Claudio Agostini duda que reforma tributaria recaude lo que se propone y cuestiona estimaciones sobre el impuesto a la riqueza

Claudio Agostini

Para el académico de la UAI, la fiscalización de activos no financieros es algo "difícil de lograr.” "Alguien que tiene un cuadro de Dalí en su casa, que cuesta US$5 millones, ¿Impuestos Internos sabe que lo tiene, o sabe cuánto vale? Soy escéptico de esas cosas”, afirmó.


Escéptico y lleno de dudas ante las estimaciones que contempla la reforma tributaria. Así se mostró el economista y especialista en materias impositivas, Claudio Agostini.

En entrevista con Radio Duna, el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) comenzó planteando sus aprensiones por lo seguidas que han sido las últimas reformas en la materia, luego de los proyectos aprobados en 2014 y 2020, a los que se suma la actual iniciativa en discusión.

“Uno ve reformas grandes en países, sin duda. Australia tuvo una, pero ocurre cada diez años. El resto son ajustes más chicos, en general, y no es un tema tan de debate público a nivel de tanto detalle”, aseguró.

En específico indicó que, en este caso, la meta de recaudación propuesta de 4,1% del PIB “a mí me parece desafiante por decir lo menos; optimista y poco probable”.

En esa línea, recordó que la meta de la reforma de 2014 no se logró y apuntó a que la actual propuesta adolece de problemas similares.

“La reforma tributaria de 2014 apuntaba a 3 puntos del PIB y llegó a la mitad. Era muy ambiciosa, una reforma bien estructural y logró la mita de lo esperado. El impuesto al patrimonio no creo que vaya a recaudar lo dice que va a recaudar, por ejemplo”, lanzó Agostini.

Para el académico, la dificultad de fondo radica en que los cálculos no están considerando los efectos que tendrá en la conducta de los actores económicos. “El efecto mayor en la sobreestimación de la recaudación está en asumir que las personas no van a reaccionar a los impuestos”, resumió.

Al respecto, ejemplificó con un ejercicio sobre el gravamen a un bien de consumo como las gasolinas. “Si yo dijera que consumes al mes 10 litros de gasolina, pagas $ 100 de impuesto y te lo voy a subir a $ 200, la estimación es que voy a recaudar el doble, y no, porque cuando subo el precio al doble ya no consumes 10, vas a consumir 5. Ese efecto, la elasticidad que llamamos los economistas, en todas estas estimaciones se ha asumido cero y no es cero. La gente reacciona a los impuestos”, apuntó.

Volviendo sobre el impuesto al patrimonio, también conocido como impuesto a la riqueza, el académico planteó que “hay algunos números que a mí me han sorprendido y me encantaría saber cómo se calcularon. Por ejemplo, el informe financiero de la reforma, dice que el impuesto al patrimonio va a afectar a 6.350 personas”.

En ese sentido y considerando que la estimación debió considerar todos los activos -financieros y no financieros-, menos los pasivos de los contribuyentes, Agostini calificó como algo sorprendente que dicho ejercicio “se pueda” realizar.

“Yo soy muy escéptico de que se pueda. El patrimonio financiero es fácil -fondos mutuos y acciones-; propiedades también, siempre y cuando logres llegar a los que están en sociedades de inversión y en sociedades en las Islas Caimán, y que logres llegar hasta el destinatario final, podrías intentarlo. Pero alguien que tiene un cuadro de Dalí en su casa, que cuesta US$5 millones, ¿Impuestos Internos sabe que lo tiene o sabe cuánto vale? Soy escéptico de esas cosas”, remarcó.

Eso quiere decir que pudiste calcular el patrimonio y a mí me sorprende que eso se pueda. Con todos los activos no financieros es difícil y de nuevo, a propósito de elasticidades, si me dices que el impuesto te lo voy a poder fiscalizar solo en lo financiero, para alguien de altos ingresos, saco un montón de acciones y fondos mutuos y compro tres cuadros de Picasso y Dalí y ya, mi elasticidad está ahí. Hay muchas personas de alto patrimonio que tienen muchos activos fuera de Chile, y mí me costaría creer que Impuestos Internos va a poder saber y fiscalizarlo”, enfatizó.

Sin incentivos a la inversión y una desintegración ineficiente

A sus dudas sobre la meta e instrumentos propuestos en la reforma tributaria, sumó las preocupaciones por el efecto que podría tener su aplicación en el crecimiento económico.

“Eso es aún más difícil de avaluar, porque hoy día ya estamos con un crecimiento bajo sin reforma. Esta reforma tributaria no tiene muchos incentivos a la inversión. Para nada. Uno hubiese querido ver algunas cosas que en otros países han dado buenos resultados y que se han transformado en algo estándar”, afirmó Agostini.

En esa línea, mencionó la depreciación instantánea y tasa de interés nocional como experiencias valorables.

Respecto de la primera, destacó su “lógica impecable” en cuanto a neutralidad tributaria, mientras que de la segunda aseguró que su origen se dio en Bélgica, pero que “se ha extendido en todos los países nórdicos y en casi toda Europa”.

Consultado, Agostini señaló que la reforma va en la dirección opuesta, “y la evidencia que hay para los países que la han implementado es que tiene un efecto importante en la inversión y tiene un efecto importante además en las empresas que están más apretadas de caja, que les cuesta endeudarse más”.

El experto también se mostró contrario a la desintegración del sistema tributario. “Yo soy partidario absolutamente de la integración, por varias razones. La primera es la equidad horizontal. Esto es algo que está en varios de los informes que han hecho tres grupos de expertos para citar de afuera y no más allá de las opiniones de uno”, afirmó.

Agregó que la desintegración “te genera ineficiencias grandes, porque si yo ahora soy trabajador independiente y gano $100, pago $10, pero si soy pyme y gano las mismas $100 y pago $20, voy a hacer todo lo posible por disfrazarme y pasar mis rentas a trabajador dependiente”.

Al respecto, reiteró sus aprensiones sobre desintegrar el sistema tributario solo para las grandes empresas, algo que ya advertía en la previa a la presentación del proyecto actual.

“Si el desintegrado es mejor, desintegremos todas las empresas. ¿Por qué las pymes no? ¿Por qué a las pymes las dejamos en algo que creen que es peor? Esto genera empresas integradas, que son las pymes; empresas desintegradas, que son las grandes, y empezamos con la misma discusión que tuvimos el 2014, cómo conversan las integradas con las desintegradas. Si tienes una empresa integrada y eres socio de una empresa desintegrada, y viceversa, cómo se traspasan esas cosas. Y de nuevo, soy una empresa grande que está justo en el límite, quedé justo desintegrada, ¿me conviene dividirme en dos, o en tres, o en cuatro? Se suponía que esto es para simplificar y no lo es. De verdad me parece muy complejo como se está implementando y se supone que esto era para simplificar”, concluyó.

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