Chilenos y el Covid en China: sus vidas entre rebrotes y subvariantes

Pacientes, la mayoría de ellos ancianos con síntomas de Covid-19, se aglomeran en la sala del Hospital Changhai mientras reciben tratamiento médico en Shanghái, China, el 3 de enero de 2023. Foto: AP

Más países están exigiendo que los visitantes procedentes de China se sometan a las pruebas de Covid-19, justo cuando el gigante asiático se apresta a eliminar los controles fronterizos e introducir un esperado retorno a los viajes para una población que lleva tres años prácticamente atrapada en casa. Sin embargo, los cambios repentinos han expuesto a muchos de sus 1.400 millones de habitantes al coronavirus por primera vez, desencadenando una oleada de infecciones que está desbordando algunos hospitales, dejando las farmacias sin medicamentos y provocando la alarma internacional. En medio de ese escenario, cinco chilenos avecindados en distintas ciudades chinas cuentan a La Tercera cómo es vivir bajo esta amenaza.


Raimundo Unda, estudiante: “Comparado con antes, ahora no es nada”

Cuando Raimundo Unda (24) viajó a China después de graduarse del colegio en 2017, iba con el plan de quedarse solo un año para estudiar el idioma. Sin embargo, la cultura del país y sus atractivos terminaron convenciéndolo para continuar esa vida a más de 19 mil kilómetros de su familia. Al año siguiente comenzó a estudiar la carrera de Negocio y Comercio en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing.

Pero la aparición del Covid-19 obligó al joven estudiante a cambiar nuevamente sus planes. China fue la cuna de los primeros contagios y donde más rápido se propagó el virus en un principio. Por esta razón, Unda decidió volver a Chile antes del cierre de fronteras. Así, pasó las etapas más duras de la crisis sanitaria con su familia en la Región de O’Higgins. Sin embargo, con el objetivo de retomar la vida que había dejado en Asia, decidió retornar a Beijing en marzo de 2022.

Aunque ya habían pasado dos años desde la aparición del virus, China continuaba con su política Covid Cero, la cual consistía en extensos confinamientos y pruebas de diagnóstico cada vez que surgían casos nuevos. De hecho, hubo zonas del país donde las largas cuarentenas ocasionaron una escasez generalizada de alimentos y otros artículos básicos.

Cuando Unda llegó de regreso, estas medidas aún permanecían firmes. Al momento de arribar, tuvo que realizar una cuarentena de 21 días antes de entrar a Beijing. Además, relata que los controles eran exhaustivos, pues a diferencia de Chile no bastaba con demostrar que tenía las vacunas al día, sino que para entrar era necesario una prueba negativa: había que hacerse un PCR diario o día por medio. “Sí había muchos casos, decían que no se podía entrar al supermercado sin el examen”, cuenta.

“Por ejemplo, si había un caso positivo en el barrio donde uno vivía, cerraban todos los condominios cercanos. Cuando yo llegué me pasó: tenía dos casos confirmados en la zona donde yo vivía, y cerraron nueve condominios, incluido el mío. ¡Nueve condominios solo para dos contagios!”, detalla aún un poco asombrado.

Pero ahora el escenario es distinto. Durante diciembre las medidas se flexibilizaron. “Ahora, comparado con antes, no es nada. Todo está más relajado. Realmente no hay restricciones”, dice. Asimismo, da cuenta que los casos crecieron de forma exponencial y que los contagiados andan libremente por las calles de Beijing: “No hay control, entonces da lo mismo si alguien sale con Covid, cosa que eso era imposible antes”.

Unda se contagió durante las últimas semanas de diciembre y tuvo mucho dolor corporal y congestión. Sus amigos cercanos también se enfermaron y estuvieron con vómitos, fiebre y malestar corporal. Pero eso ya es pasado. La vida sigue (casi) igual.

Cristián Prado, politólogo: “La nueva ola de contagios es importada”

De los 15 años que lleva en China, los últimos tres los ha vivido en Shanghái. Administrador público y cientista político, Cristián Prado Ahumada fue agregado comercial de Chile en Hong Kong y Macao. Actualmente se dedica a la estrategia de negocios, transformación digital, comercio exterior e inversiones en el gigante asiático. “A mediados de diciembre comenzó en Shanghái una nueva ola de contagios, que alarmó a la población”, comenta Prado, quien agrega: “Claro, casi prácticamente tres años, la capital económica ha sufrido encierros periódicos y test masivos, con políticas estrictas y a la vez eficientes de control del virus, hábitos que no se cambian de la noche a la mañana”.

Al respecto, tiene una opinión categórica sobre lo que está sucediendo hoy en China con el Covid-19. “Se debe a las nuevas políticas implementadas para evitar que Beijing cerrara y entrara en cuarentena, como lo hizo Shanghái, Shenzhen y otras ciudades. La capital del gigante asiático no se puede permitir estar bloqueada. En consecuencia, el gobierno abrió las fronteras, eliminó cuarentena a la llegada al país, los test de PCR ya no son obligatorios y los controles de prevención se han eliminado casi por completo”, asegura.

Asimismo, advierte sobre los reportes que se manejan en Occidente sobre las variantes del virus que hoy circulan en China. “Muchos medios occidentales han mencionado que se trata de un nuevo virus Covid, esto no es así. La nueva ola de contagios es importada y responde a subvariantes de ómicron, estamos hablando de BA.5.2, BF.7, BQ.1 y XBB. Las dos primeras son las más comunes. Sin embargo, las dos últimas son subvariantes comunes en Europa y EE.UU. Según los científicos, la subvariante XBB es la que va a predominar a nivel global en el futuro”, afirma.

“Los extranjeros que estamos en China y hemos pasado por primera vez el Covid, sabemos que es un ‘revolcón del infierno’ y nos preguntamos si esto pudiera haber ocurrido hace tres años, como en Occidente”, dice Prado, quien es optimista. “El 2023 será un año de desafíos y de recuperación económica en China. Tengo la opinión que será un año positivo en este aspecto”, vaticina.

Marcelo Duhalde, editor de infografía: “El precio del Paracetamol empezó a subir escandalosamente”

“En Hong Kong aún no se puede hablar de una pospandemia como en el resto del mundo. Aquí las cosas se han ido normalizando muy lentamente, pero al menos es más dinámico que en China continental, donde las restricciones han sido muy drásticas e improvisadas”, comenta Marcelo Duhalde, quien trabaja en un periódico hongkonés como editor de infografía, además de profesor universitario.

Sostiene que Hong Kong se abre poco a poco al resto del mundo, pero aún es una ciudad golpeada en lo económico por la pandemia. “Si comparamos cómo era la ciudad antes de enero de 2020 o incluso antes de las protestas de 2019 a la actual, hay una gran diferencia. Esta solía ser una urbe cosmopolita, evolucionada, inquieta, llena de turistas, llena de expresión y libertad. El Hong Kong de hoy y del futuro parece más recatado y controlado”, dice.

Y las rutinas de la pandemia todavía son palpables: “Aún es obligatorio el uso de mascarillas en todos los sitios, al aire libre también, a menos que uno ande trotando o haciendo algún deporte”. Y apunta a conductas un tanto exageradas que algunos hongkoneses mantienen: “Aún se ve a muchas personas usando guantes para manipular botones en los ascensores, generalmente entre la gente mayor. También usan unos pequeños punteros, como lápices, para presionar los botones. Como esta es una ciudad vertical, el ascensor es parte de la rutina de miles”.

“Ha habido brotes importantes de Covid en el último tiempo, prácticamente todos mis colegas han sido contagiados, pero los efectos son mucho más débiles”, asegura Duhalde. “Acá la mayoría se vacunó con Pfizer, a diferencia de China continental, donde la gente usaba Sinovac”, agrega.

Duhalde señala que hay gran expectativa sobre lo que pase mañana, cuando se abra la frontera con China continental después de tres años. “Se permitirá el ingreso de 60 mil personas por día para mantener cierto control y monitoreo sobre quiénes entran, porque muchos chinos no se han vacunado”, advierte.

“La urgencia por reactivar la economía es muy grande en ambos lados de la frontera. La interrogante es si los casos irán a aumentar y si eso causará una gran congestión en el sistema de salud. Además, hace una semana el precio del Paracetamol empezó a subir escandalosamente. En China continental no había y acá el precio ha llegado a 500 dólares hongkoneses la caja con 12 comprimidos (unos 55 mil pesos chilenos)”, concluye.

Gonzalo Matamala-Ortiz, ejecutivo: “Es la medida que debían tomar”

Gonzalo Matamala-Ortiz (42) fue agregado comercial de Chile en China, y ahora trabaja en Shanghái para una empresa chilena. “Las protestas frente al Covid surgen entre grupos jóvenes, quizás a raíz de un rechazo, yo no diría contra el gobierno, sino contra ciertos grupos que tomaron mucho poder durante la cuarentena, dígase los ‘comités de barrio’, que aplicaron unas medidas que a veces ni siquiera se las pedía el gobierno, y que generaron mucha ansiedad en la gente”, opina.

Para él, el gobierno actuó hábilmente, reaccionando rápido a la hora de cambiar las reglas: “En ese sentido, eso es algo muy propio de China: me doy cuenta de que cuando el gobierno se propone y quiere hacer algo, lo hace y lo hace de inmediato, rápido y bien. Creo que las respuestas a esto se dan en un contexto en el cual quizás estos grupos de poder estaban tomando mucha preponderancia”.

El cambio entre la situación actual y los tiempos del Covid Cero es radical. “A aquellos que estuvimos durante la pandemia y el encierro de tres años, quizás nos faltarán palabras para poder explicar al resto cómo era antes. Uno no podía acceder a un restorán sin un PCR, no podía ir a un hospital si tenía fiebre, no podía ir a un trabajo si no se cumplían ciertos protocolos del edificio”, detalla el ejecutivo.

La “liberación”, comenta, provocó un incremento exponencial de casos, pero ya empezaba a haber un cambio de mentalidad. “La gente dejó de tener esa ansiedad por estas medidas, se contagia, hoy día en las grandes ciudades mucha gente está contagiada, y se empezaron a recuperar. El cambio fue abrupto, y hoy no existe ningún requisito absoluto ni te piden nada de lo que te pedían 20 días atrás”, relata.

Respecto al fin del Covid Cero y los intentos de volver a la normalidad, Matamala-Ortíz lo esperaba hace tiempo: “Yo recibo esto con mucha alegría. Me tocó vivir el inicio de la pandemia, a partir de febrero de 2020. Me tocó estar separado de mi familia, me quedé en China y mi familia fuera. Por lo tanto, personal, familiar y profesionalmente, todo esto lo recibo muy bien: es la medida que debían tomar. Quizás hubiera esperado que la tomaran antes, pero da lo mismo. Será positivo para el futuro”, concluye.

Sol Taucanea, diseñadora gráfica: “Ya pasó la batahola, y quizás fue bueno hacerlo así”

Sol Taucanea (42) lleva más de 20 años en China. Vive en Guangzhou, donde tuvieron lugar algunas de las protestas más duras por las restricciones sanitarias, a fines de noviembre. “Vivo a cuatro cuadras de donde se realizaban: yo no las pude ver, pero las podía oír. La gente estaba súper alterada: había gente que en las noches gritaba, yo escuchaba desde mi balcón… en ese tiempo estaba toda la gente como mal psicológicamente, hubo muchos que atentaron contra su vida”, dice la diseñadora gráfica. “Se vivía un ambiente pesado, todos súper estresados, fue un momento difícil, porque acá en China las protestas no son permitidas, entonces era raro ver al pueblo contra el gobierno”.

En su sector había una cuarentena “parcial”, lo que permitía a Sol salir, entre otras cosas, a comprar en el supermercado. “Cuando hablaba con mis amigos extranjeros, estábamos todos en la misma. Pero todos intentando solidarizar entre nosotros y escuchándonos, porque todos estaban muy a la defensiva”, comenta.

Desde que terminó el Covid Cero, todo se relajó abruptamente, y Sol asegura que la gente comenzó a hacer vida normal: “Para muchas personas, sobre todo extranjeros, hasta el día de hoy nos cuesta creer que ‘somos libres’. Después de tres años de estar adoctrinados con esta situación, haciendo tests todos los días y teniendo que escanear cosas para entrar a lugares, esto todavía no lo creemos”.

En un principio mucha gente, incluyendo a Taucanea, se contagió con el virus. “Tuve Covid a mediados de diciembre, y todo el mundo estaba infectado, o muy mal, y creo que el peak ya pasó. Todavía hay gente a la que le toca enfermarse y todo eso, pero el peak ya pasó: era un minuto en que todo el mundo estaba enfermo”.

En su opinión, la medida tomada por el gobierno chino era inevitable: “Ya llevamos tres años, entonces creo que pudieron haberlo hecho más gradualmente, y no que en 24 horas no hubiese nada, porque en un principio el virus nos pegó a todos muy mal, no teníamos medicamentos, la gente se desesperó, no había comida, entonces fue muy abrupto. Pero ya pasó la batahola, y quizás fue bueno haberlo hecho de esa forma, porque es mejor que pase toda la catástrofe de una, a hacerlo lento, lento”.

“Aparte, ahora está llegando el Año Nuevo chino, el 22 de enero, entonces en la medida que se hacía más rápido, ya las personas podrían empezar a viajar”, apunta. “Muchos que estuvimos acá atrapados por años podremos volver a nuestros países a ver a nuestras familias, así que creo que está bien. Aunque claro, pudieron haberlo hecho antes”, opina.

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