Columna de Matías Concha: Destrabando el nudo gordiano constitucional

El presidente del Senado, Álvaro Elizalde, y el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Soto, encabezan nueva reunión ampliada por diálogos para el nuevo proceso constituyente. FOTO: LUIS BOZZO B./ AGENCIAUNO

"Cuesta entender por qué un sector de la política cree que la señora Juanita debe participar en la redacción de la Constitución, cuando en la práctica lo que se pide es una propuesta de sentido común y que su contenido sea avalado por amplia mayoría por millones de señoras Juanitas."



Winston Churchill argumentaba que si tanto el éxito como el fracaso no son definitivos, lo que realmente cuenta es el valor para seguir adelante. En nuestro contexto, luego del pasado 4 de septiembre, no puede haber ni vencedores ni vencidos, pero comienza un período de catarsis difícil de explicar. Por un lado, se argumenta que hay cambios que necesariamente hay que llevar a cabo, pero por otro se manifiesta de que la categórica señal por parte de una inmensa mayoría silenciosa, fue clara en el sentido de no avanzar en una propuesta refundacional. No se sabe si lo que se rechazó fue a un grupo de constituyentes, a un proceso mal diseñado, a un contenido constitucional o a un gobierno que se la jugó por un apruebo, pero lo que sí se sabe es que hay un movimiento de péndulo que está generando un vacío que necesariamente requiere llenarse… y pronto.

Ahora bien, antes de avanzar, se requiere de una reflexión profunda de los motivos del rechazo del proceso constitucional, vale decir, por qué esta inicial propuesta derivó en un fracaso y cómo plantear un nuevo camino que derive en una alta aprobación por medio de una Constitución que logre unirnos como chilenos. La política incumbente insiste en que, para corregirlo, se requiere de un proceso en que la legitimidad está basada en un plebiscito de entrada cuyo propósito es definir a las personas para redactar una Constitución, pero se indetermina exante un proceso que dé garantías de tener una alta aprobación de salida. Cuesta entender por qué un sector de la política cree que la señora Juanita debe participar en la redacción de la Constitución, cuando en la práctica lo que se pide es una propuesta de sentido común y que su contenido sea avalado por amplia mayoría por millones de señoras Juanitas.

Ahora bien, si tomo el ejemplo de querer contar con el mejor equipo de fútbol, ¿elijo al mejor entrenador primero o elijo a las personas sin un equipo que le dé sentido? ¿Qué pasa si en la elección se eligen 10 arqueros para 11 jugadores? ¿Cómo corrige nuestro Senado esta dinámica para finalmente avalar un proceso que permita redactar una Constitución que nos una?

Quizá un buen ejemplo o analogía son los famosos Consejos Económicos y Sociales que, desde su creación en la época de la república de Weimar en Alemania, han derivado de los entes originales de la postguerra que fueron muy importantes en un momento de reconstrucción, a entidades de lento avance que han tenido mucha dificultad por precisamente ir creciendo en número y cupos, desvirtuando el propósito por el cual fueron creados. A objeto de corregir estas imperfecciones, en algunos casos estas entidades fueron mutando de entes con mucha rigidez a nivel de cupos o cuoteos, a entidades modernas y flexibles de validación ciudadana. Quizá los mejores ejemplos se ven en el proceso de generación de política pública en Australia y Nueva Zelanda. en donde la generación de la propuesta de política pública es efectuada a nivel técnico por un grupo conocedor del tema, el cual se somete a un proceso que hace partícipe a la ciudadanía, para finalmente ser validado ante la opinión pública.

En relación a esto, nuestro Congreso tiene la llave para definir el proceso y cambiar el rumbo de una dinámica autodestructiva, a una que marque un camino de unión. En concreto, más importante que la definición de un cuoteo en una elección de entrada para elegir a los redactores que probablemente no están instruidos en lo que es y cómo se define una Constitución, se requiere de un comité de expertos que: (i) avale un proceso que defina los límites del alcance defiendo los principios y capítulos fundamentales que nuestra Constitución debe tener, (ii) convoque a un grupo de trabajo que redacte y haga modificaciones y (iii) dentro del proceso se logre la inclusión de la opinión de ciudadanos que enriquezca o avale el texto en desarrollo antes de convertirse en propuesta. Si este proceso es ejecutado y avalado por expertos que, a su vez, están validados por grupos ciudadanos durante su desarrollo y finalmente es sometido a una consulta con voto obligatorio, tiene una alta probabilidad de lograr una alta aprobación de salida y destrabar definitivamente el nudo gordiano constitucional.

Aquellos políticos que en el pasado hayan sido ganadores o perdedores, que con coraje logren entrar en sintonía con la ciudadanía y sean proactivos para participar en un proceso que logre una alta aprobación de salida, tendrán la verdadera llave para convertirse en los verdaderos protagonistas que Chile necesita para seguir adelante.

*El autor es consejero Sofofa.

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