
Estatua de Stalin en metro de Moscú abre debate en Rusia sobre legado del dictador soviético
La obra, que había sido sacada del metro moscovita en 1966, vuelve a ser mostrada al público en lo que algunos consideran una “reestalinización” de Rusia, impulsada por Vladimir Putin.

“Será polémico, pero sin él no habríamos ganado la guerra”. Esa es la opinión de algunos de los moscovitas que pasan por la estación Taganskaya del metro de la capital rusa, luego de que las autoridades reinstalaran en el lugar una estatua de Josef Stalin. Algunos rusos celebran al dictador soviético como un personaje histórico, pero otros consideran un error conmemorar a alguien que lideró tanto sufrimiento.
La imagen, que es una réplica de una estatua que fue retirada durante la campaña de “desestalinización” en 1966, se volvió rápidamente una atracción en la capital rusa, con gente dejándole flores y otros parándose en el lugar para sacarse fotos.
Otros, sin embargo, ven en el gesto una “reestalinización” de Rusia. La escultura es parte de la rehabilitación de la figura del líder, 72 años después de su muerte, y que el Kremlin ha tanto criticado como vuelto a poner, literalmente, en un pedestal.
Desde que Vladimir Putin asumió el poder -primero como primer ministro- hace más de 25 años, se han erigido al menos 108 monumentos a Stalin en toda Rusia, y el ritmo se ha acelerado desde la invasión de Ucrania en 2022, según indicó al diario The New York Times Iván Zheyanov, historiador y periodista que ha seguido la pista de las estatuas. Una de ellas, para no ir más lejos, se instaló este año en la ciudad ucraniana de Melitopol, actualmente ocupada por las fuerzas de Moscú.

En un comunicado, el metro de Moscú declaró que el monumento original a Stalin se había “perdido” en 1966, cuando se reconfiguró la estación de metro de Taganskaya que lo albergaba. La institución aseguró que la nueva versión del monumento, presentada al público el 15 de mayo, fue uno de sus “regalos” a los pasajeros para conmemorar el aniversario número 90 de la red de metro, conocida por la belleza clásica de sus estaciones.
El título original de la obra, “Gratitud del Pueblo al Líder y Comandante”, estaba dedicado al papel de Stalin en la victoria de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial, cuyo aniversario número 80 Rusia celebró con pompa este año.
Esta no es la única vez que la figura de Stalin ha sido resaltada, solo en este mes. La semana pasada, el mismo presidente Putin anunció que consideraría devolver el nombre de la ciudad sureña de Volgogrado a Stalingrado, una medida que los líderes del Partido Comunista ruso han apoyado durante mucho tiempo.

En declaraciones citadas por The New York Times, distintos moscovitas aplaudieron la reinstalación de la estatua. “Ganamos la guerra gracias a él”, indicó una jubilada nacida en 1950, añadiendo que estaba agradecida de que Stalin no enviara a su padre al gulag, a pesar de haber sido hecho prisionero durante la Segunda Guerra Mundial, lo que en aquel entonces se consideraba traición: “Sí, hubo muchos errores, pero todos los cometemos”.
En los últimos años, la nostalgia por la era soviética ha ganado en intensidad, especialmente entre las generaciones mayores, traumatizadas por la dolorosa transición al capitalismo. Esto ha reforzado en los rusos el recuerdo de Stalin como un hombre fuerte que impuso el orden en un país en expansión y lo condujo a la victoria contra la Alemania nazi. Sus admiradores ven las purgas, las hambrunas y las deportaciones masivas como “excesos”, de los que fueron principalmente responsables los funcionarios locales excesivamente entusiastas.
Desde el partido liberal Yabloko, sin embargo, criticaron la aparición de la estatua. La rama moscovita de la formación emitió una protesta formal contra lo que denominó la devolución de un monumento a “un tirano y un dictador” y exigió que el metro de Moscú se centrara en conmemorar a las víctimas de la represión estalinista: ”La devolución de los símbolos del estalinismo a Moscú es una burla a la historia y una burla a los descendientes de los reprimidos”.
Las protestas por el nuevo homenaje a Stalin llegaron a hacerse en la misma estatua, en la que personas no identificadas dejaron dos carteles, en los que aparecían declaraciones, tanto del presidente Vladimir Putin como del expresidente Dmitry Medvedev, criticando la figura de Stalin. Los carteles fueron retirados por los guardias del metro.

Josef Stalin fue responsable por purgas masivas, incluidas las del “Gran Terror”, entre 1936 y 1938, que llevaron a más de 700 mil personas a ser ejecutadas: entre ellas, líderes militares, intelectuales, miembros de minorías étnicas y dueños de tierras. Asimismo, grupos étnicos enteros, como los tártaros de Crimea, fueron expulsados de sus tierras de origen. En Ucrania, además, Stalin es visto como el promotor de las políticas que llevaron a una hambruna masiva, cuando el país era una de las repúblicas soviéticas.
Después de su muerte, el líder soviético Nikita Khrushchev denunció a Stalin por su brutalidad y crímenes en 1956, y posteriormente las imágenes de Stalin serían eliminadas sistemáticamente como parte de una campaña de “desestalinización”.
Sin embargo, en Rusia tiene lugar desde hace años una campaña de rehabilitación de la figura de Stalin, al que el actual Presidente ruso, Vladímir Putin, ha alabado en varias ocasiones, mientras no ha ahorrado críticas a Lenin, al que culpa de poner las base del actual conflicto con Ucrania.
En diciembre pasado se inauguró un monumento de Stalin en la ciudad noroccidental de Vólogda, y Putin aprobó hace unas semanas cambiar el nombre del aeropuerto de Volgogrado por el de Stalingrado.
Pero el legado de Stalin sigue siendo profundamente divisivo. Un ejemplo es el Museo de la Historia del Gulag, que muestra hasta qué punto ha habido cambios de opinión desde las autoridades. En 2001, el Ayuntamiento de Moscú lo fundó, mostrando vívidamente cómo un sistema de campos de trabajo masivo provocó hasta dos millones de muertes.
El Museo de Historia del Gulag fue clausurado en 2024 alegando infracciones en las normas contra incendios, y desde entonces no ha vuelto a abrir. Roman Romanov, su director durante muchos años, fue destituido y las exposiciones del museo se estarían renovando bajo una nueva dirección.
Sobre la estatua de Stalin, Alexander Zinoviev, investigador y experto en arquitectura soviética, comentó que el nuevo monumento y la época que evocaba guardaban cierto paralelismo con el estado de ánimo actual en Rusia, sumida en un conflicto con Occidente por la guerra en Ucrania. “Es el mismo autoaislamiento, la misma ideología conservadora y la misma confianza en la propia fuerza. Y este tema de Stalin, con su estética… de que debemos confiar en nuestro líder, ser felices y no criticar a quienes ostentan el poder, es muy acorde con nuestra época”, indicó Zinoviev.
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