Opinión

El Rubicón

Evelyn Matthei. Foto: Andres Perez Andres Perez

Esta semana, más de un centenar de personeros de centroizquierda decidió hacer público su apoyo a la candidatura de Evelyn Matthei. Un hecho impensable hace solo unos años y que ilustra la magnitud del quiebre político, ético y cultural que ha vivido el sector. La necesidad de retomar los acuerdos transversales y el imperativo de defender la democracia, fueron los principales argumentos esgrimidos por los protagonistas de dicha decisión.

¿Cómo fue posible que figuras y dirigentes históricos de la centroizquierda chilena hayan terminado en la actual coyuntura votando por una candidata de centroderecha, hija además de un ex integrante de la junta militar? Es en verdad impresionante, una decisión llena de simbolismos, y que no puede ser entendida al margen de la larga historia de desafecciones que conduce a este desenlace. En rigor, aquí no hay solo una opción presidencial sino algo mucho más profundo, que tendrá sin duda efectos sustantivos en el reordenamiento político que vive el país.

La fractura ahora consumada tiene hitos y etapas relevantes. Uno de los primeros, la insólita demolición política del Chile de la Concertación, ese proceso psiquiátrico que la centroizquierda inicia una vez perdido el gobierno en 2010. Haber renegado y sentido vergüenza de los 20 años que, según todos los indicadores, fueron uno de los mejores períodos de la historia, es algo todavía difícil de entender, más allá del simple oportunismo que lo acompañó. La instalación de una lógica refundacional, impulsada por Michelle Bachelet y articulada en una nueva alianza política entre la centroizquierda, el PC y los líderes del movimiento estudiantil, fue el resultado de ese síndrome.

Pero el definitivo punto de quiebre comienza en el estallido social, con el silencio cómplice de la centroizquierda frente a la violencia, y su intento explícito de destituir a un presidente democráticamente electo. Después, vino el primer proceso constituyente, donde mucha gente de centro e izquierda descubrió el nivel de desvarío al que estaba dispuesto a llegar el sector al que pertenecía, en su esfuerzo por tirar los últimos “treinta años” del país a la basura. Y, finalmente, el respaldo del conjunto del oficialismo a la candidata presidencial del PC, una militante que durante el estallido lucía con orgullo la polera del “perro mata pacos” y que todavía considera al régimen cubano “una democracia diferente”.

El abismo terminó siendo insalvable. La convicción de que ya no había nada en común, que los lazos afectivos y las complicidades construidas al calor de la lucha por reconstruir la democracia, habían finalmente desaparecido, se materializa hoy en una señal política inédita y sin duda dolorosa. Ya no hay vuelta atrás; una franja de la histórica centroizquierda asumió que el mundo al cual pertenecía ya no la representa, ha cruzado el Rubicón y seguramente ha repetido en su conciencia las palabras del emperador romano: “la suerte está echada”.

Por Max Colodro, filósofo y analista político

Más sobre:Elecciones PresidencialesEvelyn MattheiCentroizquierdaMax ColodroLT Domingo

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¡Aprovecha el Cyber! Nuestros planes a un precio imbatible por más tiempo 📰

Plan Digital$990/mes SUSCRÍBETE