Un amigo de la hija, una carta a Pinto Durán: las historias de los ayudantes de Marcelo Bielsa en su paso por Chile
El DT ha contado con numerosos colaboradores a lo largo de su trayectoria. Alguno de ellos han llegado a él de las formas más particulares para luego forjar carreras en solitario con dispares resultados.

El paso de Marcelo Bielsa por Chile significó una revolución en el fútbol chileno, por su metodología y resultados. Ese aval fue algo que los clubes nacionales quisieron imitar con dispares resultados. Por ejemplo, se hizo muy común que diversos entrenadores que colaboraron con el rosarino encontraran trabajo rápidamente en el país, despertando varias críticas de los técnicos nacionales por la escasa trayectoria de varios de ellos. El DT vuelve este martes al Estadio Nacional para enfrentar a Chile, por el cierre de las eliminatorias. Lo hará al mando de Uruguay.
La pasantía de Héctor Lastra
Hay casos bastante conocidos y otro no tanto. En este último grupo se encuentra el de Héctor Lastra, quien lo contactó sin conocerlo. “Estaba en la disyuntiva de estudiar técnico de fútbol, preparado físico o algo relacionado con la actividad. Me llamaba mucho la atención Bielsa, que estaba en Argentina. Lo seguía de Vélez. Cuando llegó a Chile lo empecé a ver más, me empezó a llamar más la atención su forma de entrenar, lo que aplicaba a los equipos, la metodología que utilizaba y cómo se comportaban los planteles que él armaba. Le dio una identidad súper clara a Chile”, relata.
Así decidió escribirle. “Le mandé una carta a Juan Pinto Durán, pero más que nada para conversar con él. Quería tener claras algunas cosas y ver si me decidía un poco de irme por la preparación física, o a lo táctico y técnico. Por eso le envié la carta. Pasaron dos semanas y me contactó Diego Reyes, que era su asistente personal. Él es chileno. Me pidió que fuera a Juan Pinto Durán y ahí el profe me había dejado algunas tareas, si es que yo las quería hacer”, recuerda.
De esa manera, terminó conociendo todos los rincones del bunker de Macul. “Se estaba haciendo un tipo de inventario de todo lo que había en Juan Pinto Durán. Se me dieron ciertas tareas que tenían que ver con la distribución de ciertas cosas que habían en la oficina y en distintos lados. Más que nada, servía para ver qué tan metodológico era yo. Lo hice siempre pensando que detrás había un transfondo que era poder conocerlo y conversar con él”, confiesa.

Después de cumplir todas las funciones encargadas, llegó el día. “Siempre me trató de usted. Me dijo quién era él, se presentó de manera muy formal, conversamos, me fue dando tareas y me dijo que me invitaba a aprender. Nunca lo tomé esto como un trabajo. Siempre fue un aprendizaje del cual saqué todo lo que fue mi base para seguir ligado al fútbol. Me siento un agradecido en ese sentido. Si a él no lo hubiese conocido, todo lo que he vivido en la actividad no lo podría haber hecho”, destaca.
Sobre tenerlo como jefe, Lastra destaca cómo era su relación. “Era exigente con todos. Con los que estaban más cercanos a él, con todos. Todos hacíamos lo mismo, todos teníamos que saber editar. Dejé la mirada del hincha y empecé a mirar el fútbol de manera mucho más profesional”.
El lado humano
También cuenta que Bielsa era de los que pedía opiniones a su staff sobre ciertas jugadas en particular, pero también el DT tenía un lado más cercano: “Era muy humano, preocupado de nuestras familias, de cómo estaba la familia. Siempre se preocupaba de eso. Yo muchas veces lo acompañé a charlas, a partidos, y en ese trayecto siempre habían conversaciones personales, de familiares. Era una persona súper humana, súper preocupada. Intentan mostrar una imagen seria suya, de no mucha expresión. Pero no era así, era súper preocupado de todos los que trabajaban con él”.
Recuerda que se quedaba largas jornadas. “Yo solo me empecé a exigir para ir temprano y quedarme hasta tarde. Me quedaba a veces hasta 10 horas trabajando, ayudando en todo”, dice. Y añade cómo fue el fin de esta particular relación: “Estuve con él hasta el último día que se fue de Chile. No continué con él porque tenía su staff. Yo solo hice una pasantía que me ayudó para toda la vida”.
Después de esa experiencia, Lastra fue espía de Jorge Sampaoli y se convirtió en ayudante de Pablo “Vitamina” Sánchez, con quien dejó de trabajar cuando partió de Palestino. Actualmente se encuentra buscando club para continuar con su crecimiento en el fútbol.
Su discípulo más fiel
El vínculo entre Bielsa y Reyes se inició en 2007. Al igual que Lastra, llegó al portón de Juan Pinto Durán, donde dejó una carta con su número telefónico para ofrecer sus servicios, sin esperar recibir ningún tipo de remuneración, solo con el fin de aprender la metodología del rosarino y desarrollarse en el mundo del fútbol.
Según confiesan en Juan Pinto Durán, Bielsa leía todas las cartas que le llegaban y le gustó su presentación. Decidió contacatarlo y ponerlo a prueba. Su primera tarea fue la de secretario del argentino. “Recortaba noticias de los diarios”, recuerdan quienes trabajaron con él.
Luego, pasó a ser analista, editor de videos y en 2008, este profesor de Educación Física y entrenador del INAF se sumó al cuerpo técnico del rosarino que estuvo en el Mundial de Sudáfrica 2010. Desde ese entonces lo ha acompañado e, incluso, ha tenido que reemplazarlo en varias ocasiones. Por ejemplo, dirigió a Uruguay ante Estados Unidos en el último partido de la fase de grupos de la Copa América pasada, por una suspensión del DT, además de hacerse cargo del equipo charrúa en los Juegos Panamericanos Santiago 2023.

Eduardo Berizzo fue el discípulo más aventajado. El Toto fue ayudante durante toda la primera parte del ciclo de Bielsa en la Roja, pero tras el Mundial de Sudáfrica decidió iniciar su rumbo como entrenador principal. Así inició su camino en Estudiantes, donde tuvo una irregular campaña.
Después de ese paso en falso llegó a O’Higgins, donde consiguió el único título de liga en la historia de los celeste, además de la Supercopa. Eso le valió dar el salto a Europa, con relativo éxito. Tras un fracaso en Paraguay, fue el escogido para comandar a la Roja rumbo al Mundial de 2026. Sin embargo, renunció tras empatar sin goles ante los guaraníes.
“Converso a menudo con Bielsa y claro que conversamos de mi llegada. He sido su jugador, su compañero y soy su amigo”, comentó el exdefensa cuando asumió la banca de la Selección. En su entorno comentan que el actual técnico de Uruguay se mostró sorprendido de que el Toto no continuara en la Roja. “Podía aguantar más”, sostienen.

El amigo de la hija
La historia de Francisco Meneghini es una de las más sabrosas. Llegó a Bielsa por una de las hijas del entrenador. “Era compañero de curso de su hija Inés en Rosario. Ella sabía que yo era fanático del fútbol y me propuso si lo quería conocer. Le mandé una carta de preguntas de fútbol y luego me citó para contestarlas”, contó en una entrevista a La Cuarta.
“Fui a su casa y me las contestó una por una. Tenía 17 años. Era algo emocionante. Fue todo fútbol, horas hablando de fútbol. Hablamos sobre la pelota parada, los sistemas tácticos más utilizados… de esas dos me acuerdo bien claras. Él las iba desarrollando”, recordaba.
“Ahí me dijo que si yo quería ser entrenador me podía ayudar. Empecé a ir a una oficina con un grupo de entrenadores que él tenía en Rosario, donde estaban sus ayudantes. Lo comandaba Lucho (Javier Luis) Torrente. Y cuando Marcelo vino a trabajar a Chile me invitó formalmente. Siempre tuvo la generosidad de compartir el conocimiento, de charlas de fútbol. No se guarda nada”, contó el actual DT de O’Higgins.

Los otros escuderos
Javier Torrente, como mencionó Paqui, era uno de sus discípulos más influyentes. Inició su carrera como asistente de Bielsa, cuando este dirigía en el Atlas de México. Si bien no estuvo en el staff de la Roja durante su paso, sí aterrizó en Chile en 2012 para dirigir a Cobreloa.
Registró dos pasos por Everton y también condujo a Antofagasta y Universidad de Concepción, con dispares resultados.
Su hermano Diego también trabajó con él. Comenzó trasladando a Bielsa a los lugares donde requería, para luego ir desarrollando tareas más técnicas. “Tuve la suerte y el orgullo de trabajar con Marcelo (Bielsa) por intermedio de Claudio Vivas y de mi hermano Javier. Ahí realicé tareas secundarias, pero en definitiva importantes en mi crecimiento como entrenador", recordó en su llegada a Coquimbo, club donde dirigió en 2011, con escaso éxito.
Otro de los que llegó a Chile tras el paso del rosarino por la Roja, fue Claudio Vivas, histórico ayudante desde sus inicios en Newell’s old Boys hasta su llegada a la selección argentina. De ahí se volvieron a reencontrar entre 2011 y 2013 en el Athletic de Bilbao. En 2014 se hizo cargo de la Roja Sub 20, pero su proceso estuvo muy lejos de obtener el éxito deseado, probando que ser bielsista o haber trabajado con él no era garantía de nada.
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