La traición que quebró al imperio de Arturo Vidal

Carlos Albornoz, a quien el Rey enfrenta hoy en tribunales, era una pieza clave en las inversiones que el volante del Inter de Milán y la Selección realiza fuera de las canchas. A su cargo estaban los negocios inmobiliarios del mediocampista y hasta hace poco ejercía un rol crucial en su otro gran orgullo: el Rodelindo Román



El rostro de un hombre sentado cubierto por la imagen de un roedor y, de fondo, la canción Rata de Dos Patas, de Paquita la del Barrio forman parte de una story de Instagram de Arturo Vidal. El volante de la Selección y del Inter de Milán está molesto. Más bien, enojado. Y nuevamente elige las redes sociales para exteriorizar su estado de ánimo. Esta vez, el depositario de su ira parece no tener que ver con el fútbol. Y la razón, tampoco. El Rey se siente traicionado por uno de los miembros de su círculo más íntimo, aunque no revela la identidad. Los mismos usuarios de las plataformas de internet serán quienes se encargarán de realizar la investigación. Poco después se filtrará la imagen original, ya sin obstáculos que impidan conocer la identidad del aludido. A esas alturas, ya bien avanzado marzo, el futbolista, para muchos el mejor de la historia de Chile, ya estaba convencido de que había sido objeto de una traición.

La ‘rata’ a la que apunta Vidal es Carlos Albornoz Pardo, un primo al que llegó a considerar un padre. Psicólogo laboral, magíster en Negocios, doctor en Desarrollo de Recursos Humanos y Gerente de Personas en TL Limitada, según consigna su cuenta en Twitter, el profesional era el encargado de administrar las inversiones que el Rey realizaba en un contexto ajeno al vínculo con los clubes y a la relación con las marcas, que siguen al alero del representante del volante del Inter de Milán, Fernando Felicevich. Albornoz gestionaba lo que se consideraba ‘la caja chica’ del mediocampista. ‘Caja chica’ es un decir, pues los montos involucrados eran cuantiosos, tal como queda en evidencia en la querella criminal que Vidal presentó en contra de su pariente por los delitos de administración desleal y celebración de contrato simulado. La acción interpuesta es extensiva a quienes resulten responsables de la defraudación, que alcanza los US$ 5 millones e incluye la solicitud de créditos que el seleccionado nacional asegura desconocer y no haber visado.

Esa ala ha desarrollado distintos negocios vinculados con la imagen de Vidal. Desde la venta de pulseras destinadas a medir el rendimiento deportivo hasta inversiones de carácter inmobiliario, la cartera es amplia. Uno de los más pintorescos, a cargo de su entonces cuñado Felipe Matus, fue la adquisición de una limusina, que prestaba servicios de transporte de lujo en matrimonios y otros eventos.

El objeto de la controversia que los lleva a tribunales hay que encontrarlo, justamente, en este contexto. En agosto de 2014, Vidal inauguró el Club Chicureo, una estructura que, según se informó en el momento de la operación, comprendía un predio de 20 mil metros cuadrados de superficie y que contaba con canchas de futbolito, piscina olímpica temperada y salas para practicar yoga y pilates. También se instaló un gimnasio que contara con condiciones parecidas a las que el futbolista tenía para entrenar diariamente en la Juventus, el club al que defendía entonces. La inversión bordeó los US$ 5 millones, pero se proyectaba que el retorno sería rápido, considerado el sector en el que estaba emplazado y, fundamentalmente, la asociación con el jugador de moda del momento, quien, naturalmente, había comprometido su participación en distintas actividades. Hoy, ese negocio es uno de los elementos que los mantiene enfrentados. En las últimas horas, mientras intenta defenderse y explicar los desajustes, Albornoz ha recibido ataques directos del círculo de Vidal. El más duro ha sido su hermano, Sandrino. “Ladrón, sinvergüenza y mentiroso”, escribió.

Arturo Vidal y Carlos Albornoz.

Ambición

En esa oportunidad, el propio Albornoz le presentó a El Deportivo los proyectos que lideraba. Lo hizo, precisamente, en el Club Chicureo. En la reunión lo acompañó su equipo, en el que aparecían otros familiares del futbolista y varios colaboradores que aportaban una visión más técnica. Cada uno expuso las ideas que tenía para desarrollar distintos proyectos. Y cada uno de esos proyectos parecía tener un futuro auspicioso, considerando el poderoso aval que tenían detrás. Por esos días, como ahora, asociar cualquier producto a la imagen de Vidal parecía una garantía de éxito. De ese grupo, por ejemplo, surgió la idea de una pulsera para medir el rendimiento deportivo, que se denominó Vitale. El plan partió con el pie derecho, pues Falabella adquirió 25 mil de las 30 mil unidades que constituyeron la primera partida de la smartband, que, además, incluía una red social. En el inicio del proyecto se invirtieron US$ 200 mil.

Entonces, el objetivo era expandirse. Eso sí, respetando la naturaleza de quien, a fin de cuentas, iba a actuar como el principal inversor. Es decir, al momento de suscribir contratos y alianzas se buscaría potenciar su imagen deportiva y consolidarlo como un ejemplo para la juventud. “La intención de Arturo es seguir creciendo en la industria del deporte. Estamos evaluando instalar centros polideportivos en otros puntos de Santiago, pero este tipo de proyectos son muy sensibles al valor del terreno. Por eso, demoran un poco más en concretarse”, explicaba el MBA y doctor en Desarrollo de Nuevos Negocios de la Universidad de Florida, Estados Unidos. Otra de las aspiraciones era, entonces, replicar el modelo, pero en un lugar de menores recursos, con un enfoque social. El Team Vidal estaría a cargo de implementarlo. No solo apuntarían al fútbol. El tenis era otro de los deportes que buscarían desarrollar. A cargo del deporte blanco, por ejemplo, estaba Robinson Gamonal. “Está fascinado con el proyecto. En un principio trabajaremos con niños de la zona, y luego está planificado expandirnos hacia otros sectores, porque el Grupo Vidal quiere fomentar el tenis y el deporte en varias comunas”, decía el ex integrante del equipo chileno de Copa Davis.

Por esos días, no existía un atisbo que permitiera sospechar el triste desenlace que tendría la relación entre Vidal y Albornoz. La relación era tan cercana que en las reuniones participaba Carlos Matus, padre de María Teresa Matus, la exesposa y madre de los hijos del King, quien ayer atacó duramente a Albornoz.

El posteo de Vidal que dio la primera pista del enfrentamiento con su primo Carlos Albornoz.

Hípica y lealtad extrema

La hípica es la otra pasión de Vidal. El Rey no solo es un aficionado a las carreras. Ya puede afirmar con propiedad que es uno de los principales empresarios del rubro a nivel local. El stud Alvidal ya le ha dado las suficientes satisfacciones como para considerarse, además, como un negocio exitoso. La expansión ha continuado en la crianza. En el haras Il Campione, cuyo nombre homenajea al caballo que lo catapultó a los primeros lugares en Chile y Estados Unidos y por cuya venta recaudó US$ 2 millones, el futbolista ha invertido cuantiosos recursos. La administración está a cargo de su amigo Carlos Aliaga. La contracción de ambos apellidos explica, de hecho, la primera denominación. Hace casi cuatro años, Fernando Felicevich se hizo parte del negocio.

Aliaga es, probablemente, el afecto más leal que le queda a Vidal. Siempre está cerca de sus hijos y mantiene una estrecha relación con la excónyuge del volante. El Rey confía ciegamente en sus decisiones y en sus actos. Yito, como es conocido, es sumamente respetuoso del vínculo. A fines de marzo, el King posteó un sentido mensaje por el cumpleaños de su ‘hermanito’. “Toda una vida juntos y espero que sean muchos años más, mi león”, escribió en Instagram. Una foto de ambos junto a las réplicas de la Copa América y la Copa América Centenario completan el cuadro.

Contactado por El Deportivo inmediatamente después de conocida la decisión del ex jugador del Barcelona de llevar a Albornoz a los tribunales, se excusó de hablar. Antes debía contar con la autorización de su amigo.

ARTURO VIDAL CON EL RODELINDO ROMAN
Vidal, en una actividad con el Rodelindo Román, en 2019.

El Rodelindo Román

El Rodelindo Román, hoy en Segunda División, forma parte de las inversiones de Vidal. Quizás el concepto resulte un poco mezquino, porque para el Rey y su entorno es mucho más que eso: el club de San Joaquín es la institución en que todos los afectos del Rey confluyen. Y una de sus principales inquietudes. Le dedica dinero y el tiempo que le queda para garantizarles a jugadores y cuerpo técnico las mejores condiciones de trabajo posible.

En el Rodelindo se repetía, de hecho, la lógica del círculo de confianza de Vidal. que ahora se rompe irreparablemente. El presidente de la institución sigue siendo Aliaga. Carlos Albornoz era el vicepresidente y desapareció de la gestión en los últimos meses. A varios les sorprendió el alejamiento. Ahora completan el cuadro y lo entienden.

En el plantel del Rode había una buena imagen de Albornoz. También de su hermano Víctor. “Carlos estuvo en el club en la etapa de la Tercera División. Cuando ascendimos, asumió Víctor. Nos hemos enterado del conflicto a través de los medios y es obvio que impacta. Es un tema delicado, porque involucra a la familia. No hemos querido ni preguntar”, afirma uno de sus integrantes.

En el equipo del sector sur de la capital, la imagen de Carlos Albornoz era elevada. “Cuando me enteré, me costó asumirlo. La relación con él era muy buena. Lo encontrábamos un tipo decente, derecho. No sabemos qué habrá pasado”, insiste la fuente, aún incrédula respecto de los cargos que le imputan. “Uno ve caras y no corazones”, complementa, tratando de explicar la situación.

Hasta ahora, el conflicto no ha generado problemas en la gestión del club. Tanto los futbolistas como el cuerpo técnico, que encabeza Rodolfo Madrid han recibido sagradamente el pago de sus obligaciones. Y, dada la naturaleza familiar del problema, en la escuadra de la corona prefieren dejarlo fuera del camarín.

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