Por Fernando FuentesMichel Shifter: “No está claro cuál es la estrategia de Trump para Venezuela”
El expresidente de Diálogo Interamericano dice a La Tercera que “el despliegue sin precedentes de fuerzas militares estadounidenses en el Caribe sugiere que (Trump) podría estar preparando un ataque con el objetivo de provocar un cambio de régimen”. Sin embargo, advierte que tal medida “sería enormemente arriesgada, no solo para Venezuela y la región, sino también para la posición política” del presidente estadounidense en su país.

La presión de Washington sobre Caracas va en aumento, a la par que las señales contradictorias. El domingo pasado, el Departamento de Estado anunció que el gobierno de Estados Unidos declarará el próximo 24 de noviembre como organización terrorista extranjera al Cartel de los Soles, un supuesto grupo narcotraficante venezolano, que, según la Casa Blanca, está encabezado por Nicolás Maduro. Ese mismo día se informó del ingreso del portaaviones USS Gerald R. Ford a aguas del Caribe, aumentado con ello el ya masivo despliegue militar norteamericano en la zona en el marco de la Operación Lanza del Sur. Todo ello, mientras el propio Trump dijo que podría haber conversaciones con el líder chavista porque “Venezuela quiere hablar”.
“No está claro cuál es la estrategia de Trump para Venezuela”, comenta a La Tercera Michael Shifter, expresidente de Diálogo Interamericano, foro político líder para los asuntos del hemisferio occidental, ante el coctel de presiones, operaciones secretas y negociaciones fallidas que marcan la actual relación entre Trump y Maduro. En la siguiente entrevista, el profesor adjunto en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown aborda los inciertos escenarios de una crisis que mantiene en vilo al país y a la región.

Usted dijo hace un mes que “Estados Unidos ya no es un socio fiable”. En ese escenario, ¿qué opciones hay de un diálogo entre Trump y Maduro y que lo acordado sea respetado por Washington? Todo ello considerando que Trump dijo que Maduro tenía “los días contados”.
Ni Trump ni Maduro son socios confiables. Ambos son conocidos por no cumplir su palabra y no respetar los acuerdos. El hecho de que Trump haya declarado que los días de Maduro están contados -una frase, conviene recordar, que el secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, dijo con confianza hace siete años- no inspira mucha esperanza. Pero actualmente se está deportando a venezolanos que se encuentran en Estados Unidos y el petróleo venezolano está llegando a Estados Unidos gracias a una licencia concedida a Chevron. Ambas cosas presuponen algún tipo de acuerdo entre los dos gobiernos. Aun así, el diálogo y la negociación, aunque difíciles, siguen siendo la mejor vía para resolver la crisis de Venezuela. Vale la pena intentarlo. La alternativa, el uso de la fuerza, podría tener consecuencias potencialmente desastrosas.
Según The New York Times, EE.UU. rechazó la propuesta de dimisión de Maduro tras un período de transición y Trump autorizó operaciones encubiertas de la CIA. ¿Se está preparando Trump para atacar Venezuela o está buscando un acuerdo?
Trump repite una frase que le gusta y que utilizó a menudo durante su primer mandato: “Todas las opciones están sobre la mesa”. No está claro cuál es la estrategia de Trump para Venezuela. Es posible que esté preparando un ataque militar, si no una intervención con tropas sobre el terreno, quizá un ataque contra varios objetivos estratégicos del país. Sin duda, el despliegue sin precedentes de fuerzas militares estadounidenses en el Caribe sugiere que podría estar preparando un ataque con el objetivo de provocar un cambio de régimen. Pero tal medida sería enormemente arriesgada, no solo para Venezuela y la región, sino también para la posición política de Trump en su país. Por otra parte, Trump podría estar utilizando la presión sostenida y la campaña de intimidación para obtener una mayor ventaja en las negociaciones con Maduro. No está claro si ha decidido qué hacer. Puede que dependa de la última persona con la que hable.

Usted afirmó que “Trump no enviará tropas, pero la presión militar contra Venezuela puede prolongarse”. ¿Por cuánto tiempo puede extenderse esa presión?
Es difícil saber con certeza cuánto tiempo podrá mantenerse el extraordinario nivel de presión militar estadounidense contra Venezuela. La duración puede depender menos de consideraciones tradicionales, como el costo y la necesidad imperiosa de trasladar activos importantes a zonas más estratégicas del mundo, como Asia-Pacífico y el Mediterráneo, que de la política. Por un lado, es posible que Trump quiera mantener la demostración de poderío y superioridad militar para proyectar su poder y dominio en Venezuela y el resto de América Latina, un elemento clave de su enfoque hacia la región. Por otro lado, la política interna -el descontento de la base MAGA de Trump- podría limitar el tiempo que puede continuar la mera proyección de fuerza. Aunque es difícil de imaginar, si Trump enviara tropas estadounidenses para estabilizar Venezuela tras derrocar a Maduro, el compromiso sería a largo plazo y podría consumir el resto de la presidencia de Trump.
Maduro advirtió que una intervención militar de EE.UU. sería el “fin político” de Trump. ¿Cuánto arriesga Washington con una operación en territorio venezolano, aunque sea contra objetivos donde no se produzcan víctimas?
No estoy seguro de que Maduro sea la persona más indicada para dar consejos políticos a Trump, ni a nadie más. Todas las opciones que baraja Trump entrañan diferentes riesgos para Estados Unidos. Según todas las fuentes, se está considerando una operación militar estadounidense en Venezuela contra uno de los varios objetivos posibles. Sería más arriesgado que atacar a los narcotraficantes en el Caribe y el Pacífico, pero no significaría necesariamente enviar tropas sobre el terreno, que es la opción más arriesgada. Aun así, ¿cuál sería el propósito de tal operación? Es fácil imaginar ataques militares contra objetivos que dejarían intacto el régimen. La apuesta parece ser que los ataques provocarían deserciones contra Maduro en las Fuerzas Armadas y conducirían a su destitución. Eso es difícil de lograr y lleva a la inevitable pregunta: ¿Y después qué?

La “Operación Lanza del Sur” de EE.UU. busca combatir el narcoterrorismo en el hemisferio occidental. ¿Cree que los ataques a embarcaciones con civiles en el Caribe y el Pacífico empeoran la imagen de EE.UU. en América Latina? Muchos hablan de ejecuciones extrajudiciales.
Los ataques militares contra embarcaciones que presuntamente transportan drogas -hasta ahora, más de 80 personas han perdido la vida- ciertamente no han mejorado la imagen de Estados Unidos en América Latina. Evocan políticas intervencionistas y unilaterales que muchos latinoamericanos creían que formaban parte de una época pasada. Según respetados expertos en derechos humanos y abogados internacionales, los asesinatos constituyen ejecuciones extrajudiciales. Estos ataques militares son de dudosa legalidad y son más performativos que eficaces. Suponen un cambio radical con respecto al enfoque tradicional de Estados Unidos en la lucha contra el tráfico marítimo de drogas en América Latina. Aunque ese enfoque tenía deficiencias, respetaba el debido proceso y hacía hincapié en las alianzas con otros gobiernos de la región. La actual administración ignora sistemáticamente ambos aspectos.

El mes pasado, Lula se propuso en Malasia como interlocutor entre Trump y Maduro. ¿Ve disposición de EE.UU. a aceptar esa mediación? ¿Sabe si ha habido avances en ese tema?
Aunque Trump afirmó haber mantenido una reunión positiva y constructiva con Lula en Malasia, no hay indicios de que Estados Unidos esté dispuesto a aceptar la oferta de Lula de actuar como mediador en la crisis de Venezuela. Tras la reunión, no se anunció ningún acuerdo específico al respecto. No está claro si Lula tiene intención de volver a plantear su oferta a Trump. Aunque el gesto de Lula es digno de elogio, existen obstáculos para que el papel del presidente brasileño como mediador se materialice. Muchos miembros del equipo de Trump, y de Washington en general, pueden cuestionar la neutralidad de Brasil y su capacidad para ser un mediador honesto en cualquier esfuerzo de mediación. Muchos miembros de la oposición venezolana, entre los que destaca María Corina Machado, criticaron duramente a Lula por no adoptar una postura más firme y basada en principios contra las elecciones fraudulentas de 2024.
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