Manuel Marfán: “Soy más socialista de corazón y de mente que muchos otros que están dando la hora, olvidándose de la racionalidad”

Exvicepresidente del Banco Central, Manuel Marfán. FOTO: DEDVI MISSENE

El exvicepresidente del Banco Central alerta sobre la falta de sustento técnico en el debate por el segundo retiro del 10% de los fondos de las AFP. “Hay que tomar decisiones con criterio de largo plazo en base a propuestas técnicas, pero no por una banda de opinólogos que es en lo que se ha transformado el Congreso en el último tiempo”, afirma.


Perplejidad. Esa sería la palabra precisa para definir el estado de ánimo del exvicepresidente del Banco Central, Manuel Marfán.

Perplejidad al observar al Congreso, al que no trepida en calificar como una “banda de opinólogos” por estar aprobando un segundo retiro del 10% de los fondos previsionales sin meditar las consecuencias sobre las pensiones futuras, versus una ciudadanía más empoderada, más activa, deseosa de participar.

Perplejidad porque los partidos políticos han decidido no escuchar las opiniones técnicas. A él mismo lo han ignorado cuando expresó su intención de ser constituyente ante un partido (PS) que no le respondió, y que cuando accedió a integrar el grupo tributario convocado por Hacienda, declaró que “Marfán no los representaba”.

En materia económica, ¿cómo viene el motor desde afuera, considerando la euforia que hubo esta semana en los mercados por una posible vacuna y por Biden?

-Ojalá que funcione la vacuna, porque según The Economist, su efecto sería de un aumento del 2% del crecimiento en la economía mundial y eso sería bueno para Chile. Mientras tanto, las señales no son muy buenas. En EE.UU. tenemos una economía muy debilitada y el problema de Biden es que no tendrá mayoría en el Senado; Europa, terminada la primera ola del coronavirus, tuvo un repunte rápido de actividad que se frenó quedando como una raíz cuadrada, bajo de los niveles prepandemia, y las proyecciones de mediano plazo para China están por debajo de las metas del plan quinquenal.

¿Pero la elección de Biden no aumenta la expectativa de una mejoría en las relaciones con China?

-Tengo la impresión que China tiene planes que van más allá de las elecciones de EE.UU. y no van a cambiar dependiendo de ese resultado. No es una fatalidad lo que está ocurriendo, pero es mediocre, o reguleque, como diría alguna diputada, y por lo tanto no veo un motor todavía en la economía internacional que nos ayude a la reactivación, pero, por otro lado, tampoco veo un desplome como era el temor al principio de la pandemia. Además, nuestros indicadores de comercio exterior son muy erráticos, como un electrocardiograma, y las exportaciones dejaron de ser un motor en 2010.

¿Proyecta una recuperación para Chile?

-Veo una economía que se recupera lentamente, con empleo aún más lento. Por eso tengo una sensación un poquito más pesimista para este año, y creo que el promedio de los dos años será menor que las proyecciones, en torno a una caída del 2%. Y ello está sujeto a que se descubra una forma más eficaz de combatir el coronavirus, porque Chile hoy no tiene fortalezas estructurales de las cuales agarrarse, al contrario, nos estamos comiendo algunas de ellas.

¿A cuáles se refiere?

-Esto del retiro del 10% de las pensiones es vender la casa para poder comer hoy. Con el primer 10% hubo un borbotón de un mes cuando subieron las ventas de autos nuevos, las compras de bienes durables, el IPC, pero fueron flor de un día.

¿Tenía una opinión distinta frente al primer retiro versus este segundo que se discute?

-Siento que nuestra discusión es muy provinciana, en el sentido de no aprender de lo que ocurre en el resto del mundo. No conozco ningún país donde el sistema de pensiones no se financie principalmente con las cotizaciones de los trabajadores, que en ninguna parte son voluntarias. Los únicos que están asegurados en todos lados son las fuerzas armadas, y para el resto de la población no es posible financiar buenas pensiones recurriendo exclusivamente a la recaudación tributaria. En Chile hay un problema de pensiones, hay un proyecto de ley que trata de subir las cotizaciones, y por otro lado están devolviéndolas.

¿No le hace sentido el argumento de que las personas necesitan ese dinero por la crisis económica provocada por la pandemia?

-Sé que a todo el mundo le gustaría que le devuelvan la plata de las pensiones, pero yo estoy pensando desde un punto de vista más sistémico. En Chile no existe una visión de conjunto al adoptar estas decisiones. En el corto plazo la gente feliz de sacar un 10% y más encima lo aprobaron sin impuestos, con lo cual los más ricos van a hacer nuevamente la cuchufleta de ahorrar en la cuenta 2 llevándose una buena parte del beneficio tributario, mientras que los que tienen menos acumulado van a terminar sin fondos, y con pensiones no contributivas.

O sea que el Estado tendrá que financiarlas.

-Pero esas pensiones normalmente son bajas y tremendamente caras para el Estado, aunque financia un porcentaje menor de todos los pensionados. Cuando se aprueba este proyecto del retiro hay como una promesa implícita de “el Estado tendrá que hacerse cargo después”, y les digo que en ningún país se puede hacer cargo de eso en la magnitud con la que se juega en Chile.

¿Duda que si ahora se aumenta la masa de pensionados a financiar se podrá mantener la pensión básica solidaria (PBS) en torno a $ 160.000?

-El nivel de irresponsabilidad del Congreso, que quiere darle en el gusto a todo el mundo, ha llegado al límite de estar poniendo en riesgo muy alto la salud de las finanzas fiscales futuras. Acá hay promesas implícitas que son verdaderas ruedas de carreta. El sistema de pensiones tiene muchos problemas, pero la solución no es hacerlo aún peor, hay que tomar decisiones con criterio de largo plazo en base a propuestas técnicas, pero no por una banda de opinólogos que es en lo que se ha transformado el Congreso en el último tiempo.

Usted habla de irresponsabilidad, ¿y no hay ninguna responsabilidad de las AFP que también tienen una baja legitimidad?

-No estoy defendiendo el sistema chileno, me gusta el sistema sueco donde no hay AFP y el Estado maneja las cuentas individuales y subcontrata manejo financiero y seguros. Lo que estoy diciendo es que no hay visión de conjunto, porque los razonamientos se hacen a base de ilusiones y eso me molesta profundamente. Si se permite la devolución de las cotizaciones, nuestro sistema de pensiones, que es malo, será aún peor. Hay que cambiar el sistema para mejorar las pensiones, para resolver el problema, no para que se agrave.

¿Ve una salida o cree que este segundo retiro se aprobará así como está?

-Como este proyecto sacó más votos que el primer retiro del 10%, significa que después se va a aprobar un tercer retiro. Si el propósito es mejorar las pensiones, entonces no usemos los fondos de árbol de Pascua.

¿Pero estos proyectos más bien están tratando de terminar con las AFP, no cree?

-Si esa es la intención, primero debería decirse, y segundo, no creo que sean las AFP las perjudicadas, sino los afiliados. Es fácil destruir, pero no se puede hacer eso si no se tiene acordada una alternativa. Ese afán destructivo normalmente no es muy democrático.

Pero si un cotizante calcula que su pensión sería de $ 180.000 y la PBS es de $ 160.000, tiene el incentivo a retirar ahora los recursos, porque hay una PBS similar asegurada.

-¡Es que no está asegurada! Porque si todos hacen la misma apuesta, no alcanza para pagar esa pensión mínima. Esas son cuestiones voluntaristas. En Brasil empezaron a juguetear con su sistema y hoy tienen un sistema prácticamente quebrado y en muchos estados -partiendo por Río de Janeiro y Sao Paulo- hay un impuesto especial para las pensiones que se está acercando al 50%, porque no hay recursos para financiarlas. Entonces, a lo mejor la pensión puede seguir siendo de $ 160.000, pero si no existen recursos provenientes de las cotizaciones, las pensiones serán más bajas y vamos a tener más viejos pobres. Creo que con este tipo de decisiones la actual generación no le podrá pasar un país mejor a sus hijos. Uno puede estar molesto con su sistema de pensiones, y ¿qué va a hacer?, ¿las va a empeorar más todavía? Eso no es una solución. Pero acá nadie escucha los argumentos que uno da, no son de interés para la clase política, algo pasa que es más rentable políticamente decidir sobre la base de ilusiones.

¿Por qué cree que la clase política está desdeñando a los técnicos, ya que la aprobación del 10% es transversal?

-Obvio, si nadie quiere ser impopular hoy día. Es un deterioro que se ha ido dando de a poco en Chile porque ha habido malos gobiernos, nadie puede decir que este es un buen gobierno, pero tampoco lo fue el anterior. La discusión pública está muy contaminada por las redes sociales.

En ese sentido, ¿cómo ve al ministro de Hacienda, Ignacio Briones? ¿Cree que termine con este gobierno?

-Ojalá que sí. Es raro ver un ministro que tenga empatía con las personas -y éste es el caso-, pero la racionalidad que trata de poner el Ministerio de Hacienda no tiene mucha llegada en el Congreso, lo cual lamento profundamente. Esta indicación de las rentas vitalicias, que hay que devolverle el 10% a la gente, nadie lo entiende. Bueno, en la discusión de la nueva Constitución vamos a tener una buena oportunidad de mejorar mucho las cosas que están ocurriendo, pero el camino para llegar es un campo minado, lleno de trampas, de salidas falsas, de miradas cortoplacistas.

¿Si es así, cómo ve al país saliendo de esta discusión: bien o mal?

-El problema es que la Constitución es la única ley que se discute sin saber cuánto cuestan las cosas, y si bien tiene un componente de campo minado a la vez también es una oportunidad de resolver otros temas en la medida que se piense racionalmente, porque esta situación en la que estamos ya la vivieron los países desarrollados antes que nosotros. Tenemos mucho que aprender de otras experiencias.

¿O sea, mejor mirar otras experiencias que inventar la rueda?

-Pero en un país provinciano que piensa que hay que hacer soluciones a la chilena, que hay que devolver el 10% de rentas vitalicias, eso es más difícil. Tenemos que aprender de la experiencia de otros para pensar el tipo de Estado que necesitamos y cómo logramos tener instituciones que puedan acoger las demandas legítimas, pero hay que ponerle cabeza y conocimiento, y los parlamentarios debieran ser respetuosos de quienes tienen ese conocimiento y desconfiar de opinólogos que tienen agendas encubiertas y que quieren destruir el sistema por razones normalmente muy confusas.

¿Le gustaría ser constituyente?

-Me gustaría, pero no hay ningúninterés en patrocinarme de parte del Partido Socialista.

También dicen que no se sienten representado por el grupo tributario que convocó el Ministerio de Hacienda.

-Si yo soy más socialista que ellos. Y voy a hablar en un lenguaje bien de izquierda al decir que cuando se gobierna, hay que preocuparse de las condiciones de reproducción del sistema, es decir, que las soluciones para el hoy se sostengan en el tiempo. Ese concepto fue inventado por Karl Marx, no por mí. Y cuando se toman decisiones como éstas últimas, no es un problema de ser socialista, es un problema de no pensar. La clase política tiene que planificar, rendirle cuenta a la sociedad de los errores y aciertos, pero acá en Chile y en América Latina, la izquierda cree que lo importante es empezar y ¿qué pasa después?, no se sabe, el Estado se preocupará. Mi sensibilidad política es socialista sí o sí, y aseguro que soy más socialista de corazón y de mente que muchos otros que están dando la hora, olvidándose de la racionalidad.

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