Columna de opinión de Osvaldo Urzúa: “Seremos líderes mundiales solo con cobre verde”

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La crisis climática requiere avanzar urgentemente hacia menos carbón y petróleo, y más energías renovables, eficiencia energética y combustibles limpios, lo que lleva a una mayor demanda por cobre, litio y otros minerales críticos para la transición energética.

Esta transformación llevaría a que un tercio de las necesidades energéticas mundiales sean cubiertas con energía del viento, lo cual implicaría que la capacidad eólica instalada en el mundo podría alcanzar los 6.000 Gigawatts al 2050, involucrando unos 2 millones de aerogeneradores de 3 Megawatts. Si se considera que cada aerogenerador necesita 4,7 toneladas de cobre, se precisarían entonces 9,4 millones de toneladas de este mineral. Este ejemplo ilustra, claramente, la gran demanda por cobre que se requeriría para enfrentar la crisis climática.

Sin embargo, la producción de minerales tiene impactos sociales y ambientales conocidos, los que requieren generar, urgentemente, soluciones para avanzar hacia una minería verde o sostenible. Ello necesita ocuparse de diferentes frentes de manera simultánea.

Primero. Una minería sostenible debe ser una fuente de conocimiento, tecnología e innovación para abordar sus desafíos productivos, sociales y ambientales. Debe aprovechar esta dinámica para apoyar la industrialización y la generación de empleos de calidad, a la vez que se va adaptando a los territorios, impulsando su prosperidad y calidad de vida. Este potencial de generación de valor asociado a la minería sostenible es enorme. Por ejemplo, una mina que usa inteligencia artificial y robótica, que recircula más del 75% del agua que utiliza, que minimiza los relaves, extrae sus elementos de valor y que monitorea y regenera los ecosistemas -estas, solo algunas de las soluciones tecnológicas y de innovación para la minería verde, en las cuales la industria ya trabaja- requiere avanzar en el desarrollo de sistemas productivos y de innovación altamente complejos e intensivos en conocimiento, que son fuente de empleo de calidad a nivel local y nacional.

Segundo. La minería necesita entender, cuidar y regenerar los ecosistemas en las cercanías donde opera, promoviendo la implementación de soluciones basadas en la naturaleza - como la restauración y protección de cuencas- para abordar sus impactos. Junto a ello, se espera que hagan aportes que apunten hacia el bien común de los territorios, y de paso, permitan fortalecer la resiliencia climática.

Tercero. El hecho que las emisiones directas de gases de efecto invernadero -provenientes de las operaciones mineras- den cuenta del 7% de las emisiones nacionales, hace necesario acelerar el tránsito hacia una minería carbono neutral mediante el uso masivo de energías renovables, electromovilidad y la adopción de combustibles limpios como el hidrógeno verde.

Lo anterior pone a esta minería en un lugar distante de un desempeño extractivista, al que muchas veces se le asocia. Ello nos muestra un camino hacia la economía del conocimiento y un crecimiento sostenible, permitiendo pensar que si Chile profundiza su participación en el desarrollo de estas u otras soluciones, no sólo podrá abastecer una parte de los minerales que el mundo necesita para la lucha climática, sino también se industrializa e impulsa un ciclo de prosperidad sustentable.

Aprovechar esta ventana de oportunidad única y transitoria, no se dará automáticamente, esto requiere un desarrollo institucional acorde, para así lograr un pacto social que habilite la transición. Con esta visión en mente, la Comisión Desafíos del Futuro del Senado convocó a más de 150 científicos y representantes de diversos sectores para examinar la naturaleza de las proyecciones de una minería verde y definir políticas y regulaciones, las que junto con profundizar lo ya propuesto en la Política Nacional Minera 2050, acelere y amplíe los avances en materia de minería verde que se han impulsaco con el compromiso de mineras, proveedores y universidades. Ello con el fin de transformar a Chile en un líder mundial de producción de cobre verde.

Entre las principales conclusiones de este trabajo se destaca que el desarrollo futuro de Chile será mejor con más minería, pero siempre que ésta sea verde o sostenible. Esa minería sería baja en emisiones gracias a la adopción de eficiencia energética y energías renovables que fortalecen su resiliencia y adaptación al cambio climático, haciendo un uso eficiente del agua. Ella debería cuidar y regenerar los ecosistemas donde opera; minimizar la generación de residuos y desarrollar sistemas de producción circulares; impulsar los encadenamientos productivos, con especialización en nichos de alto valor y contenido tecnológico; e insertarse en los territorios donde opera, abriendo espacios para que los actores locales participen en los procesos de creación de valor, generando empleo de calidad y mayor prosperidad.

Para avanzar en esa visión, la Comisión Desafíos del Futuro del Senado definió como punto de partida 5 áreas prioritarias de trabajo: descarbonización; agua; biodiversidad, procesamiento de concentrados, minería secundaria, reciclaje y pasivos ambientales; y financiamiento mixto de proyectos e innovaciones asociadas a desafíos prioritarios.

Lo anterior, constituye un gran paso para hacer que cada inversión minera aporte al desarrollo sostenible e inclusivo para acercarnos hacia un mundo carbono neutral con una mirada de futuro. Esta ventana de oportunidad se cerrará más temprano que tarde y exige actuar colectiva y rápidamente para que con la minería podamos enfrentar los desafíos de desarrollo e igualdad que el país se ha propuesto.

*Ph.D. en Política de Ciencia y Tecnología de SPRU (Science Policy Research Unit), Universidad de Sussex, Reino Unido.

Director de CESCO y Socio de Karungen

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