Los motivos para escapar de Venezuela

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Cien repatriados chilenos llegaron en el Boeing 767 de la Fuerza Aérea de Chile a fines de noviembre pasado. Foto: Juan Farías

Cien repatriados chilenos llegaron al país en un vuelo de la Fuerza Aérea. La mayoría, felices de reencontrarse con sus familiares, albergan la esperanza de reconstruir sus vidas tras las graves dificultades que experimentaron en tierras venezolanas.


Lágrimas, abrazos interminables y aplausos llenaron  la mañana de este martes parte de la losa del Grupo 10 de la Fach, escenario de la bienvenida al territorio nacional de un centenar de chilenos repatriados desde Venezuela a bordo de un avión 767 de la Fuerza Aérea. El comité de recepción fue encabezado por el Presidente Sebastián Piñera, quien aludió en su discurso a los sentimientos encontrados que experimentaban los recién llegados. "Alguien dijo que partir es morir un poco. Pero volver a la patria es resucitar un poco", les dijo.

La nave aterrizó en la base aérea cerca de las 7.50. Acompañaron al Mandatario en la ceremonia de recepción el canciller, Roberto Ampuero, y el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla.

Los pasajeros del Boeing 767 fueron 43 hombres y 57 mujeres, entre ciudadanos de Chile y nacionalizados chilenos. Un total de 26 son menores de edad, entre ellos dos bebés de apenas tres meses y una de 10 meses, en tanto que 39 son adultos y otros 35 corresponden a adultos mayores.

Al descender del avión, muchos se mostraron conmovidos y varios lloraban en silencio. Cuando en su discurso el Mandatario mencionó los esfuerzos que comprometió el gobierno para traer de vuelta al resto de sus familiares -actualmente hay otras cien solicitudes que están siendo tramitadas por el consulado de Chile en Caracas-, los aplausos atronaron entre los recién retornados.

En la losa, los familiares de los repatriados esperaron a sus parientes entonando el Himno Nacional. Cuando se produjo el reencuentro, para muchos el llanto fue incontenible. "Mírame las lágrimas, que son de alegría de estar en mi país, en mi patria, de donde nunca debí salir. Yo lloré el día que me sacaron de aquí y tenía razón", contó María Soledad Maturana (61), quien se encuentra en silla de ruedas debido a un accidente cerebrovascular. Tenía 11 años cuando se trasladó con su familia a Venezuela, en 1968. Si bien recuerda que en un principio "estuvo muy bien", las dificultades que se viven hoy le impiden recibir allá el tratamiento indispensable para sus problemas médicos.

Su hermana, quien desde hoy la recibe en su casa en Colina, entre gritos y llanto expresó su agradecimiento. "Necesitaba tenerla aquí para que esté bien, para que esté contenta y pueda comer", dijo.

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La emoción fue incontenible entre las familias que se reencontraron. Foto: Juan Farías[/caption]

"¡No lloró con Piñera y llora conmigo!", bromeó a su turno Víctor Hugo Muñoz, al tomar por primera vez en brazos a Lía, su nieta de tres meses. La pequeña también fue sostenida en brazos por el Presidente, en un momento de la recepción de los retornados y cuando Piñera dialogó con la familia de Karen Muñoz, la primera en descender del avión de la Fach. Víctor y su hija no se veían desde hace cinco meses, y su reencuentro en la base aérea tuvo, como factor que ensombreció la alegría, el recuerdo de la muerte de su primera hija, quien falleció en Chile por un cuadro de salud que empeoró cuando tramitaba los pasaportes de sus progenitores para traerlos rápido a Chile. El grupo familiar vivirá por el momento en una casa facilitada por parientes en Puente Alto.

Gladys Aguirre (66) es chilena y también esperaba a su hija y a su nieta desde Venezuela. Ella vive desde hace 40 años en ese país, pero decidió adelantarse y llegó hace un mes a territorio nacional, con el fin de brindarles una llegada segura. La hija, Pamela Godoy (42), "se viene por la falta de alimentos, de insumos y de medicamentos para la niñita que hay en Venezuela".

Gladys cuenta que su hija estaba "hasta el tope" de la grave situación económica que vive Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro, especialmente por el temor que sentía frente a una posible enfermedad de la pequeña, por la crónica carencia de medicamentos que vive su país de adopción.

Lydia Araya (63) llegó hasta el Grupo 10 para recibir a su sobrina, que no veía desde hace 40 años. Cuenta que antes había conseguido traer a Chile a otra sobrina y sus hijos, haciendo bingos para recaudar fondos. Respecto de su sobrina, revela que ella lo único que quiere es "recordar su niñez y olvidarse de lo vivido" en los últimos años.

Otra de las familias que viajaron en la jornada era la de Yahidy Pacheco, quien viajó con sus dos hijos y se reencontró con su esposo en Chile. Uno de sus niños, Abel, cumplió hoy 10 años y le cantaron el Cumpleaños Feliz: "Estar en Chile es su regalo", expresó su mamá.

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