Equivocados. Muy perdidos. Lejos del objetivo real. Distantes de lo que realmente deberían hacer. Así reaccionó el medio y las autoridades respecto de los últimos e indignantes hechos de violencia. Resulta que después de observar lo sucedido en el Centro Deportivo de la Universidad de Chile con balazos y tres heridos más una cobarde agresión a periodistas, se supo que Claudio Baeza había donado su camiseta para realizar una rifa entre cierta facción de la barra. El directorio de la ANFP decidió, entonces, analizar si el mediocampista de Colo Colo quebrantó el artículo 66 bis del Código de Penalidades, referente a la contribución pecuniaria o en especies a hinchas. De ser así, podría actuar el Tribunal de Disciplina y sancionar al jugador con 10 partidos y a Colo Colo con 10 puntos.

No está bien que no se cumplan las normas ni tampoco es correcto que un jugador desoiga la reglamentación, pero es Claudio Baeza el culpable de hechos violentos? La rifa de su camiseta va a actuar como un detonador de disturbios? Entiendo que el espíritu de esa ley persiga que no haya relaciones entre los jugadores y los malos barristas, más bien delincuentes y que, por lo tanto, no actúen incentivándolos ni menos colaborándoles, pero lo que llama la atención es la eficiencia con la que contra él se actúa. Las autoridades, deportivas y nacionales, han mostrado por años una incapacidad enorme para ir tras esos antisociales enquistados en el fútbol, sin embargo para ir sobre un jugador, no se demoran nada. Es más fácil, claro. Baeza no va a emprender represalias ni tampoco recibe la protección de grupos de poder escondidos tras las barras bravas. Está solo y es un blanco fácil. Un chivo expiatorio perfecto para aparentar que se actúa contra la delincuencia que se ha tomado el fútbol, cuando en realidad no se hace nada. A lo menos nada importante.

Lo de Jhonny Herrera es parecido. La fiscalía se apuró en citarlo para saber si tenía más antecedentes de la balacera, demostrando gran velocidad en las diligencias. Es de esperar que sean igual de rápidos para detener a quien efectuó los disparos. Difícil. Cierto es que el capitán de la U fue otra vez imprudente en sus declaraciones, pero está lejos de ser parte del problema. Por años las autoridades políticas y deportivas han mostrado una preocupante y sospechosa desidia. Tan indignante que, por ejemplo, en la última batalla entre barristas de Wanderers y Colo Colo que prácticamente se tomaron Valparaíso, sólo hay un condenado. Aberrante, vergonzoso. Así se está actuando contra la violencia en Chile. Los que disparan y acuchillan pueden quedar impunes, no los que regalan camisetas. Así de simple. Así de absurdo.

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