Noah Blanco: el primer chileno que cambió de sexo registral lanza disco con su nuevo nombre

El músico y activista trans de 27 años, la primera persona del país en cambiar de sexo y nombre en el Registro Civil con la Ley de Identidad de Género, suma un nuevo hito personal: mañana lanza "No guardes tu amor", un nuevo sencillo en su carrera y adelanto del primer disco que firmará con su nuevo nombre de pila. "Si yo hubiese encontrado un músico trans en la radio las cosas hubiesen sido distintas hace mucho tiempo", comenta.


Noah Blanco (27) adquirió notoriedad pública hace poco más de un año, recién implementada en Chile la Ley de Identidad de Género, que desde fines de 2019 permite a las personas regular los procedimientos para acceder a la rectificación de su partida de nacimiento en lo relativo a su sexo y nombre.

Blanco, músico de profesión, fue la primera persona trans del país en completar el trámite de cambio de nombre y sexo registral, lo que en su caso no estuvo exento de complicaciones. Si bien el día en que solicitó la hora en el Registro Civil fue recibido por cámaras y el ministro de Justicia, Hernán Larraín -a quien se negó a saludar-, en febrero pasado denunció que al momento de retirar su cédula de identidad ésta tenía sus antiguos nombres y seguía con sexo femenino, lo que incluso motivó un sumario interno en el organismo.

Sólo horas después de aquel episodio Noah recibió en su casa su carnet de identidad con los datos corregidos. Y casi doce meses después el joven protagoniza un nuevo hito en su carrera y para las disidencias, con el estreno de la canción y el videoclip de “No guardes tu amor”, un sencillo que sintetiza en parte su proceso personal del último año y, además, un adelanto del disco que el artista lanzará, por primera vez, con su nuevo nombre de pila.

“Siempre fui muy reacio a hacer un proyecto solista, básicamente por lo mismo. ¿Cómo le pongo un nombre que no me representa a algo que quiero tanto entregar?”, cuenta el músico, quien desde 2017 editó diversos singles -como “Estereotipo” y “Fuego”- y el disco “No.” -disponibles en plataformas como Spotify- con su anterior proyecto, Dinosauria. “Ahora que tengo las cosas mucho más claras, que hay un mensaje que siento necesario mostrar, le pongo Noah Blanco (al disco) con todo el amor del mundo y toda la seguridad que esos son mis pensamientos y mi forma de ver el mundo”, explica.

El álbum, según adelanta el autor, saldrá a mediados de este año y traerá un marcado sello autobiográfico e íntimo. De alguna forma allí se condensará la diversidad estilística que el artista ha querido seguir explorando ( “Así como soy diverso en la vida, también en la música”, cuenta) así como sus propias experiencias de vida, las batallas libradas en el último tiempo y diversas temáticas que considera urgente visibilizar.

“El proyecto Noah Blanco abre mi lanzamiento como músico solista. Planeo lanzar el disco en junio y no solo viene con música, también con escritos, con indagaciones en otras disciplinas del arte, que tienen que ver con cómo nos vamos formando desde la comunidad disidente, entre varias culturas y formas de expresarnos que disiden de los formatos comunes y corrientes”, detalla.

El videoclip de “No guardes tu amor”, el sencillo que presenta mañana, fue grabado en el Valle del Elqui el mes pasado bajo la dirección de Gowosa, y ocupa diversos paisajes de Paihuano para contar una historia post-apocalíptica. En la canción participa además la reconocida cantautora penquista Dulce y Agraz (Daniela González), uno de los múltiples invitados que incluirá el álbum.

“El trabajo colaborativo no es solo una intencionalidad de hacerlo colaborativamente, sino que además una forma natural en la que hemos resistido en este último tiempo, por lo menos yo, en cuanto a conocer personas, nutrirme de otras experiencias. Siempre buscando generar un equilibrio en la participación de personas trans, disidentes y LGBT y cisgénero. Es algo muy mío y que también trae el disco”, señala.

Sobre la notoriedad pública que ha adquirido su caso y su proceso personal, Blanco lo define como una “responsabilidad adquirida que uno asume aunque no quiera, cuando uno toma un lugar público, social, artístico”. De hecho, reconoce que nunca se planteó ser activista, “pero tampoco me puedo quedar callado ante lo que veo y el solo hecho de que una persona trans quiera pararse sobre un escenario más mainstream, es algo político. No puedo separar ese tipo de cosas y ya francamente dejé de hacerlo”.

Para el músico, finalmente, proyectos como el que trabaja actualmente no sólo tienen un valor artístico y testimonial, sino además un efecto inspirador y la capacidad de dar luz a realidades que considera invisibilizadas. Si para él “ser músico en Chile es vivir en la periferia del sistema”, sobre todo en tiempos de pandemia y falta de ingresos para el sector, ser músico trans o disidente es una desventaja aún mayor.

“Es bastante complejo porque hay hartas cosas de las que hacerse cargo, hartos vacíos y nada de ayuda del país en el que vives, para por ejemplo poder tener tu salud a salvo. No se sorprendan si no hay más artistas trans en las escenas porque para poder llevar un trabajo al público hay un montón de honorarios que pagar y, en mi caso, tengo por ejemplo que decidir si me hago mi operación de pechos o invierto en hacer material. Eso no lo tiene que hacer un músico cis (género). Entonces es injusto, es relevante y es necesario que se entienda, porque tampoco la escena se ha hecho cargo, no hay medidas en lo práctico para ayudarnos”, explica.

Y concluye: “Creo que es súper importante visibilizar identidades trans en las escenas públicas y sociales. Si es que el estado no se hace cargo de llevar información a las casas, somos nosotros los llamados a intentar cambiar eso y que otros niños no vivan lo que he vivido yo. Si yo hubiese encontrado un músico trans en la radio las cosas hubiesen sido distintas hace mucho tiempo”.

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