SpaceX rompe con la hegemonía de Rusia y envía cuatro astronautas hacia la estación espacial

La misión certifica la pérdida del monopolio del acceso espacial ostentado por Rusia y su nave Soyuz, durante nueve años, luego que la Nasa interrumpiera los viajes tripulados. Esto obligó a la agencia rusa a proyectar para los próximos años, un cohete totalmente reutilizable.


La empresa aeronáutica SpaceX lanzó este domingo a cuatro astronautas desde Estados Unidos hacia la Estación Espacial Internacional, una misión que certifica la pérdida del monopolio del acceso espacial ostentado por Rusia durante nueve años, luego que Estados Unidos interrumpiera sus vuelos tripulados.

Tres estadounidenses, Michael Hopkins, Victor Glover y Shannon Walker, además del astronauta japonés Soichi Noguchi, despegaron hoy a las 21:27 de Chile, esperando llegar a su destino en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) a las 01:00 de este martes, uniéndose a los dos astronautas rusos y una estadounidense a bordo, para quedarse allí durante seis meses.

Así, el vuelo da continuidad a la exitosa misión de demostración realizada de mayo a agosto, en la que dos astronautas estadounidenses fueron conducidos a la ISS y después traídos a la Tierra de forma segura por SpaceX.

Un Dragón en el cielo

La cápsula Dragon de SpaceX es el segundo dispositivo capaz de llegar en la actualidad hasta la ISS, junto al Soyuz ruso, que desde 2011 ha conducido a todos los visitantes de la estación. Pero no será el único, ya que un segundo transbordador, fabricado por Boeing, podría estar operativo en un año.

Aún así, la Nasa espera continuar cooperando con Rusia. Para ello, propuso facilitar plazas para sus cosmonautas en futuras misiones, y pretende que los estadounidenses continúen usando regularmente los Soyuz.

Pero las negociaciones se prolongan. “Queremos un intercambio de lugares”, afirmó el jefe de la Nasa, Jim Bridenstine, el viernes durante una conferencia de prensa. “Las conversaciones están en curso”, se limitó a decir, tal y como viene haciendo desde hace meses.

Un trampolín

Actualmente se cree que los lazos entre Washington y Moscú en el ámbito espacial -uno de los pocos donde continuaba la amistad-, se están debilitando. De hecho, rompiendo con más de 20 años de cooperación para la ISS, Rusia no participará en la próxima mini-estación ideada por la Nasa alrededor de la Luna, Gateway.

El jefe de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dmitri Rogozin, ironizó en 2014 sobre la necesidad de Estados Unidos de usar un “trampolín” como SpaceX para alcanzar la ISS. Y Elon Musk, el controvertido dueño de la empresa, no olvidó la provocación y replicó en mayo: “El trampolín funciona”.

Por ello, SpaceX se ha convertido en la bestia negra de la agencia espacial rusa. Además de pasar a ser el transportista preferido de la Nasa, la empresa de Musk es líder también en el mercado de los lanzamientos de satélites privados, lo que acabó forzando a Rusia a revisar su envejecido programa espacial.

De esta forma, Roscosmos se vio obligado a anunciar un proyecto para construir un nuevo cohete reutilizable, aunque “no semi-reutilizable como SpaceX”, quiso puntualizar Rogozine. “Nuestros ingenieros (...) no quieren repetir lo que hacen sus colegas de SpaceX, sino superarlos”.

Pero el simple hecho de que Roskosmos se compare a una empresa privada sirve para ilustrar la nueva era en la que el mundo entró desde los años 2010: el espacio ya no es el monopolio de los Estados.

Espacios privados

La estrategia estadounidense, intensificada durante el mandato de Donald Trump, fue la de privatizar el acceso a los alrededores de la Tierra, impulsando la actividad de compañías como SpaceX y Boeing con millones de dólares en contratos para convertirlas en proveedoras de servicios para la Nasa y cualquier persona o empresa privada.

“El objetivo último es el de tener más medios para hacer las cosas para las que todavía no existe un mercado privado, como ir a la Luna y Marte”, repitió el viernes Bridenstine.

Pero el cambio político en Washington es un momento complejo para la agenda espacial, que todavía no recibió del Congreso las decenas de miles de millones de dólares necesarios para finalizar el programa Artemisa de regreso a la Luna en 2024.

Bridenstine anunció que dejará su puesto para permitir al presidente electo, Joe Biden, que fije sus propios objetivos espaciales. A día de hoy, el demócrata todavía no se ha referido a la fecha de 2024 para caminar de nuevo sobre la Luna.

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