Lo Hermida ante la CIDH: Vecinos entregan su testimonio y acusan violencia policial

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Desde el 18 de octubre la comunidad de Lo Hermida ha tenido que convivir con disturbios y el olor de las lacrimógenas que inundan plazas y pasajes donde transitan niños. Fotos: Juan Farías

El 11 de noviembre pasado, un grupo de pobladores intentó tomarse unos terrenos aledaños a la población, motivando una dura respuesta de Carabineros. Desde ahí, Lo Hermida ha vuelto a estar en el foco por los hechos de violencia. El miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Paulo Abrão visitó el miércoles la población de Peñalolén y recogió los testimonios de 561 personas que acusan haber sido víctimas de la acción de la policía.


Podría decirse que desde que Lo Hermida es Lo Hermida, ahí existen tomas de terreno. Es una población emblemática de Peñalolén y su origen se remonta a 1967, una época en que el dueño de esos terrenos era Hugo Valdés, cuyo negocio eran las viñas en un sector rural de lo que por entonces solía pertenecer a la comuna de Ñuñoa.

Con la llegada del gobierno de Salvador Allende, en 1970, se dio inicio a la denominada Operación Sitio y, tras la expropiación de estos terrenos, que ya venían tramitándose con la reforma agraria de Eduardo Frei Montalva, los pobladores comenzaron a reunirse en comités para conformar un campamento provisorio en el que luego se levantarían sus casas propias.

El 11 de noviembre, en medio del estallido social, cerca de 200 pobladores de Lo Hermida intentaron tomarse unos terrenos aledaños a la población, que son propiedad de la Viña Cousiño Macul. La idea, según los dirigentes, era aprovechar el contexto de la crisis para hacer una "toma simbólica" para visibilizar sus demandas de vivienda. La manifestación generó un duro enfrentamiento con Carabineros, que se ha mantenido durante estas semanas. Pero fue un video viralizado ese mismo día, que muestra una golpiza de dos carabineros a uno de los pobladores, lo que desató una masiva protesta que se extendió hasta la madrugada del miércoles 12. En ella hubo intentos, según Carabineros, de quemar la 43° Subcomisaría que hoy es blanco de una decena de denuncias por violaciones a los derechos fundamentales.

El caso de Lo Hermida y la fuerza de las imágenes de lo que allí se ha vivido hicieron que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pusiera uno de los focos de su trabajo en esa comunidad. Su comisionado Paulo Abrão visitó LoHermida el pasado miércoles 20 de noviembre y recogió los testimonios de 561 personas que acusan haber sido heridas por perdigones o víctimas de allanamientos y detenciones ilegales, vulneración de los derechos de niños, niñas y adolescentes, además de casos de apremios y torturas.

Aquí, cuatro de los testimonios que la CIDH se llevó para investigar.

Doris Guerra, 41 años

Educadora de párvulos, encargada de sala cuna Tripai Antu.

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Foto: Juan Farías[/caption]

"El día 11 de noviembre se produjo una toma por acá cerca en Los Viñedos de Macul, en calle Los Presidentes, y los carabineros respondieron de forma muy represiva en contra de los pobladores. En la sala cuna había 14 niños y niñas, además de nueve bebés. Estamos insertos en la población, pero Carabineros sabe -porque somos vecinos- que en este lugar funciona a esa hora Tripai Antu. No importando eso, procedieron a lanzar lacrimógenas a la comunidad, incluso gas pimienta que provenía de un helicóptero que volaba a baja altura. A esa hora ya había muchos niños y tuvimos que activar un plan de contingencia. Salimos a ver qué estaba ocurriendo y a una cuadra, en Av. Los Presidentes, nos encontramos con el zorrillo (vehículo pequeño lanzagases) que estaba actuando y reprimiendo a los pobladores que exigían que pararan. Nos devolvimos y comenzamos a tapar las ventanas del jardín y pedirles a los niños que ingresaran a la sala. Nos preocupamos de la contención, que no se alteraran y que la situación los afectara lo menos posible. Desde ese día en adelante, los episodios de violencia no han cesado. El martes 12 en la mañana sabíamos más o menos a lo que veníamos, porque ya se sabía de la represión que había afectado a la población. Lo que reclamamos es que Carabineros no tomara resguardos para la población que no estaba participando de la movilización. Muchos padres nos trajeron a sus hijos porque en sus casas había mucha presencia de gas lacrimógeno. Desde ahí hemos tomado resguardos y tenemos estos rociadores con agua y bicarbonato para asistir de forma inmediata a los niños cuando vuelvan a ocurrir estos episodios que nosotros esperamos que cesen lo más pronto posible. Se están vulnerando los derechos de estos niños y niñas. Acá se pasea un helicóptero que lanza gases. Hemos tenido que interrumpir nuestras labores y sacar a las guaguas del sector, no es una condición digna. Estábamos ahogados".

Cristián Mardones, 23 años

Obrero de la construcción, acusa tortura en subcomisaría.

"El martes 12 salí a manifestarme. Lo hago por nuestros viejos, uno es joven, aún no tenemos problemas con la pensión, pero hay mucha injusticia social. Yo trabajo en la construcción y lo vivo a diario. Es lindo eso de pensar que todos estamos en la misma. Bueno, yo estaba en Caracas con Los Presidentes, me encontré con unos conocidos. Los pacos empezaron a disparar perdigones, entonces nosotros fuimos y les lanzamos piedras. Yo agarré una plancha que encontré y me la puse como escudo. En un momento ellos empiezan a disparar mucho rato y no me podía mover. Me tapé el cuerpo entero con la tabla. No me di cuenta de que los carabineros habían avanzado. Me tomaron preso, me pusieron contra el piso y me pegaron un "cachazo" con la parte de atrás de una de las escopetas (muestra una herida en la frente). Ahí me llevaron detenido hasta la subcomisaría. Yo nunca antes había caído preso, pero sabía que uno tiene derechos. Pedí que me dijeran cuál era mi proceso. Entonces unas carabineras me empezaron a gritar garabatos y me decían: " ¡Qué andái hueveando! ¿Acaso querí todo gratis?". Pasado un rato, yo me vi en un vidrio que ya tenía un ojo morado y la cara inflamada por los golpes. Llegó un oficial y me dice, 'ya te vamos a soltar, pero te vai a ir por las viñas". Atrás de la subcomisaría hay un terreno grande. Empecé a caminar y me topé con un grupo de pacos que me apuntaron y me dijeron: ¡Alto ahí!. Yo me asusté, levanté las manos y me quedé quieto. '¿Quién te hizo eso?', me dijo uno, 'los carabineros', le respondí. Entonces se me abalanzaron como cinco y me empezaron a pegar de nuevo. En todo el cuerpo. Se reían de mí. Me preguntaron cinco veces lo mismo, hasta que respondí 'nadie'. Uno de ellos me grita que eso es lo que tengo que contestar, y me dice 'ándate o te mato'. Ahí fui víctima de una falsa ejecución. Comencé a correr por la viña en zigzag, porque pensaba que me iban a matar. Tengo miedo y rabia. Quiero justicia".

Camila Echeverría, 25 años

Dueña de casa, su hijo es oxígeno dependente.

"Tengo dos hijos, una chica de cuatro años y el mayor de ocho años, quien es asmático crónico y en cierto grado dependiente de oxígeno. Desde que empezaron las manifestaciones ha requerido bastante de oxígeno por crisis de su asma. Él empieza a sentir el olor a lacrimógena y empiezan las crisis. Vivimos a solo unas cuadras de la subcomisaría. Las dos botellas de oxígeno me salen alrededor de $ 42 mil y ya se me acabaron; con lo que pasó el martes pasado ya no me queda nada. Ayer habíamos estado más tranquilos, pero anoche (martes 19) fue terrible. Carabineros lanzó lacrimógenas al interior del block, pese a que con las vecinas gritábamos que había niños y ancianos. Nosotros estábamos durmiendo, acá también están mi cuñada y sus dos hijos. Eran cuatro niños durmiendo cuando comenzó a entrar el olor. Atinamos a mojar toallas y empezar a tapar las ventanas para que no entrara el olor y taparnos la boca. Los encerramos en una pieza. Esto fue como a las 23.30 horas. Mi hija está traumada con este tema, ella ve un grupo de gente reunida en la calle y se asusta. Anoche no podía dormir, escuchaba el ruido de las lacrimógenas y los bombazos y lloraba y lloraba. Esto ya no es vida. Los responsables son Carabineros. Decidimos esta semana estar de punto fijo afuera para ver cuando viene la policía y poder hacer algo. Yo en un tarro allá afuera tengo lleno de lacrimógenas que lanzaron acá adentro y no entiendo por qué lo hacen, si acá no había nadie protestando. Estamos invadidos por esos gases, en la plaza, en las calles, los negocios. Cuando voy con mis hijos a la plaza, los árboles están llenos de balines que ellos dicen que son de goma, pero para incrustarse así yo no creo. A nosotros nos han rebotado los balines, porque decidimos poner nuestros autos como escudo, no nos llegan directo. Acá vive gente de la tercera edad, personas enfermas, pero lo que más me preocupa es que mi hijo pueda agravarse por esta irresponsabilidad".

Julia Torres, 75 años

Dueña de casa, su casa se incendió por una lacrimógena.

"El 7 de noviembre yo estaba durmiendo en mi dormitorio, que queda en la planta baja. Todos estábamos en pijama cuando una de mis hijas dice que sintió algo que cayó en el techo y que hizo un ruido. Ella subió y no vio nada, pero una corazonada la lleva a volver a subir y siente que la muralla estaba muy caliente. Había una ventana de entretecho y ya había llamas cubriendo todo el techo de mi casa. La bomba lacrimógena lanzada por Carabineros cayó en esta canaleta que está en el entretecho. Empezamos a gritar, a pedir ayuda y gracias a nuestros vecinos que empezaron a regar, comenzamos a sofocar parte del incendio. Pasaron como 45 minutos y ya toda esa ampliación del segundo piso estaba quemada cuando llegaron Bomberos de Ñuñoa que terminaron de apagar el incendio. A esa hora había manifestaciones en la calle. Incluso, ellos mismos, los manifestantes, nos socorrieron y entraron a ayudarnos con baldes de agua para que el incendio no avanzara más hacia el primer piso de mi casa. Yo vivo en Lo Hermida desde antes de 1973 y nunca había visto una represión como la que estamos viviendo ahora. Yo en esa época trabajaba ligada a la Iglesia y desde esa comunidad ayudábamos a la gente que necesitaba algo. Han pasado varios días desde el incendio y nos estamos arreglando a punta de donaciones. Carabineros nunca se acercó siquiera a preguntar cómo estábamos. El municipio tampoco. Estas planchas de zinc han sido donadas por personas que se enteraron por la prensa de nuestra situación. Dentro de todo lo malo ha habido solidaridad, pero yo ya estoy vieja para andar pasando por estas cosas. ¡Cómo es posible que lleguen y te incendien la casa! Pudo haber sido peor. Nosotros estábamos ahogadas. Yo no estaba protestando, yo ya estaba en mi casa. No entiendo por qué pasó algo así. Nosotros somos tres mujeres solas acá, vivimos una noche de terror pensando lo peor. Somos gente de esfuerzo y espero que alguien se haga responsable de esto".

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