Opinión

Vengo del futuro

Por Carlos Meléndez, académico UDP y COES

En comparación con países del vecindario, como Perú, el sistema de partidos chileno ha sido más resistente. Mientras el peruano colapsó hace más dos décadas (sin jamás recomponerse, sino todo lo contrario), el chileno había logrado mantener parcialmente sus mecanismos funcionales de intermediación política. Si bien es cierto que ya hace tiempo habían perdido enraizamiento social, los partidos locales aún fungían como vehículos atractivos para las carreras de políticos profesionales y leales a sus respectivos colectivos; a pesar de la distancia social con el electorado.

Es decir: aunque el sistema duopólico chileno había perdido legitimidad “vertical” (conectaba débil y episódicamente a la élite política con el electorado), mantenía eficiencia “horizontal” (cohesionaba a la élite política). Esa resistencia que había distinguido históricamente a la “crisis de representación” chilena de la peruana, hoy, parece esfumarse. El establishment partidario chileno pareciera postrado en cuidados intensivos, lo que se expresa en una dimensión hasta hace poco inédita: la rebeldía grupal de legisladores de Chile Vamos, empeñados en apoyar una medida que debilita el sistema de AFP, uno de los baluartes ideológicos de su coalición.

Que ninguna fuerza política haya capitalizado la movilización social del “estallido” de octubre pasado, no sorprende, sinceramente. El establishment partidario -incluyendo a su renovada rama de izquierda, más lozana; y a su extremo populista de derecha, más añejo- levita sobre la sociedad. Pero, casi inadvertidamente, las fichas del dominó del colapso empezaron a desfilar en el espacio de la élite política: primero, renuncias aisladas de parlamentarios a sus bancadas; luego, alcaldes que van perdiendo interés en alinearse con sus jefes nacionales. A ello se suma una súbita inestabilidad de algunos ministros. Y también, las discrepancias agudas al interior de colectividades y las votaciones díscolas que llegan a desafiar incluso a la llamada del propio Presidente Piñera. La votación de 13 diputados de la coalición “oficialista” a favor de proceder con la regulación habilitadora del retiro del 10% de las AFP por sus aportantes, terminó por convencerme de que esta película la he visto antes.

El día en que los partidos chilenos pierdan por completo su capacidad de reclutar, atraer y articular a políticos, comenzarán a volverse rutinarios los cambios de camiseta de legisladores (“tránsfugas” en Perú), la pululación de aventuras “independientes”, el emprendedurismo político regional (pésima idea convocar a elecciones de gobernadores regionales en el momento más crítico del sistema partidario) y la volatilidad de proyectos políticos. Esto es, escalaría a una crisis -muy sabida en territorio peruano- en la que la dinámica política pulverizaría no solo al sistema de AFP sino también haría añicos toda posibilidad de agregar preferencias a través de canales estables. Esto último es, quizás, lo único por lo que vale la pena luchar.

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