Política

Carlos Peña, ensayista: “Kast me parece una personalidad modesta en ideas, pero con sentido práctico”

El ensayista y rector de la UDP analiza el triunfo electoral del fundador del Partido Republicano. Una victoria, dice, que no representa una adhesión a un proyecto ideológico y que se define por la crisis de seguridad que vive el país. Desde luego, dice, las torpezas de la izquierda en el poder contribuyeron a su triunfo.

Carlos Peña, ensayista: “Kast me parece una personalidad modesta en ideas, pero con sentido práctico” Andres Perez

Desde distintas perspectivas, con más o menos distancia, el triunfo de José Antonio Kast encierra un hito político. Por lo pronto, es el primer presidente electo que votó por el Sí en el plebiscito de 1988. Su victoria, a su vez, supone la hegemonía del sector conservador por sobre la derecha liberal que impulsó el expresidente Sebastián Piñera. Y una de las preguntas que abre es si acaso implica el fin de un ciclo y el comienzo de otro. El abogado y ensayista Carlos Peña es más bien escéptico.

Para el autor de Pensar el malestar y Humanidades, libro que ya suma dos ediciones, las afinidades políticas se volvieron volátiles, veleidosas y vienen transitando de derecha a izquierda desde el primer gobierno de Piñera.

¿Estamos frente al fin de un ciclo político?

No. Lo que tenemos enfrente es el agotamiento de un momento muy efervescente de la cultura política de Chile, que se inició en octubre del 2019 y que continuó con los ensayos constitucionales. Pero el otro patrón del comportamiento político, que es esta especie de ligereza de las preferencias, creo que se va a mantener.

En este sentido, agrega, leer el triunfo de Kast como una derechización de la sociedad chilena sería un error.

—El triunfo de Kast no expresa que él haya concitado para sí y en torno a su propio ideario político la adhesión de la mayoría. Hablamos de un candidato que obtuvo menos de un tercio de los votos en la primera vuelta. Y lo que ocurre en situaciones así es que en la segunda vuelta las personas optan no por lo que prefieren, sino por aquello que rechazan. O sea, con el triunfo de Kast no vamos a entrar a una etapa de estabilidad de las preferencias, como si su votación fuera una adhesión a un proyecto ideológico-cultural que él representaría.

Carlos Peña recuerda que el propio Kast evitó diseñar un proyecto político-cultural y más bien propuso “lo que llamó un gobierno de emergencia”. Y un gobierno de esta naturaleza, dice, “es típicamente un gobierno de preferencias fugaces”.

“Si uno compara la derecha que ahora accede al poder con la figura del Presidente Piñera, hay una diferencia de la tierra al cielo”.

¿Qué tipo de gobierno se puede esperar de José Antonio Kast?

En Kast se entremezclan dos tipos de directrices. Un conjunto de ideas propias de la derecha: reducir el tamaño del Estado, un diagnóstico del gasto fiscal que lo considera excesivo; disminuir impuestos, con el diagnóstico -también muy propio de la derecha- de que ello va a aumentar la productividad y, en consecuencia, va a aumentar el bienestar social en el mediano plazo. La otra directriz está más centrada en la cuestión del control del orden: acabar con o disminuir la criminalidad, la violencia cotidiana, y resolver o controlar la cuestión migratoria.

¿Y la agenda valórica?

La agenda valórica, la agenda del conservadurismo más profundo, del que también es portador José Antonio Kast, se va a mantener en el trasfondo, espero, como un horizonte ideológico que nunca se va a explicitar demasiado. Si le creemos a Kast -y nuestro deber es creerle- no debería ser tan distinto a un gobierno de derecha tradicional.

4 diciembre 2024 Entrevista a Carlos Peña, abogado y rector de la Universidad Diego Portales. Foto: Andrés Pérez Andres Perez

¿No es el mismo Kast de 2021?

El Kast del 2021 fue un proyecto político-cultural muy comprometido con valores propios del conservadurismo más radical. Lo que también entronca con parte de la tradición de la derecha, que es la idea de subrayar el valor de la nacionalidad, el orden familiar, la moral sexual. Todo eso, por supuesto, ha de seguirlo creyendo Kast, pero habrá aprendido que la política no está para realizar los propios ideales morales, sino para asegurar un orden de convivencia y de cooperación, lo que a veces exige -cabría recordarle- que cada uno ponga en paréntesis sus preferencias morales últimas. Yo confío que del año 21 en adelante se haya transformado en un político de veras y no en alguien que reduce la agenda pública a la cuestión de los valores conservadores. Para ser justo, en esta campaña quedó claro que él había abandonado esa pretensión.

En una columna titulada Gobernar por Decreto, usted planteó que Kast dejó ver una rendija autoritaria al afirmar que el “Congreso no es tan relevante”...

Para ser justos, él aclaró que a lo que aludía era a una cuestión técnica, que yo también subrayé. Y es que en el sistema legal chileno hay un amplio margen para gobernar mediante la potestad reglamentaria, porque en Chile lo que son materias de ley es un listado finito, determinado en la Constitución. Todo aquello que no es materia propia de ley forma parte de la potestad reglamentaria autónoma del Presidente. A la luz de lo que yo he escuchado, los cuadros técnicos de Kast están dispuestos a emplear la potestad reglamentaria autónoma, lo que es correcto desde el punto de vista institucional.

Santiago, 19 de noviembre de 2025. El candidato presidencial José Antonio Kast se reúne con gobernadores de Chile Vamos en su comando para crear instancias de trabajo de cara a la segunda vuelta Diego Martin /Aton Chile Diego Martin

En un momento se leyó como una desvaloración del Congreso.

Fue un malentendido. Afortunadamente, él aclaró -y tenemos que creerle- que no es así. Pero queda pendiente la cuestión, por supuesto, que es una cierta voluntad suya de gobernar en base a la potestad reglamentaria autónoma allí donde fracasa el camino legislativo. Eso, por supuesto, es legítimo, pero queda pendiente si contribuye a la deliberación y a una cultura democrática ampliada.

José Antonio Kast será el primer presidente electo que votó por el Sí, a diferencia de Sebastián Piñera, que estuvo por el No.

Si uno compara la derecha que ahora accede al poder con la figura del Presidente Piñera, hay una diferencia de la tierra al cielo. Sebastián Piñera, de quien yo muchas veces fui crítico, fue un hombre con una conducta irreprochablemente democrática, extremadamente eficiente y que hizo esfuerzos denodados por mover a la derecha hacia una tradición más democrática y más liberal.

Peña recuerda que “le debemos a Piñera haber legalizado el matrimonio homosexual, por ejemplo, que es un gran paso hacia el respeto y la dignidad de todas las personas. Acusó a las propias fuerzas políticas que lo apoyaron de cómplices pasivos de la dictadura. Mirando hacia atrás, fue un presidente bien notable. No tuvo el tiempo que merecía; pero otro tiempo, contrastado con su recuerdo, lo será”.

En este sentido, ¿cómo explica la elección de Kast, que fue un detractor de Piñera?

Una razón es que la derecha liberal ha sido siempre minoritaria en Chile. Se llaman liberales algunos pequeños grupos de derecha, que siempre fueron liberales más bien descafeinados, atenuados, inhibidos. La derecha nunca ha tenido una cultura liberal muy fuerte. Ha sido liberal fuertemente en lo económico, pero no en el sentido político-cultural.

La otra razón que explica el triunfo de Kast es el hecho de que la sociedad chilena ha padecido problemas tan severos de orden público, de violencia cotidiana, de desorden en la cuestión migratoria, que se ha expandido una especie de miedo cotidiano, o de amenaza de un miedo cotidiano, en los barrios, en los sectores populares, en las regiones. Y lo que sabemos -y ha sido probado una y mil veces en la historia- es que la gente, para escapar del miedo, está dispuesta a pagar cualquier precio.

Carlos Peña se detiene un segundo y plantea un escenario contrafactual:

-Imaginemos por un momento que la cuestión del orden público no fuera la central hoy en la sociedad chilena. Imaginemos que lo central fuera un tema de justicia distributiva. ¿Se habría elegido a Kast? Yo creo que no.

“Kast exageró los problemas que experimenta la sociedad chilena. Dibujó la cotidianidad de Chile como inundada por crímenes violentos. Identificó a la migración como verdaderas hordas que de pronto inundan nuestra cotidianidad... Nada de eso es así”.

¿Ha sido responsable Kast en el manejo de estos temas?

No, creo que no ha sido muy responsable. Y es probable que su propia gestión le enseñe que cargó demasiado las tintas. Cuando uno carga el acento en temas que provocan miedo, o la amenaza de miedo, la gente está dispuesta a pagar cualquier precio para apagarlo. Enterado de eso, el candidato Kast exageró los problemas que experimenta la sociedad chilena. Dibujó la cotidianidad de Chile como inundada por crímenes violentos. Identificó a la migración como verdaderas hordas que de pronto inundan nuestra cotidianidad, privándonos de bienes extremadamente valiosos, sacrificando las instituciones. Nada de eso es así. Evidentemente que en Chile hay una cuestión de seguridad que es grave cuando se la juzga comparando los actuales indicadores con los mismos de la sociedad chilena de hace un tiempo.

Pero a nivel regional…

Claro, en América Latina seguimos siendo un país extremadamente ordenado. Pero juzgada la experiencia actual de la gran mayoría, con su propia experiencia de hace 10 años, efectivamente la inseguridad se ha incrementado. Pero cargar tanto las tintas y presentar la sociedad chilena como una sociedad profundamente desestructurada, que anda al garete por la negligencia o por la incapacidad de quienes han gobernado, es una caricatura, cuyo revés es que desata expectativas desmesuradas en la población. Expectativas que no se van a poder satisfacer -al menos en el corto plazo-, y esto va a acabar frustrando, me temo, a parte de la ciudadanía con el gobierno.

La democracia y sus instituciones

¿Advierte riesgos democráticos en el gobierno de Kast?

No. Cuando hablamos de debilitamiento democrático, hablamos de que se debilitan o se maltratan los procedimientos de formación de una voluntad común que llamamos elecciones o se infringen derechos ciudadanos propios de la participación política o derechos fundamentales. No creo que eso ocurra, básicamente porque cuando eso ocurre en un país es en función de dos factores. Por una parte, la agencia, o sea, la iniciativa de los liderazgos políticos carismáticos, como ocurrió con Chávez en Venezuela o Bukele en El Salvador. Y el otro gran factor es la debilidad de las instituciones y de la cultura política de los países. Y a mí me parece que este segundo factor, también el primero, pero este segundo factor en Chile es muy fuerte. Las instituciones en Chile son fuertes y la cultura política es fuertemente institucional.

Carlos Peña dice que el ejemplo más cercano de ello fue el estallido social:

- ¿Quién iba a pensar que un país que experimentaba tamaña revuelta violenta, con tales exageraciones, donde todas las élites prácticamente se sumaron a eso, la clase política optara por una salida institucional? ¿Qué otro país con un gobierno de izquierda -como ha sido el de Gabriel Boric- ha sido tan institucional? ¿Qué líder de izquierda de la región tiene tal apego a la juridicidad como lo tuvo Boric? Todo esto habla de una cultura institucional chilena que evita -o evitará, creo yo- cualquier tentativa de deterioro democrático.

“Esta izquierda generacional sustituyó el universalismo tradicional de la izquierda por una agenda particularista, fuertemente identitaria, que bordeó a veces lo ridículo”.

Después de exagerar los problemas del país, ¿cree que Kast será un gobernante moderado?

Kast me parece una personalidad más bien modesta en ideas, pero con sentido práctico. Y la ventaja que tiene eso es que un sujeto práctico tiende a no incurrir en excesos. Yo confío que sea el caso de Kast.

¿Qué rol le cabe al gobierno en el triunfo de la derecha?

No cabe ninguna duda de que lo facilitó. La izquierda generacional contribuyó, por supuesto, al triunfo de la derecha de varias maneras.

La izquierda siempre ha tenido en su agenda cuestiones universalistas, prescindentes de particularismos. La principal de las cuales ha sido la cuestión de la pobreza: cómo lograr que las grandes mayorías tengan condiciones materiales que les permitan llevar adelante una vida autónoma. Esto ha estado siempre en el centro de la agenda de la izquierda. En cambio, esta izquierda generacional sustituyó el universalismo tradicional de la izquierda por una agenda particularista, fuertemente identitaria, que bordeó a veces lo ridículo. Un primer factor fue esa sustitución: el olvido de los temas universales de la condición humana.

Carlos Peña agrega que “el otro factor fue la incomprensión radical que esta izquierda generacional tuvo del proceso modernizador de la sociedad chilena. Como era propio del origen pequeño burgués de quienes la integraban, vio en el proceso modernizador una estafa a la gran mayoría, sin comprender, ni siquiera por un momento, cuánto había cambiado la trayectoria vital de las grandes mayorías en Chile gracias a ese proceso”.

Añade aún otro elemento:

—Y el tercer factor fue esta concepción de la política que era muy fuerte inicialmente en el Presidente Boric, y que afortunadamente ha ido corrigiendo, de concebirse a sí mismo y tener un discurso redentor de las grandes mayorías.

Esos factores, concluye, “contribuyeron al desprestigio de la izquierda; a que la izquierda se enajenara la adhesión de la gran mayoría. Y a ello se sumó, por supuesto, la tontería de la izquierda tradicional, que consintió rápidamente en esta agenda. La izquierda más responsable se plegó a todos los lemas irreflexivos y tontos de esta generación”.

¿Es optimista respecto del nuevo gobierno?

A los partidarios les corresponde el optimismo, y a los opositores el pesimismo. Por mi parte, y al margen de mi preferencia, hago esfuerzos por observar los hechos.

El nuevo gobierno puede ser analizado en dos planos. Por una parte, por referencia a la trayectoria de largo plazo de Chile; por la otra a la luz de las expectativas sembradas por Kast.

Si atendemos a lo primero, no creo que Chile vaya a cambiar muy radicalmente el rumbo, ni en su cultura política, ni en su proyecto económico. Más bien creo que se va a mantener el modelo, el proyecto modernizador que el país traía. Aquello que se quiso sepultar, cuyo funeral se quiso realizar hace muy poco, seguirá allí. Se va a conformar, sin duda, un Estado más autoritario, desde el punto de vista del discurso, y con mayor propensión al control, conforme al propio ideario de Kast. Y vamos a tener una agenda económica como la que veíamos antes del tipo que Jorge Quiroz -que seguramente será ministro- ha sugerido: uso de herramientas microeconómicas y de la potestad reglamentaria para destrabar la economía y disminución de impuestos. Jorge Quiroz, dicho sea de paso, fue maltratado en la campaña, sin que, me parece, hubiera motivo.

¿No fue el cerebro de la colusión?

Hay que ser fieles a los hechos: no, no lo fue. Él hizo informes típicos de un economista neoclásico en torno a esos asuntos. Pero atribuirle a él una especie de maquinación para llevar adelante ese tipo de fenómeno… Eso es flagrantemente falso.

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