Columna de Pablo Dittborn: Santiago en la Feria del Libro de Buenos Aires: ejes y exclusiones

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La Feria del Libro de Buenos Aires le ha cursado la invitación a la ciudad de Santiago, no al gobierno nacional ni menos a un grupo político, por lo tanto, quien debería encabezar y determinar lo que se hará debe ser la Gobernación de la Región Metropolitana como invitada y no algunos convidados de piedra hiper ideologizados y autoritarios que dicen haberse asesorado por expertos (personas y/o instituciones).


Del 25 de abril al 15 de mayo de este año se celebrará la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, organizada por la Fundación El Libro, cuyo propósito es incentivar los hábitos de lectura y la promoción de la actividad editorial, tanto a nivel nacional como internacional. ¡Qué bien nos vendría a nosotros en Chile tener una entidad cuyo fin fuera el mismo y estuviera integrada, al menos, por las cuatro asociaciones gremiales existentes en nuestro país!

Hasta donde tengo entendido por informaciones de prensa, y no por información directa y oficial, los ejes temáticos han sido definidos ya, siendo alguno de estos, el cincuentenario del golpe de Estado en Chile de 1973 y el estallido social del 18 de octubre del 2019. Tampoco los criterios para la selección de autores invitados ni sus nombres han sido conocidos ni comunicados oficialmente. Los integrantes de la comisión y los criterios que definieron estos temas no son conocidos por el público general ni menos por ninguna de las asociaciones gremiales de la industria del libro. Solo hay algunos trascendidos.

Sin lugar a dudas que el Golpe de Estado del 73 y la muerte del Presidente Allende son hechos de gran merecimiento recordatorio, más aun considerando que fue en ese gobierno donde se desarrollaron políticas públicas culturales muy valoradas y recordadas hasta el día de hoy. Quimantú y ChileFilms, por mencionar solo dos.

Diferente es el caso del estallido social de octubre de 2019, en donde se mezclaron una serie de justas y pacíficas reclamaciones de carácter político-social con violencia, robo y vandalismo que dañaron seriamente la calidad de las demandas y prácticamente a la totalidad del comercio minorista en las principales ciudades del país. La economía del país se vio tremendamente afectada por muchos meses y antes de empezar a recuperarse, sobrevino la pandemia, efectos que perduran hasta el día de hoy.

Este hecho es demasiado reciente como para formar parte de una conmemoración, ya que sus efectos y dimensiones aun no pueden ser evaluados con una perspectiva de tiempo. Esas manifestaciones dieron inicio a un proceso político entre las principales fuerzas del Parlamento que culminó con la firma del acuerdo del 15 de noviembre y el llamado a una reforma constitucional. Ese llamado y sus posteriores plebiscitos, de entrada y salida, fracasó rotundamente con un 62% de los chilenos rechazando la propuesta constitucional y sepultando la desmesura de los sectores que la propiciaban. Si les parece que es algo digno de conmemorarse, allá ellos, pero tengo la impresión de que, este año, se firmará una nueva Constitución que será muy poco del agrado de los violentistas. No hay problema entonces en conmemorar fracasos.

La Feria del Libro de Buenos Aires le ha cursado la invitación a la ciudad de Santiago, no al gobierno nacional ni menos a un grupo político, por lo tanto, quien debería encabezar y determinar lo que se hará debe ser la Gobernación de la Región Metropolitana como invitada y no algunos convidados de piedra hiper ideologizados y autoritarios que dicen haberse asesorado por expertos (personas y/o instituciones).

La inmensa mayoría de los autores chilenos están editados por editoriales pertenecientes a una de las cuatro asociaciones gremiales y jamás fueron convocadas a ningún tipo de reunión para la elaboración del programa de invitados o actividades. Resulta absolutamente inexplicable encorsetar la participación en determinados ejes, ya que excluye a muchos textos y autores de gran valor literario.

¿Cómo se explica la bibliodiversidad nacional con la fijación de ejes temáticos en cuya determinación no participan los autores ni los editores? Chile ha sido invitado de honor en dos oportunidades a la Feria de Guadalajara, México y no hubo ningún tipo de imposición ni de marco regulatorio, sí una línea curatorial donde entraban todos. También Chile ha sido invitado de honor a la Feria de La Habana, Bogotá, La Paz, Madrid y muchas otras y jamás se ha visto algo como lo que está ocurriendo hoy.

Lo más curioso es lo que el propio autor del relato, Guido Arroyo, ha dicho en el diario La Tercera: “Yo esperaba diversidad, visiones confrontadas, pero se está formando una lista de uniformidad ideológica. Y yo quiero desmarcarme de eso”. [A confesión de partes, relevo de pruebas.]

*Pablo Dittborn fue director editorial del grupo Random House y actualmente es miembro del Consejo Nacional de La Cultura.

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