Por Francisco CorvalánEstudio aborda efecto de las brechas socioeconómicas en el interés por la ciencia: a menores ingresos, menos valor se le da
Un trabajo comandado por la UDP revela que la confianza en la ciencia varía según el ingreso: mientras en los hogares que superan los $1,5 millones alcanza el 92%, entre quienes viven con menos de $500 mil desciende a 75%, profundizando una brecha social en el acceso al conocimiento.

El acceso a la información científica y su consumo varían significativamente en Chile según diversas condiciones acorde a lo que revela un reciente estudio de la académica e investigadora de la Escuela de Periodismo de la U. Diego Portales, Macarena Peña y Lillo, y su equipo. Este trabajo se propuso evaluar la forma en que los chilenos se informan sobre ciencia y su percepción sobre este campo en particular.
Con un interés ciudadano que supera el 70%, pero con brechas persistentes por edad, género, nivel socioeconómico y territorio, la relación de los chilenos con la ciencia aparece marcada por contrastes. Esa es una de las principales conclusiones del informe “Percepciones y hábitos de consumo de información de ciencia en Chile: conectando audiencias con el patrimonio científico nacional y regional”.
El trabajo fue liderado por la UDP en colaboración con la Universidad Andrés Bello (UNAB), y contó con la participación de investigadores de la U. de Antofagasta y del Instituto Antártico Chileno (INACH).

El estudio incluyó una encuesta nacional de más de 2.000 personas de entre 18 y 85 años, junto con un trabajo cualitativo en grupos focales en regiones extremas como Antofagasta y Punta Arenas, y se centró en las audiencias y su consumo de información relacionada a la ciencia. “Queríamos explorar en qué medida las personas consumen este tipo de contenido, dónde la consumen y cómo se relacionan con ella”, explica Peña y Lillo.
La muestra de la encuesta tuvo una edad promedio de 39,5 años y una distribución de género equilibrada, con una leve mayoría de mujeres (53,4%). Más de un tercio de los participantes cuenta con estudios universitarios completos o de posgrado, mientras que un 21% tiene formación técnica completa y un 19% educación media completa. En términos geográficos, el 55% reside en la Región Metropolitana, el 28% en la zona sur y el 16% en la zona norte, con una distribución socioeconómica que abarca todos los segmentos, desde ABC1 hasta E.
Uno de los hallazgos más destacados de la encuesta es el alto interés por la ciencia entre los chilenos: un 79% asegura sentirse “interesado o muy interesado” en temas científicos. Sin embargo, este interés no se traduce de igual manera en el consumo de actividades presenciales relacionadas con la ciencia, como la visita a museos o charlas, donde las personas de regiones, especialmente del sur del país, reportan menor participación.
Las áreas que concitan mayor atención son las ciencias médicas y de la salud, seguidas por la ingeniería y la tecnología, y luego por las ciencias naturales. En el extremo opuesto, las ciencias agrícolas y veterinarias despiertan menor interés.
Pero las desigualdades en el acceso a la información son evidentes cuando se analiza el nivel socioeconómico. “El 92% de las personas en el grupo de alto ingreso (más de $ 1,5 millones mensuales) expresa un alto interés en la ciencia, en comparación con el 75% en el grupo de menores ingresos (menos de $ 500.000)”, detalla la investigadora. En otras palabras, señala que uno de cada cuatro hogares de menores ingresos no tiene interés en el conocimiento científico, sugiriendo que el nivel educativo y económico afecta no sólo el interés, sino la confianza en las instituciones científicas.
Los resultados plantean desafíos claros: reducir las brechas de acceso y confianza, fortalecer la presencia territorial de la ciencia y repensar los canales de comunicación en un ecosistema mediático cada vez más fragmentado. Una tarea clave si se busca que el conocimiento científico no solo sea valorado, sino también comprendido y apropiado por amplios sectores de la sociedad.

Por otra parte, el consumo de información científica en Chile está fuertemente mediado por plataformas digitales y audiovisuales. Los buscadores de internet, como Google, junto con YouTube, documentales y canales de televisión especializada, aparecen como las principales vías de acceso a contenidos científicos.
El estudio también evidenció diferencias en el consumo de contenidos científicos en función de la edad, el nivel educativo y el género. A pesar de que los adultos mayores muestran el mayor interés en la ciencia, su participación en plataformas digitales es baja. Asimismo, los hombres reportan, en promedio, mayor interés por la ciencia, mayor atención a la cobertura científica y actitudes más favorables hacia ella en comparación con las mujeres. A su vez, la edad aparece como un factor clave: mientras en el grupo de 66 a 85 años un 90% declara estar interesado o muy interesado en la ciencia, en el segmento más joven —entre 18 y 25 años— esa cifra desciende a un 75%.
Por otro lado, los jóvenes, aunque declaran menor interés, consumen más contenido científico, especialmente en redes sociales como Instagram y TikTok.
Otro aspecto notable que surgió de las conversaciones en grupos focales es la influencia de los divulgadores científicos en redes sociales, quienes son percibidos como relevantes por la audiencia. “En los focus group aparecieron varias menciones a personas, como el profesor José Maza o Tere Paneque. En Antofagasta apareció también Cristina Dorador como referente”, explicó Peña y Lillo.
Aunque, remarca, la calidad del contenido no siempre está garantizada en estos canales. “La democratización del acceso a la información científica a través de las redes sociales trae consigo el riesgo de la proliferación de discursos no validados científicamente”, advirtió la profesora.

El estudio también deja abierta la puerta a futuras investigaciones. “Marcar tendencias a lo largo de los años será clave para entender cómo la digitalización y la inteligencia artificial afectan el consumo de información científica”, concluyó Peña y Lillo. Estos hallazgos, según destaca, invitan a reflexionar sobre el papel de la información científica en la sociedad chilena y la importancia de fomentar un acceso equitativo a contenidos de calidad que contribuyan al conocimiento en la ciudadanía.
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