intensidad en los entrenamientos, alineando trabajos del combinado mayor con los juveniles y enfocándose en la presión para la recuperación rápida del balón, el control y la definición. Además, dos parámetros clave para el alto rendimiento reciben especial atención: el peso y la hidratación. “Si un jugador hoy tiene 47 o 48 por ciento de masa muscular y no el 53 o 54 por ciento, que son los rangos internacionales, te dura 60 minutos”, explicó el entrenador.
Otro aspecto fundamental es el descanso y la desconexión digital. Tras las 22 horas, los jugadores entregan voluntariamente sus teléfonos, recuperándolos al día siguiente, como medida para proteger la concentración del plantel. La preparación incluye además asesoría multidisciplinaria y trabajo psicológico para el manejo de la presión, así como simulaciones con medios de comunicación.
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