
Los profesores en el mundo con IA

Hace unos días, junto a una delegación de la UAI, visitamos tres grandes universidades de Singapur y participamos en una de las conferencias de tecnología en educación más importantes del mundo en Kuala Lumpur. Fuimos con el objetivo de aprender cómo la Inteligencia Artificial (IA) está impactando la educación y cómo las instituciones líderes se están adaptando a ella.
Nos sorprendió darnos cuenta de que, más allá del mayor despliegue tecnológico, las preguntas allá y acá son las mismas, especialmente respecto de cómo aprovechar la IA para que potencie y no perjudique los aprendizajes. Y en este equilibrio, los profesores cumplen un rol crucial.
Suena contradictorio afirmar que, aunque la IA parezca tener todas las respuestas, pueda preparar clases y evaluaciones, corregir pruebas y entregar feedback personalizado, ello no basta para reemplazar la labor que cumplen los profesores. De hecho, sería un problema que los profesores trataran de imitarla. Ello se debe a que en el mundo con IA los conocimientos serán menos valiosos que las habilidades y competencias “humanas”, como el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y la capacidad de adaptarse a entornos cambiantes, lo que no se aprende preguntando a Chat GPT sino interactuando con personas, discutiendo y creando juntos.
En este nuevo escenario, las instituciones de educación, tanto escolares como universitarias, debemos no sólo rediseñar los planes de estudio, sino también transformar la forma como enseñamos y evaluamos a los estudiantes. Como nos dijeron en Kuala Lumpur: “si los estudiantes no están aprendiendo de la forma que enseñamos, entonces enseñemos de la forma que aprenden”.
Dado el tipo de habilidades que los jóvenes requieren desarrollar, el rol de los profesores no puede ser de simples “transmisores de contenidos” sino el de “diseñadores de experiencias de aprendizaje”, tarea en la que, por supuesto, pueden apoyarse en herramientas de IA para realizar tareas rutinarias, liberando tiempo para lo más valioso: interactuar con sus alumnos en la sala de clases. Así, la educación tiene que estar centrada en las personas y no en la tecnología. La tecnología es un medio, un apoyo, pero no reemplaza la mediación humana. Son los profesores quienes actúan como el verdadero puente entre la tecnología y el aprendizaje. Así, por ejemplo, si bien la IA permite personalizar los ritmos de aprendizaje, sólo el profesor puede interpretar las emociones o la motivación del estudiante.
Es indudable que asumir este nuevo rol es más demandante y exigente. Es urgente, entonces, que tanto el Ministerio de Educación como las universidades diseñen programas de formación y acompañamiento docente que entreguen herramientas prácticas y confianza para enfrentar este desafío. Sólo así, los profesores podrán convertir la IA en su mejor aliada, y, al mismo tiempo, transformar la experiencia de aprender. La educación del futuro no se escribirá con algoritmos, sino con la mirada, la escucha y la guía de un buen profesor.
Por Soledad Arellano, vicerrectora académica y de Investigación UAI
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