Roberto de Andraca, presidente de CAP: "He decidido no repostularme al directorio"

Roberto de Andraca, presidente de CAP:

El histórico timonel del holding adelanta que en abril próximo pondrá término a sus 57 años dentro de la compañía, y a los 27 en la presidencia. Tras concluir su período, cuenta, asumirá un rol de asesor en la firma, desde donde se enfocará en la relación de la compañía con los gobiernos. Aquí, explica las razones de su retiro.




El 1 de marzo de 1960, un joven Roberto de Andraca, de 25 años, entraba a trabajar a la entonces estatal CAP, la Compañía de Aceros del Pacífico. El 83 asumió la gerencia general de la firma y en 1990 se hizo cargo de la presidencia, cargo que desempeña hasta la actualidad. "Le he dedicado más de la mitad de mi vida a esta empresa, que ha cambiado enormemente desde el momento que partió y que se prepara para cambiar mucho más", comenta el empresario de 82 años.

Él partió en CAP, recuerda, "siendo ratón guarén tercero, era ingeniero número tres o cuatro de una sección chica, que se llamaba control. Y lo primero que hicieron fue decirme que no sabía nada de operación y me mandaron seis meses a la planta de Huachipato". Ahí lo recibió un dirigente sindical del Partido Comunista. "Ese dirigente me sirvió para apreciar el trabajo y con los años nos hicimos amigos", cuenta.

En el tiempo que lleva liderando el directorio, menciona, ha enfrentado momentos dolorosos, como la muerte repentina de dos gerentes generales. La primera, de Jaime Arbildua, hace 11 años, quien se sintió mal durante una junta de accionistas y se retiró. Murió mientras De Andraca se dirigía a la asamblea. "Fue un gran gerente general", relata el empresario; 48 horas después, en esa silla estaba sentado Jaime Charles, "otro gran ejecutivo que se murió en 2013, en dos meses, nos dio más tiempo". Dos días después, Fernando Reitich fue nombrado en su reemplazo, quien permanece hasta hoy. De Andraca destaca la resiliencia de la empresa, al tiempo que hace un paréntesis en su relato para poner una cuota de su particular sentido del humor. "Los gerentes saben que hay algún gallo que produce alguna cosa que los mata", bromea, y de paso, ya hablando con total seriedad, pone fecha de término a su extenso período en la compañía y en su matriz, Invercap.

Usted le ha dedicado 57 años a CAP. ¿Cómo vislumbra su retiro? ¿Lo ha pensado?

Es tiempo de irse a la casa, porque a esta edad el espacio entre la casa y el cementerio es corto. Ese margen hay que aprovecharlo.

¿Pero usted ya ha evaluado ese proceso?

Yo me voy en la próxima junta de accionistas, en la segunda mitad de abril. He decidido no repostularme al directorio, no me presentaré. Me voy en la junta de accionistas que tendremos en abril próximo. Tampoco me postularé a Invercap.

¿Cuándo lo decidió?

Hace años que decidí que me tenía que ir, porque me cargan los gallos en que viene un comité a pedirles que se vayan, lo encuentro desagradable. Entonces, decidí irme antes de que me inviten a irme.

¿Por qué ahora?

Tomé la decisión, porque cuando se tiene esta edad uno sigue encontrando a toda la gente igual, pero si uno es sensato y se mira, sabe que los de 40 tienen normalmente más tiempo que los de 80. Y, además, es tiempo de que el talento de esta compañía se muestre con otros nombres. No es que yo haya sido talentoso, sino que los siguientes que vienen son los capaces y es momento de que ellos tomen la conducción.

¿A quién ve como su sucesor?

Yo me imagino que los que tienen que elegir ya están pensando eso. Yo soy de los que se van, es fácil. En todo caso, la CAP está preparada en cualquier momento para que eso pase, ya lo demostró con los gerentes generales, porque tiene gente capaz para que asuma la responsabilidad y el desafío que viene.

¿Qué le parece Fernando Reitich como candidato a la presidencia?

Eso no lo puedo decir yo.

¿Tiene sentimientos encontrados al irse?

Gran parte de mis ahorros están puestos en esta empresa. Estoy dispuesto a correr todas las aventuras por el capital que tengo acá adentro, porque sé que los que me van a seguir son más capaces que los que se van.

¿Cuál es su balance de estas casi seis décadas en la compañía?

Me voy feliz de haberle dedicado este tiempo a la empresa.

¿Qué legado deja?

Dejar gente capaz. Y otra cosa, esta compañía siempre está con Chile, tenemos inversiones en otras partes, trabajamos en otros mercados del mundo, pero en nuestras decisiones siempre tomamos en cuenta qué pasa con Chile. Esa es la razón de existir de esta compañía y, por eso llevamos 22 años sin una huelga, es un gran valor ético. Somos los mejores en eso.

¿Un logro personal de su período?

La privatización, si no nos hubiéramos privatizado no existiríamos.

¿Y ese es mérito suyo?

Es un mérito de todos los ejecutivos y trabajadores de la compañía, que en un momento en que no era moda ser privado, el personal creyó en ese proyecto y alcanzó a tener el 42% de la compañía. Cuando nadie quería comprar acciones, fue el personal el que probó que valía la pena y se embarcó, y cuando vieron que teníamos el 42% otros empezaron a comprar.

¿Su contribución a ese proceso?

Creer en la compañía y comprar también. La gente inventaba que la plata se le había robado al Estado, pero esta compañía ha pagado un impuesto ocho veces lo que costó hacerla, con tasa de interés hasta hoy día. CAP no ha robado nada, al contrario, ha dado ocho veces lo que costó.

Esos accionistas hoy son los controladores de CAP...

Hoy la CAP no tiene controladores, el accionista más grande, directo e indirecto, debe tener 3% o 4%, salvo los japoneses, que tienen un 19%.

¿Hay algo que le genere un sabor amargo de estos años?

No tengo ningún sabor amargo en lo que ha pasado en la CAP, porque he tenido un entendimiento con el personal notable, que me llena de orgullo. Lo he pasado fantástico todos estos años, porque los colaboradores y el personal han sido personas muy inteligentes; cuando recorría las instalaciones mucha gente me paraba y me retaba, porque yo estaba preguntando cosas, y me decían: 'Usted debe saber eso'. El personal de CAP es único en su relación con la empresa. Aquí no se entra por un cuarto de hora, aquí se entra para quedarse. Sí he vivido momentos dolorosos en lo personal, como la desgracia de la pérdida de los ejecutivos, he visto desengaño también, pero todo eso es menor al lado del placer de haber estado en CAP. Es un grupo muy bueno.

¿Las diferencias con Juan Rassmuss padre e hijo, el accionista individual mayoritario de Invercap, la matriz de CAP, han sido un momento amargo?

Nunca muy amargo, porque él, que desgraciadamente murió, era un gran minero y sigue con sus acciones acá adentro a través de su hijo, lo que es un reconocimiento de que esta es una gran compañía, porque de lo contrario se hubiera ido. Ojalá que goce con los dividendos que vamos a seguir dando.

Hoy, ¿cómo está la relación con Rassmuss hijo?

Es un inversionista nuestro, tiene que recibir el fruto de su inversión.

¿No hay un conflicto por el control de CAP?

Eso es más bien cuento de los periodistas, porque en las compañías las cosas se eligen por el número de votos, es como una elección, no es porque yo quiera una cosa y él otra. El número de acciones dicen esto sí y esto no, no hay mucha pelea, menos con el hijo. No hay diferencias significativas.

El año pasado se dijo que Rassmuss ofreció aumentar su participación en CAP, ¿es cierto?

El cuento es al revés. Lo que yo sé, es que el gerente general actual le ofreció a Rassmuss comprarle su parte, pero Rassmuss no le ha contestado hasta ahora. Esto ocurrió hace como un año, él mismo nos contó en un directorio. Pero a mí no se me ha acercado.

¿Se sintió alguna vez con el poder absoluto?

Para nada, a la gente le gusta creer eso, que yo hacía cualquier cosa. Pero los otros directores son muy estrictos. Cuando estamos de acuerdo es fácil, pero cuando no, hay una discusión infinita.

¿Qué diferencia hay entre la CAP de cuando asumió la presidencia y la de ahora?

En el país había problemas distintos, como las casas donde vivía nuestra gente, hoy todos tienen casa propia; después la educación, el grupo más grande de graduados universitarios en relación al personal general de la compañía está aquí, de cualquier compañía en Chile. Producíamos muy poco y carísimo, el país estaba muy protegido al comienzo, donde la compañía vendiendo unas pocas cositas caras ganaba mucha plata y esa plata iba al Estado, y nosotros éramos empleados del Estado. Cuando se privatizó no hubo protección. Hubo un tiempo en que una plancha nuestra de zinc valía mucho menos que una plancha de cartón, fonolita. Todo eso ha cambiado y pasamos de ser productores de una compañía de acero chica, a ser mineros de una compañía mediana-grande muy compleja, que compite con empresas internacionales que son cinco o siete veces más grandes y les ganamos. Ahora estamos en una evolución hacia una CAP más moderna.

¿Qué hará después de abril?

Al día siguiente de la junta voy a volver a CAP y voy a pedir una oficina para estar vigilando desde adentro. Voy a preocuparme mucho de la relación de esta compañía con los gobiernos, porque este país si sigue creciendo, porque supongo que estamos viviendo una enfermedad juvenil que va a pasar, y que vamos a ser un país realmente desarrollado, el primero de América Latina. Y, en esa etapa, los viejos van a servir para dar sus consejos.

¿Quiere ser una especie de interlocutor entre la compañía y el gobierno de turno?

Más bien un asesor senior, comprender que el país que nos toca manejar es mucho más sofisticado, importante y que va ser mucho más si seguimos en esta línea.

La CAP del futuro

Mirando la CAP en 10 años más, ¿cómo se la imagina?

Me imagino que será todavía importante en minería, aunque muy probablemente estemos en otras actividades de gran importancia y de grandes ingresos; además, me la imagino con una presencia más extendida en América Latina de lo que hoy estamos, más allá de Perú, donde estamos creciendo fuertemente, y de Argentina, que también está creciendo. La CAP de los próximos 10 años será más grande afuera y tendrá nuevas actividades, podría estar en cobre, en electricidad, en manejo de puertos, estamos en una posición en que si el país crece un poquito más, estaremos muy bien posicionados para actuar ahí.

¿El crecimiento futuro vendrá más por el lado externo que por el mercado interno?

Nuestra compañía, en general, hasta ahora, ha operado más por el mercado externo, pero fuera de las cosas externas, dentro de Chile también va a haber crecimientos relevantes que van a significar una facturación en pesos importante. Chile no nos quedó chico, nos queda súper bien, porque tenemos una base fantástica.

¿Qué países están mirando para instalar operaciones e invertir?

Estamos estudiando dos más, siempre mirando la cuenca del Pacífico, que parece que va a crecer más en las próximas décadas, y nosotros tenemos esa posición sumamente ventajosa de estar ahí.

¿La CAP del futuro incorpora a Huachipato? ¿Será rentable para entonces?

Todo lo que haga la CAP tiene que ser rentable, si no, se cambia por otra cosa.

¿Quedó satisfecho con las salvaguardias que se impusieron?

Lo único que permiten las salvaguardias es ajustarte en el tiempo, pero tienes que ajustarte al mundo, si somos capaces de ajustarnos al mundo seguiremos haciendo eso, si no, tendremos que ser capaces de inventar otra cosa.

¿Y el tema societario cómo lo ve a futuro?

Veo mucha estabilidad en el futuro, muchos propietarios, muchos accionistas, pero ninguno con mayoría definitiva.

Un mejor 2017

En 2016, la acción de CAP subió 150% -aunque aún está lejos de su peak- y el precio del hierro escaló 81%. ¿Cómo evalúa el año recién pasado?

Fue un año movido, pero bueno. El mundo se movió mucho, la CAP factura sobre el 70% fuera de Chile, entonces, nos afecta mucho lo que pasa afuera. Y mucho afecta al otro 30% la influencia de la competencia de lo que pasa afuera. El 2016 fue muy movido, nos vimos enfrentados al precio de la materia prima, el mineral de hierro, que desde hacía dos años que estaba bajando mucho, hasta que comenzó a subir de nuevo. Con los precios que hemos tenido, va a ser un año positivo, pero tres años atrás hubiera sido profundamente negativo.

¿Por qué?

Porque hemos hecho una adecuación y un aumento de eficiencia notable en las actividades tanto de minería como de acero. Y ahora estamos con una compañía que tiene récord de producción en minería del hierro, que cerró la mitad de sus actividades en que perdía mucho dinero en la planta de Huachipato y ahora nos preparamos para aprovechar las alzas que vendrán en las materias primas.

El 2016 fue un punto de inflexión.

Fue un punto de inflexión. El sacrificio de los últimos tres años se está empezando a notar, y hay que destacar que ese proceso fue comandado por un nuevo gerente, Fernando Reitich, quien asumió la compañía en un momento negativo, donde los precios del mineral comenzaron a bajar sostenidamente. Fernando ha sido una parte importante de este éxito. Si volviéramos a un precio levemente superior al actual, que es muy posible, porque el valor actual todavía está bajo, esta compañía tendría enormes utilidades.

¿Cómo prevé el 2017 para CAP?

Va a ser mejor que el 2016, porque ya hicimos el ajuste de costos.

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