Messi vs Mbappé: mitos y leyendas de una disputa que vale un Mundial

Argentina y Francia, lideradas por Lionel Messi y Kylian Mbappé, respectivamente, se enfrentarán en la final de Qatar 2022.

El 10 de agosto del año pasado, el argentino oficializó su llegada al equipo francés. Ese día, en la Ciudad Luz estaban todos felices, menos el delantero, quien perdía un sitial de privilegio que creía intocable, además de haberse quedado sin partir al Real Madrid. El tiempo y los goles encaminaron un vínculo que aún no alcanza la amistad. Ahora pelean por la gloria mayor



El 10 de agosto del año pasado, el mundo se paralizó. El PSG le anunciaba al mundo que había terminado de concretar el fichaje más bombástico, al menos, del último tiempo: Lionel Messi dejaba el Barcelona para reforzar al también estelar equipo de la capital francesa. El argentino era la pieza que faltaba para completar una escuadra imbatible.

En la Ciudad Luz estaban todos felices. O casi todos, porque hubo alguien que frunció el seño. Hasta ese momento, Kylian Mbappé era el centro de toda la atención en el club. Ni la presencia de Neymar, por citar a alguna de las celebridades que comparten ese vestuario, le quitaba ese sitial de privilegio. Aunque llegó desde el Monaco, el nivel que mostraba cada fin de semana, los títulos locales y hasta el rótulo de campeón del mundo justificaban cualquier concesión en su favor. Messi llegaba a aportar la cuota de jerarquía para extender esa hegemonía a Europa, pero a Donatello, quizás como un efecto propio de su juventud, le quedaba la sensación de que tendría que compartir algo que consideraba propio. Como un niño mimado que se niega a prestar su juguete favorito.

Hoy, casi un año y cuatro meses, se saludarán con cierta familiaridad aunque, también, se mirarán de reojo. Ambos saben que son las banderas de las aspiraciones de Argentina y Francia, sus respectivas selecciones en la búsqueda de la máxima gloria que puede ofrecer el fútbol. El galo ya la conoce, porque la alcanzó en Rusia 2018, pero en Qatar ha dado contundentes señales de que está lejos de conformarse. De que si hay un récord que batir, irá por él. La Pulga, en tanto, buscará uno de los pocos trofeos que le faltan para sellar una carrera notable. Por añadidura, el más importante. Y si lo consigue, dejará escaso margen a quienes discutan su condición de mejor futbolista de la historia o, cuando menos, de su país. El pedestal que soporta las leyendas de Maradona y Pelé tambaleará seriamente. Derechamente, estará en peligro de caer.

Plantear qué pasará entre ambos inmediatamente después del partido entra en el ámbito de la especulación. Lo concreto es que, como ese día de agosto, antes del partido, nadie está dispuesto a ceder en algo que empieza a considerar suyo.

En esa época, Mbappé tenía otra razón poderosa para andar con la carga larga por la ciudad deportiva del PSG: el club que preside Nasser Al-Khelaifi le había cerrado tajantemente la puerta de salida. El que la tocaba no era cualquiera: se trataba nada menos que del Real Madrid. Al astro le seducía llegar al mejor club del mundo, por historia y resultados. Y por algo más: emular a su ídolo, Cristiano Ronaldo, el principal rival deportivo de Messi. Al empresario qatarí, quien deberá dividir su corazón entre los dos principales iconos de su escuadra, ni la oferta más generosa de los merengues lo movería de su anhelo de conformar la que consideraba la mejor delantera de todas las épocas: Neymar, Messi y Mbappé. El dinero, está claro, no era impedimento alguno para darse ese lujo.

Messi y Mbappé abrazándose en un duelo del PSG. (Photo by JULIEN DE ROSA / AFP)

Relación profesional

Ni bien Messi pisó París, el foco estuvo puesto en cómo se llevarían ambas estrellas. Sin embargo, los agoreros de una rivalidad extrema se llevaron una desagradable sorpresa, al menos desde el punto de vista de sus expectativas. “Se llevaban de forma natural. [...] Solía leer historias sobre ellos cuando estaba ahí, que eran un problema y que se peleaban. Yo estaba dentro del vestuario y no había ninguna pelea. Exageran todo por las estrellas que son. Ahora no estoy ahí, pero he leído las historias y no las creo porque he estado ahí”, declaró, hace un tiempo, el español Ander Herrera, quien conoció de cerca la relación´, al haber sido parte de la estelar plantilla del PSG.

Una referencia más, en palabras del actual jugador del Athletic de Bilbao, da nuevas señales de las características del vínculo, pero, sobre todo, de tranquilidad de que se trata de un lazo armónico. “Por supuesto que en el fútbol no puedes ser amigo de cada uno de tus compañeros durante tu carrera, pero el respeto está. Y mi experiencia con ellos es que se respetan entre sí. A veces, desde afuera, los propios aficionados piensan que todo debe ser muy difícil. No. Somos personas jóvenes que les encanta jugar fútbol, que disfrutan cada día. Y eso se puede ver. Yo disfrute mucho allí, honestamente”, admitió.

Es más. Hay quienes apuntan que la experiencia del transandino ha resultado fundamental para mantener bajo control otro flanco, probablemente más riesgoso en cuanto a terminar en una explosión: la distancia entre Mbappé y Neymar. Trató de calmar los ánimos y acercar posiciones sin querer dar lecciones”, fue la versión que surgió desde la intimidad parisina, en relación al rol de Messi imponiendo cordura y, sobre todo, la experiencia acumulada en una carrera más extensa y más exitosa que las de los animadores de la contienda.

Igualmente, la neutralidad de Messi en el conflicto es relativa, pues el brasileño es su amigo desde que estuvieron juntos en el Barcelona. De hecho, Ney ha reconocido la decisiva influencia que tuvieron sus palabras después de un comienzo complejo en la Ciudad Condal. Y en París es parte de un círculo íntimo que en un comienzo completaban sus compatriotas Leandro Paredes y Ángel Di María. Ahora, sin ellos en el plantel, La Pulga ha tenido que buscar nuevos refugios. Así, fue fortaleciendo su cercanía con referentes como Marco Verratti, Gianluigi Donnarumma y Sergio Ramos. Con el último, limaron cualquier aspereza que pudiera haber quedado de los friccionados encuentros que ambos protagonizaron defendiendo al Barcelona y el Real Madrid. En el fondo, porque ambos entienden que el espíritu colectivo es lo único que puede llevarlos a responder a las expectativas de verlos involucrados entre los grandes del Viejo Continente. Al menos, como exige la multimillonaria inversión que realizan los capitalistas árabes en cada temporada.

Hugo Lloris, Kylian Mbappé, Lionel Messi y Julián Álvarez son retratados por estudiantes en Qatar. Foto: REUTERS/Niharika Kulkarni

Respeto

Lo que sobra entre ambos es el respeto profesional. El transandino reconoce en Mbappé a uno de los mejores futbolistas de la actualidad y, principalmente, a alguien con quien le resulta fácil entenderse en el campo de juego, por la inagotable variedad de opciones que le ofrece y por la calidad que imprime en cada una de sus acciones. En Qatar ha dado muestras de sobra.

A nivel personal, la cercanía fue fluyendo con el paso del tiempo. “Con un jugador como él -Mbappé- es fácil llevarse bien. Además, habla español perfecto, así que también hemos hablado bastante fuera del terreno de juego. Eso facilita. Hace poco que he llegado y todavía es prematuro sacar conclusiones, pero estoy seguro que irá bien”, estableció Messi en octubre del año en que llegó a la capital francesa, en declaraciones a France Football.

A comienzos de este año, el argentino reiteraba la importancia de estrechar vínculos con su estelar compañero, pensando en el beneficio que eso le reportaría al PSG, “Sobre todo, conocernos dentro del campo para intentar relacionarnos mejor, ver cómo nos sentimos cómodos el uno con el otro. Obviamente, es muy lindo estar en la cancha con los mejores”, admitía. El último concepto englobaba, también, al brasileño.

Mbappé, en tanto, no se queda atrás. En sus palabras se mezcla la resignación por haber tenido que quedarse en el fútbol francés y la satisfacción por tener a su lado a uno de los mejores futbolistas de la historia. “Es un gran jugador y me alegro por él. Se está adaptando a una nueva vida, una nueva ciudad, un nuevo club y es necesario adaptarse. Aunque ganes siete Balones de Oro, hay que adaptarse también. Es así”, decía a comienzos de año, en relación al proceso de adaptación en que estaba el rosarino.

Poco después, sopesaba el valor agregado que implica tener al trasandino en las filas propias, aunque sin dejar de establecer su importancia en la escuadra de Christophe Galtier. “Si tenemos un gran Messi, es mejor. Es fácil jugar con él. Es un gran jugador y siempre quise jugar con grandes jugadores. Los grandes jugadores están hechos para jugar con grandes jugadores”, planteaba. Hoy se enfrentarán, es cierto, pero con buenas armas. En su caso, no hay dudas de que son las mejores.

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