El Deportivo

Ensayo general para el Mundial Sub 20: el examen que se juega el Estadio Nacional en el choque entre Chile y Uruguay

El partido final de las Eliminatorias será la prueba definitiva del recinto de Ñuñoa antes de la cita planetaria juvenil, con el COL evaluando desde camarines remodelados hasta accesos, seguridad y experiencia del público en el principal reducto deportivo del país.

Ensayo general para el Mundial Sub 20: el examen que se juega el Estadio Nacional en el choque entre Chile y Uruguay. JAVIER TORRES/ATON CHILE

El duelo entre Chile y Uruguay, programado en el Estadio Nacional, será algo más que el cierre de las Eliminatorias. De hecho, en lo estrictamente deportivo, la Roja ya tiene definido su destino y, en ese sentido, poco se juega frente a la Celeste de Marcelo Bielsa. El verdadero foco estará en otro ámbito: para el Comité Organizador Local (COL) el choque se transformará en la evaluación definitiva del recinto de Ñuñoa, considerado el principal escenario del Mundial Sub 20 que comenzará en cuestión de semanas.

Aunque Universidad de Chile ya ha utilizado el reducto en compromisos oficiales del torneo local, la instancia frente a los charrúas permitirá poner a prueba, en condiciones de máxima exigencia, cada una de las adaptaciones implementadas en los últimos meses, desde la logística interna hasta la experiencia del espectador.

La idea de usar partidos de alta convocatoria como examen previo no es nueva. La misma metodología ya se aplicó en Rancagua, en el estadio El Teniente, durante el choque entre O’Higgins y Audax Italiano, que terminó con triunfo del elenco de Francisco Meneghini por 3-2. Aquella experiencia fue considerada positiva porque permitió observar el funcionamiento de accesos, servicios y sistemas de seguridad con público real en las tribunas.

Sin embargo, ahora la magnitud es completamente distinta: el Nacional concentra el 84% de la venta total de entradas para el torneo juvenil, con cifras que superan con holgura lo ocurrido en el resto de las sedes. La final ya tiene vendidos más de 43 mil boletos y la inauguración supera los 38 mil, números que evidencian la centralidad del coloso ñuñoíno.

Vista interior del Estadio Nacional. MARCELO HERNANDEZ/ATON CHILE

Obras focalizadas

El recinto, a diferencia de otros estadios, no requirió mejoras en iluminación. Sus 2.000 lux cumplen con el nivel B exigido por la FIFA, un estándar que garantiza visibilidad adecuada para transmisiones internacionales. La inversión, por lo tanto, se concentró en otras áreas consideradas críticas, particularmente en la logística interna y en aspectos relacionados con la comodidad del público.

Uno de los cambios más visibles está en los camarines y zonas de competencia. El formato del Mundial implica dobles jornadas, con hasta cuatro selecciones utilizando las instalaciones en un mismo día, lo que exigía un rediseño de la infraestructura. En total, los 14 camarines del Nacional fueron remodelados. A diferencia de las otras tres sedes, donde fue necesario construir espacios adicionales para alcanzar el estándar mínimo de cuatro vestuarios por estadio, en Santiago la base ya existía, pero estaba obsoleta y requería una modernización urgente.

A eso se suma la incorporación de una enfermería exclusiva, donde se realizarán los controles de doping, un detalle que puede parecer menor, pero que representa una mejora significativa. Hasta ahora esas revisiones se realizaban en los mismos camarines, una práctica que evidenciaba la falta de espacios adecuados en el principal coliseo deportivo del país. En paralelo, se realizaron intervenciones en baños, pasillos y zonas de tránsito.

Las rejas

Una vez que termine el duelo ante Uruguay, vendrá otro cambio simbólico y muy esperado: el rebaje de las rejas. No desaparecerán por completo, pero serán más cortas y se eliminarán las tradicionales púas metálicas. El ajuste responde tanto a exigencias FIFA como a un giro conceptual en la manera de entender la relación entre hinchas y recinto. La idea es transformar al Nacional en un espacio más abierto, donde la experiencia del público tenga prioridad sobre la lógica de la contención física.

“El foco está en la seguridad, pero también en la experiencia del espectador”, explican desde el COL. El diseño de las nuevas estructuras no pretende replicar lo que ocurre en recintos modernos como el Claro Arena, concebido desde su origen sin barreras, pero sí avanzar hacia un modelo más amigable. En Ñuñoa y en el resto de las sedes se trata de un proceso de adaptación, con la dificultad añadida de intervenir estadios que tienen décadas de historia y estructuras rígidas difíciles de modificar.

Los organizadores reconocen que no todos los cambios serán percibidos de inmediato por el público. Muchos ajustes tienen que ver con circuitos internos, sistemas de evacuación o refuerzos en accesibilidad. Pero insisten en que el encuentro ante Uruguay permitirá observar con lupa el funcionamiento de controles de seguridad, tiempos de ingreso y egreso, o respuesta de las instalaciones sanitarias.

Será, en definitiva, la última gran prueba antes del estreno del Mundial Sub 20. Un ensayo general en el que el marcador pasará a segundo plano, porque el verdadero resultado estará en la capacidad del Estadio Nacional de exhibirse a la altura de una cita global.

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