Una necesaria diversificación

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El riesgo de una escalada en la guerra comercial nos ha recordado cuán dependiente sigue siendo nuestra economía de los vaivenes en el precio del cobre. Las mayores tensiones comerciales han generado incertidumbre respecto del crecimiento mundial, lo que a su vez ha generado una caída significativa en el precio. La preocupación por este escenario llevó incluso al gobierno a constituir una instancia mensual para monitorear los efectos de la guerra comercial.

Por otra parte, una de las principales agencias clasificadoras de riesgo del mundo acaba de rebajar la calificación crediticia de Chile. Es cierto que la estrategia fiscal anunciada por el gobierno no convenció a esta agencia de que la situación fiscal mejorará significativamente en los próximos años. Pero sería un error quedarse sólo en este punto. La agencia clasificadora señaló que uno de los fundamentos de su decisión es el hecho de que nuestra economía no está lo suficientemente diversificada.

Hablar de diversificación productiva no significa en absoluto renunciar al hecho de que los países deben seguir sus ventajas comparativas. Nuestro país tiene claras ventajas en materia minera. Pero eso no significa que estemos condenados a exportar sólo cobre. Los desafíos que hoy enfrenta la minería en Chile en materia tecnológica, de proveedores y medioambientales pueden ser utilizados como una plataforma para la innovación y el desarrollo de nuevos bienes y servicios. En materia de alimentos, la calidad de nuestra materia prima nos permite apuntar a desarrollar una industria de alimentos saludables con productos de mayor valor agregado. El conocimiento que hemos alcanzado en materia financiera nos permite aspirar a transformarnos en un centro financiero global.

Una clave para aprovechar estas oportunidades es reducir los problemas de coordinación y de generación de bienes públicos que naturalmente emergen. En la administración pasada se avanzó en la implementación de agendas público-privada en sectores estratégicos como el sector minero, solar, de alimentos, de turismo y de exportación de servicios. Si se le da continuidad en el tiempo a este trabajo, mejorando y profundizando lo que corresponda, podemos avanzar en la diversificación y sofisticación de nuestra economía.

La diversificación y sofisticación productiva requiere también generar una base de emprendedores e innovadores que creen nuevos bienes y servicios. Las noticias en esta materia son positivas, producto precisamente del trabajo acumulado de distintas administraciones. A modo de ejemplo, entre 2001 y 2015 se apoyaron a 3.690 emprendimientos dinámicos (emprendimientos con modelos de negocios innovadores). Sólo en 2016 se apoyaron más de 1.000 proyectos. Eso significa que hoy tenemos más innovadores, más talento empresarial, buscando una oportunidad y también más apoyo para ellos. Potenciemos entonces esta fuente de generación de nuestras futuras empresas.

Todo lo anterior requiere explicitar una estrategia de desarrollo productivo por parte del gobierno. Lo que no ha ocurrido. Hoy nuestra economía está experimentando una recuperación cíclica que puede llevar a algunos a olvidarse de los desafíos estructurales. Cometer ese error puede ser muy costoso en términos de crecimiento y generación de empleos futuros.

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